¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

sábado, 18 de febrero de 2012

Lecturas y Homilia del Domingo 7º del Tiempo Ordinario -19 de Febrero del 2012

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (43,18-19.21-22.24b-25):

Así dice el Señor: «No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed del pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza. Pero tú no me invocabas, Jacob, ni te esforzabas por mí, Israel; me avasallabas con tus pecados y me cansabas con tus culpas. Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes y no me acordaba de tus pecados.»

Palabra de Dios
 
Salmo
Sal 40,2-3.4-5.13-14.15b

R/.
Sáname, Señor, porque he pecado contra ti

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor. R/.

El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos. R/.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.» R/.

A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora, y por siempre. Amén. Amén. R/.
 
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,18-22):

¡Dios me es testigo! La palabra que os dirigimos no fue primero «sí» y luego «no». Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os hemos anunciado, no fue primero «sí» y luego «no»; en él todo se ha convertido en un «sí»; en él todas las promesas han recibido un «sí». Y por él podemos responder: «Amén» a Dios, para gloria suya. Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.

Palabra de Dios
 
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,1-12):

Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados quedan perdonados.»
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?»
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados...»
Entonces le dijo al paralítico: «Contigo hablo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.»
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual.»

Palabra del Señor
 
HOMILIA
En la mayoría de los milagros son las propias personas las que claman, las que suplican, las que procuran la curación. El Evangelio de hoy nos demuestra la indigencia total de un ser humano que ni siquiera puede acercarse por sí misma a Jesús. Tiene que ser llevado, transportado por amigos o familiares, pero el final es el mismo que el de aquellos que por su propio pie clamaban sanación.

Jesús está proclamando su mensaje cuando es interrumpido de manera abrupta por el paralítico y sus acompañantes. Aquel enfermo probablemente no estaba buscando el mensaje sino la curación y fue a través de aquella como se encontró con Dios.
Dice la Palabra que cuando Jesús vio "la fe que tenían" tanto el enfermo como sus ayudantes, se dirige al enfermo y le dice: "tus pecados quedan perdonados". Esta afirmación hoy nos puede parecer un poco extraña. Va buscando la salud y Jesús lo que hace es perdonarle los pecados.
Situemos el tema en su contexto.

Los judíos relacionaban necesariamente el pecado con el sufrimiento. Para ellos estar enfermo o impedido era consecuencia del pecado. Si alguien sufría era porque había pecado. Para los judíos, un enfermo era alguien con quien Dios estaba enfadado. Esta idea la tienen incluso hoy muchas personas que creen que la enfermedad es fruto de algo malo que han hecho, dicen cosas como "…yo no he hecho nada malo para que Dios me envíe esta enfermedad…"
Pecado y enfermedad eran inseparables para la mentalidad de la época. Cualquier judío habría estado de acuerdo en que el perdón de los pecados era condición previa para la curación.

Jesús rompe de nuevo un esquema, perdona el pecado para que la curación se realice en plenitud; pero el perdonar los pecados era un cualidad exclusiva de Dios. Sólo Dios era quien podía perdonar los pecados, de ahí que los maestros de la ley lo acusaran de blasfemo. La blasfemia era castigada con la lapidación: Lv 24,16.
Cada uno de nosotros podemos abrir esa parte del techo que separa a muchos de Dios y hacer que se produzca el encuentro entre Dios y el ser humano herido de diversos males. ¿Cómo podemos nosotros, frágiles pacadores, abrir esos boquetes en el techo para el encuentro con el Señor?

_Manteniendo la fe en nuestra vida, pase lo que pase. Procurando que la confianza en Dios no se tambalee ante nuestras propias fragilidades. Si yo me debilito otros caerán conmigo. Si yo me hundo otros no llegarán a la meta…

_Con oración y acción. Orar es participar de la intimidad de Dios, saber lo que nos quiere y el cómo nos quiere. Actuar es poner por obra lo que Dios desea para mí y para los demás.

