¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

sábado, 28 de septiembre de 2013

Lecturas y Homilia del Domingo 26º del Tiempo Ordinario - 29 de Septiembre del 2013


Primera lectura
Lectura de la profecía de Amós (6,1a.4-7):

Así dice el Señor todopoderoso: «¡Ay de los que se fían de Sión y confían en el monte de Samaría! Os acostáis en lechos de marfil; arrellenados en divanes, coméis carneros del rebaño y terneras del establo; canturreáis al son del arpa, inventáis, como David, instrumentos musicales; bebéis vino en copas, os ungís con perfumes exquisitos y no os doléis del desastre de José. Pues encabezarán la cuerda de cautivos y se acabará la orgía de los disolutos.»

 Palabra de Dios          

Salmo
Sal 145,7.8-9a.9bc-10

R/.Alaba, alma mía, al Señor

 Él mantiene su fidelidad perpetuamente,
él hace justicia a los oprimidos,
él da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.

 El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R/.

 Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.  

Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (6,11-16):

Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos. En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él honor e imperio eterno. Amén.

 Palabra de Dios          

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (16,19-31):

 En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."»

 Palabra del Señor       

 Homilía

 Nuestra vida terrena está llena de divisiones de todo tipo. Los seres humanos han dividido el planeta que Dios nos ha dado. Han creado fronteras, levantado muros, colocado banderas... todo ello para ser y sentirnos diferentes. Esta división es la que crea conflictos entre nuestros adentros y en nuestra relación diaria con el mundo. Dios nos ha dado un solo mundo para una única humanidad; nosotros en nombre de la diversidad, de la justicia o de lo que sea, nos hemos encargado una y otra vez de marcar las diferencias…siendo que todos somos iguales ante los ojos de Dios!! Y lo sabemos!...

 Los primeros cristianos y los Santos Padres encararon este tema y nos dejaron vidas ejemplares y páginas magníficas sobre el derecho de los pobres y la justicia que emana del Evangelio.

 En la relaciones humanas hemos hecho lo mismo. Nos hemos inventado las castas y los escalafones sociales para dejar bien claro que no somos iguales; que "yo valgo más que tú..."

 ¿Qué nos dice Jesús sobre estas artificiales diferencias? ¿Qué nos propone para recomponer la unidad que a lo largo de los siglos hemos fragmentado?

 El Evangelio nos trae una parábola donde se destaca una de estas diferencias sociales. Nos habla de un pobre y de un rico, ambos en esta vida y en la otra.

 Los judíos pensaban que la prosperidad material era una señal más que evidente de la bendición de Dios, luego entonces los pobres estaban malditos. No tenían nada, ni siquiera —según ellos— la bendición de Dios.

 El mensaje de Jesús se predica especialmente a los pobres y en ellos tiene su profunda resonancia. No es que se descarte a los ricos del camino de la salvación ya que Jesús no les censura su riqueza sino la falta de compasión y solidaridad hacia los pobres. La falta de compasión y misericordia sea en un rico o en un pobre es muestra clara de rechazo hacia el amor de Dios. La compasión es uno de los caminos mas seguros para llegar a la salvación.

 Lázaro aparece como un hombre mísero en todos los aspectos de su vida: no tenía salud, ni comida, ni casa, ni amigos, ni abrigo alguno. Sólo tenía la esperanza de que algo sobrante saciara su indigencia. En nuestras sociedades hay muchas personas que viven esta misma realidad. La pobreza los carcome dia a dia. El drama de la pobreza no es solamente las necesidades de todo tipo sino que en el pobre incluso se llega al extremo de la indigencia, cuando se da cuenta de que por sí mismo no sabe salir de su pobreza. No hay mayor pobreza que no saber salir de ella.

 El Evangelio es una invitación a salir de la pobreza en todas las formas que aplastan al ser humano. No podemos centrarnos en este pensamiento "tú sufre en esta vida que en la otra serás feliz..." no es valido. Mas bien nos tenemos que centrarnos y movernos en este"...porque tuve hambre y me diste de comer..."

 Para los cristianos el tema de los pobres es central. Sentirse pobre es reconocer que Dios tiene en nuestra vida la totalidad de nuestra salvación. No confío en lo que he podido acumular, no me fío de lo que he podido aprender. Todo es para ponerlo al servicio de los más necesitados, pobres, menesterosos para llegar juntos a unas sociedades más justas y humanas. Los seres humanos de todas las épocas siempre hemos tenido un déficit de humanidad, de ahí que el Evangelio nunca pierda actualidad.

 Otro asunto no menos importante es la actitud que tenemos los cristianos para con los más pobres. Veamos algunos tipos de cristianos y cómo se sitúan ante este tema:

 -Cristianos de "la otra vida": los pobres lo pasarán bien en la otra vida; por eso da igual las desigualdades que tengamos en esta... El Evangelio es un mensaje personal que no tiene por qué repercutir en el exterior... Si yo me salvo para qué me voy a complicar la vida... este tipo de “cristianos” son alérgicos a los pobres.

 -Cristianos "de ruina y devastación": para estos la pobreza ya no se ha vuelto un enemigo a combatir sino una obsesión, en ocasiones enfermiza obsesión. Condenan todo y a todos. Viven sin paz interior. Están todo el día atacando desde su estrechez mental a los otros que no piensan igual. El Evangelio es una revolución inalcanzable que sólo les produce amargura y enfrentamiento. Son los “cristianos” alérgicos a los ricos.

 Por ultimo

-Cristianos según las Bienaventuranzas: al lado de la complicidad personal de vida está la esperanza y la alegría. No condenan sino que invitan a unos y a otros a la salvación. Su vida es como la de Jesús: acoge a unos y a otros sin discriminación sino con amor. Todos están llamados a la conversión y a participar en el Reino.

 Tu hermano, hermana a que grupo perteneces?...con cual te identificas?

 Queda claro amados hermanos y hermanas que Jesús no condena la riqueza en sí sino el uso que se hace de ella; condena el egoísmo que nos impide llegar a caminos de solidaridad, de union…de amor. Zaqueo el rico se salva en su encuentro con Jesús y devuelve a los pobres con creces lo que de ellos tomó.

 Quien está muy apegado a las riquezas (dinero, prestigio, seguridades de tipo intelectual, poder, el creerse que se tiene el monopolio del Evangelio...la sabiduria teologica) no puede entender y menos percibir el camino del Reino de Dios. Los pobres, los que son capaces de desprenderse de sus distintas riquezas y ponerlas al servicio de los demás, son los que están más disponibles a aceptar y vivir la fe…los que son y seran bienvenidos al Reino de Dios.

 Lo que a mi mas me impacta, me duele y entristece hermanos, es el final de esta parábola de Jesús sobre el rico condenado y el pobre salvado…el Señor de forma directa y clara reprocha a los que no hacen caso a sus enseñanzas, al referirse a El mismo en esta forma por demas curiosa y fuerte:  “ni aunque un muerto resucite harán caso”.

 Digo que se refiere a El…porque hoy sabemos que El murió y resucitó.  Y todavía hoy en dia hay gente que no cree en ese muerto resucitado que es nada menos que Dios hecho Hombre…y mas triste aun quien se dice “cristiano” y no a entendido, ni quiere entender la importancia y grandeza de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo…

 El que tenga oidos…que oiga.

 Revdo. Juan Pablo CJDM Obispo Juan David Falcon.

 

sábado, 7 de septiembre de 2013

Lecturas y Homilia del Domingo 23º del Tiempo Ordinario -08 de Septiembre del 2013


Primera lectura
Lectura del libro de la Sabiduría (9,13-18):

 ¿Qué hombre conoce el designio de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere? Los pensamientos de los mortales son mezquinos, y nuestros razonamientos son falibles; porque el cuerpo mortal es lastre del alma, y la tienda terrestre abruma la mente que medita. Apenas conocemos las cosas terrenas y con trabajo encontramos lo que está a mano: pues, ¿quién rastreará las cosas del cielo? ¿Quién conocerá tu designio, si tú no le das sabiduría, enviando tu santo espíritu desde él cielo? Sólo así fueron rectos los caminos de los terrestres, los hombres aprendieron lo que te agrada, y la sabiduría los salvó.

 Palabra de Dios          

 Salmo
Sal 89

R/. Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación

 Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vela nocturna. R/.

 Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R/.

 Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R/.

 Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.    

 Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón (9b-10.12-17):

 Yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión; te lo envió como algo de mis entrañas. Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad. Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo.

 Palabra de Dios          

 Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,25-33):

 En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar." ¿O que rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»

 Palabra del Señor

 Homilía

 La Palabra de hoy nos puede parecer hermanos(a)algo desconcertante y contradictorio, a lo que hasta ahora hemos escuchado de nuestro Santo Maestro…pero no lo es.

Si en otros párrafos de la Escritura nos habla Jesús del amor a los demás en un tono de humildad, ahora parece que se cambian los acentos. El Señor reivindica para sí el amor más grande y nos pide que el amor que le tenemos debe de estar por encima incluso de nuestros amores más cercanos.