_Llevando la carga del otro sobre ti, no como un pesado fardo de maldad —de pecado— del otro, sino como un apoyo en la debilidad del débil. Ser apoyo para otros significa que tú también tienes que estar apoyado en Alguien; sólo así se puede llevar tanta carga…

Los que llevaron al paralítico hicieron todo y más. Fueron creativos en la necesidad, se llenaron de constancia y fueron muy insistentes. Estas bien pueden ser las actitudes básicas de cualquier proceso de evangelización.
Normalmente siempre encontraremos estorbos para llevar a otros a Jesús.        



Jesús cura al enfermo y hay después del milagro un acto que se nos puede pasar por alto. Dice la Palabra que el enfermo "tomó su camilla y salió de allí a la vista de todos." Este tomar la camilla bien puede significar asumir el pasado, el propio pasado de sufrimiento y soledad. Los seres humanos tenemos muchas cosas del pasado que nos paralizan, nos acobardan y nos aturden. Son cosas que nos hacen infelices. Tomar el pasado ya curado es mirar lo sucedido sin dolor. ¡Cuánto sufrimiento sin fecha de caducidad existe en muchos seres humanos!
Sólo quien curado asume su pasado puede tomar su camilla y andar por los senderos de Dios. Si antes la camilla —el pasado— era quien sostenía su parálisis, es ahora la vida curada quien mantiene sus recuerdos.
Nunca debemos de olvidarnos que la salvación que Jesús nos trae es una salvación que abarca todas las dimensiones de la persona: pasado, presente, sentimientos, vida social…todo!!


En conclusion...¿Qué mostró Jesús con este milagro? Jesús quiso mostrarles que era Dios, porque sólo Dios puede perdonar los pecados.


Ahora bien, la peor parálisis que existe no es la parálisis física, como la del paralítico de Cafarnaún. La peor es la parálisis espiritual. Por eso el Señor comienza sanando al paralítico de sus pecados, ya que el pecado nos hace paralíticos para andar por el camino de la salvación que nos lleva a la Vida Eterna. Entonces… ¿por qué seguir paralízados, si Jesús nos espera en el confesionario, para limpiarnos de pecado y ponernos a andar nuevamente por el camino de la salvación?

OREMOS!!!
Te damos Gracias, Señor Dios nuestro, porque tu Perdón
es siempre más grande que nuestros pecados.

¡Sólo Tú, Señor, nos transformas y liberas!
Gracias porque Tú nos amas sin condiciones
y perdonas nuestros pecados y debilidades
que nos impiden caminar con libertad.

Gracias porque con la fuerza de tu Misericordia,
logramos avanzar sin miedo cada día
por el sendero de la vida junto a más hermanos.
¡Gracias por el don de la Fe que nos has regalado,
y porque Tú nos recuerdas hoy que la Fe verdadera
es capaz de superar todos los obstáculos.

Te damos Gracias y te alabamos, Señor,
porque tu Palabra de Vida Verdadera
llega a nuestros corazones y nos motiva.

Ayúdanos, Señor,
a ser personas activas que caminen siempre
anunciando la alegría de tu Evangelio
y llevando tu Esperanza a nuestros hermanos.

Danos tu Fuerza para caminar sin cansancio
y poder acercarnos cada vez más a Ti,
buscándote a través de la oración y la Eucaristía,
y confiando siempre en tu Amor y Misericordia,
para reconciliarnos contigo en esos momentos
que nuestros pecados, miedos, dudas y dificultades,
nos asaltan el corazón e intentan alejarnos de Ti.

¡Ponemos nuestra confianza en Ti, Dios nuestro,
nos abandonamos ei Ti
sabiendo que jamás vas a defraudarnos!
Amén

HERMANO JUAN PABLO CORC_OBISPO JUAN DAVID FALCON
CRISTO VIVE!!

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