Sí, a primera vista parece contradictorio que, por una parte, Jesús presenta su mensaje e incluso se presenta a sí mismo como una invitación, como una oferta libre que podemos aceptar o rechazar; y, por otra, como una exigencia radical y estricta. El evangelio de hoy derrama luz sobre esta paradoja: Sí, lo que Jesús nos ofrece es un don, y nadie se ve forzado a aceptarlo. Permanecemos libres; pero, si lo aceptamos, será exigente con nosotros. Tenemos que poner a Jesús y su Reino por encima incluso de nuestras relaciones y deseos más queridos. Por eso tenemos que pensárnoslo dos veces antes de aceptarlo. Pero hemos de saber que si decidimos aceptarlo, con Jesús y en virtud del poder de su Santo Espiritu, podremos responder a su llamado, por difícil que sea, pues El nos dara la fuerza y fe necesaria y tendremos la garantia que seremos verdaderamente felices, aquí y en la eternidad.

 Mucha gente acompañaba al Maestro por el camino. Entre esas personas había de todo tipo de gente. Unos le acompañaban porque descubrieron en Él a alguien a quien merecía la pena seguirle. Otros le seguían por interés y algunos por curiosidad. Se volvió y les empezó a explicar lo difícil que es acompañarle. Ellos le estaban siguiendo físicamente, pero ahora Jesús les expone la necesidad de seguirle con el interior, con el amor más profundo.

 Los seres humanos, incluso los que intentamos llevar un seguimiento de Jesús con una cierta dignidad y totalidad, siempre podemos caer en la tentación de dejarnos absorber por otras situaciones de la vida. Puede ser el trabajo, los amigos, las dificultades e incluso nosotros mismos. La mayor dificultad que tenemos las personas para seguir a Cristo no está en los demás, ni en los que me dan alegrías o los que me dan penas. Mi mayor obstáculo puedo ser yo mismo si no soy capaz de poner a cada situación y cada persona en el lugar que les corresponde en mi vida.

 No es que Jesús haga un desprecio al amor hacia los más cercanos. No nos dice que les dejemos de amar. Lo que nos recuerda es que la fuente del amor, el amor más grande lo tenemos que tener hacia Dios; de esa fuente nacerá la enseñanza para aprender a amar de verdad a los otros.

 Muchos de los amores de la vida nos pueden apartar del camino del amor verdadero. Creemos que nos enamoramos de las personas pero ese amor se puede convertir en una trampa para nuestra libertad. Los amores que hay que superar están en personas físicas a las cuales podemos ver y tocar.

 Jesús nos anima a amarle más allá de lo físico, por eso su amor aparece como más exigente y sobre todo y todos. Seguir al Señor necesita de un amor más fuerte porque sus exigencias son mayores.

 Seguir a Cristo es intentar vivir como Él vivió. Su vida fue una total entrega por encima de los lazos familiares y de las relaciones filiales. Instauró una nueva forma de relación entre los seres humanos: ver a todos, de una manera especial a los más débiles y necesitados, como miembros de la propia familia de Dios, de esa manera todos pasamos a la categoría de hermanos en el Señor…de familia de Dios.

 Dice que debemos de renunciar a todo lo que tenemos para ser discípulo suyo. Amar a Cristo es preferirlo sobre otros amores e intereses.

 Las renuncias no se refieren solamente a cosas físicas pues hay muchas personas que dan el corazón a cosas materiales. La renuncia que Jesús nos pide pasa también por renunciar a nosotros mismos.

 Hay personas que han sido capaces de desprenderse en el seguimiento de Jesús de las cosas materiales. No son ambiciosos. Pero, sin embargo, el camino de discípulo no ha llegado a plenitud porque no ha sabido desprenderse de sí mismo: de sus manías y obsesiones, de sus traumas y cerrazones, de sus ambiciones y deseos. Estos creen que son discípulos pero no lo son porque o bien no han querido o no han podido sentir el amor de Cristo en plenitud. Solamente hay una cosa más difícil que desprendernos del amor a las cosas materiales y de las personas que nos rodea, y es precisamente desprendernos de nosotros mismos. Cuando estamos muy centrados en nuestra vida, cuando estamos obsesivamente preocupados por nosotros, por nuestro futuro, por nuestra situación, es muy difícil que el amor de Dios perdure en nosotros ya que nuestros intereses serán otros.

 Quien sigue a Cristo tiene pocas preocupaciones por sí mismo ya que en el Señor encuentra en cantidad lo que otros y el mismo mundo no le pueden ofrecer.

 EL QUE TENGA OIDOS…QUE OIGA.

 REVDO HNO. JUAN PABLO CJDM*OBISPO JUAN DAVID FALCON.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Lecturas y Homilia del Domingo 22º del Tiempo Ordinario +01 de Septiembre del 2013


Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (3,17-18.20.28-29):
 Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes. No corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de mala planta. El sabio aprecia las sentencias de los sabios, el oído atento a la sabiduría se alegrará.
Palabra de Dios               

Salmo

Sal 67,4-5ac.6-7ab.10-11

 R/. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres

 Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor;
su nombre es el Señor. R/.

Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece. R/.

Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R/. 

 Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (12,18-19.22-24a):
Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando. Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.
Palabra de Dios               

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,1.7-14):

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

Y dijo al que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»
Palabra del Señor

Homilía

¿Qué es ser humilde?
Ser humilde no es tener un carácter débil, cobarde, introvertido, vacilante. Tampoco es tener posturas afectadas ni silencios ni miradas perdidas... Nada de eso. Nuestros antepasados, bien sea san Pedro o san Pablo o cualquier otro u otra de los miles y miles de santos que nos ofrece la Iglesia, no fueron personas cobardes, débiles sino todo lo contrario y, sin embargo, nadie duda de su profunda humildad.

Ser humilde es reconocernos ante Dios y ante los demás tal cual somos, sin apariencias ni falsas modestias. Sabemos que el orgullo y la ambición pueden llevar a los seres humanos a la humillación y rechazo, mientras que el ser de verdad humildes nos lleva a ser más amados por los demás.

Muchas personas quieren ser humildes pero no pueden porque están muy centrados en sí mismos. Si permaneces mucho tiempo compadeciéndote, lamentándote, quejándote, nunca entenderás qué significa vivir en la realidad. Hay personas que se hunden porque su vida no está construida en Dios sino en las apariencias hacia sí mismos y hacia los demás. Quieren dar una imagen que no tienen dentro de sí. Quieren aparentar algo que no son. Ya saben ustedes que nadie puede dar lo que no tiene...

La pobreza es aliada de la humildad. No me estoy refiriendo sólo a la pobreza sociológica sino a esa pobreza de espíritu a la que todos estamos llamados. Los pobres de espíritu no son los frágiles sino los que no tienen nada de qué presumir y si lo tienen no lo ponen como prioridad, al contrario esos dones los ponen al servicio de los demás, en silencio y sin alardear. Son pobres de espíritu los humildes y los temerosos de Dios, es decir, los que no tienen espíritu inflado, falso y egocentrista.

Una de las cosas que tiene la humildad es que no se puede disfrazar. Se nota enseguida la persona que no va buscando admiraciones y reconocimientos y también aquellos que van tras los mismos. Una lección de humildad la tenemos magníficamente expuesta entre Juan el Bautista y Jesús; ambos nos dan en la escena del bautismo (Mt 3,14-15) una auténtica enseñanza de lo que debe ser dejar que Dios y el otro sean el primero en mi vida…o sea amaras a Dios sobre todas las cosas, a tu prójimo como a ti mismo.

Conozco seglares, sacerdotes  y religiosos(a) que están más que deseosos de escalar puestos en el escalafón eclesial, siendo que nunca nos debería de llamar la atención ni importar los títulos ni los grados ni los escalafones, ni debería y menos que sea un objetivo de vida y por lo que servimos... ¡!Ser verdaderamente un cristiano del pueblo, comprometido y con un sincero espíritu de servicio, que busque apasionadamente solo como recompensa el amor de Dios y nada mas!!.

El pecado contra la humildad siempre ha sido el mismo: querer ser como Dios…querer ser Dios.

En la antigüedad romana cuando un general entraba a caballo victorioso en una ciudad a su lado corría un esclavo que le gritaba: "¡Recuerda que no eres Dios!" Ojalá nuestra conciencia y humanidad sean hoy los esclavos en los aparentes triunfos de la vida que nos griten y recuerden nuestra vulnerabilidad y humana fragilidad.

Cuando buscamos el reconocimiento por parte de los demás no tenemos tiempo para dedicarnos a crecer por dentro. Nos comparamos con otros y esto nos hace sufrir. Siempre habrá personas mejores y peores que nosotros. Sólo tenemos que compararnos con nosotros mismos; hay que ser valientes y preguntarnos: "¿Cómo estaba el año pasado por estas mismas fechas? ¿En qué he mejorado en mi caminar hacia Dios y con los demás?"

Aprendamos de Jesús que nos dice: "Aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso." (Mt 11, 29).

La humildad tiene que ser los cimientos en los que se va construyendo la vida cristiana. La oración, la ayuda al projimo, nuestro servicio ministerial y cualquier otro bien que podamos realizar, sin humildad no sirve para nada. Incluso las apariencias de bien nos pueden alejar de Dios como a los fariseos: cumplían todo lo previsto, pero serían unos malos seguidores de Jesús debido a su orgullo y desprecio de los demás. Tenemos que volver a la sencillez de los niños (Mt 18,4).

HERMANO JUAN PABLO CJDM+OBISPO JUAN DAVID FALCON.