¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

viernes, 10 de febrero de 2012

Lecturas y Homilia del Domingo 6º del Tiempo Ordinario +12 de Febrero del 2012

Primera lectura
Lectura del libro del Levítico (13,1-2.44-46):

El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El que haya sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: "¡Impuro, impuro!" Mientras le dure la afección, seguirá impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.»


Palabra de Dios
 
Salmo
Sal 31,1-2.5.11

R/.
Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito. R/.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R/.
 
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10,31–11,1):

Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios, como yo, por mi parte, procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de la mayoría, para que se salven. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.

Palabra de Dios
 
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor
 
HOMILIA
Era por la tarde.Afuera del templo una chica drogadicta, mal vestida y llena de suciedad y malos olores, extiende su mano en la calle en busca de cualquier moneda, da igual que se la den con amor o por pena, da igual… Otra muchacha que salia de la Iglesia, pasa a su lado. Está bien vestida. Con su cara hace un gesto de repugnancia al ver tanta suciedad y hedor; la drogadicta le mira y con una voz dice, —nunca vi una voz con tanto dolor y tanta pena juntas—, le dice: "¡si no me quieres dar, no me des; pero no me desprecies!…"
Algo parecido le pasaba a los leprosos en la época de Jesús y hasta bien entrado el siglo pasado. El leproso tenía que asumir no sólo el sufrimiento físico de su enfermedad, sino también la angustia mental y espiritual de estar totalmente desterrado de la sociedad y ser evitado incluso por los suyos.
Para la Biblia, la lepra era una de las peores enfermedades que podía sufrir una persona. Sabemos que lo que ellos llamaban lepra de una manera mas bien generalizada, hoy se puede ver en varias enfermedades cutáneas. Una persona con cualquier enfermedad en la piel quedaba impura y contra el enfermo se tomaban varias precauciones:
+se les echaba del lugar de residencia
+tenía que vivir solo o con otros leprosos pero siempre lejos de los núcleos de población sana.
+tenían que llevar la ropa desgarrada, la cabeza descubierta y cuando caminaban tenían que gritar: "¡Impuro! ¡Impuro!"
Semejanzas más que evidentes con los marginados de nuestra sociedad. Hoy son otras las formas y las sutilezas para disfrazar siempre la misma marginación desde muy distintos nombres: prevención, precaución, atención, promoción… Pero la realidad es casi siempre la misma…
En la edad media cristiana los leprosos no corrieron mejor suerte. El sacerdote, con la estola y el crucifijo, llevaba al leproso a la iglesia y le leía el oficio de difuntos. El leproso era un muerto en vida. Tenía que llevar una túnica negra para que todos pudieran reconocerle, y vivir en un lazareto. No podía asistir a los oficios religiosos, sólo podía verlos a través de la llamada "grieta de los leprosos" que había en los muros de los templos…
Hoy muchos cristianos no ven con buenos ojos que a sus aseados templos entren personas mal vestidas. En muchas ocasiones hemos creado espacios puros para los puros y nos olvidamos que el Evangelio es pureza para los impuros…
La lepra como enfermedad en la actualidad no tiene gran resonancia. Tenemos que trasladar el significado de su presencia a otras enfermedades con las mismas características de sufrimiento y marginación. Hoy tenemos que hablar de SIDA, de drogadicción, de alcoholismo, de enfermedades mentales… y de otras tantas dolencias que arrastran las mismas consecuencias que la lepra de antaño. Pero no debemos olvidarnos de quienes están sumergidos en la enfermedad y en la marginación y en sus consecuencias sociales.
Aparentemente, todo el mundo es bueno y solidario. Lo podemos comprobar en cualquier país. La buena voluntad de las personas parece que todavía no ha muerto; pero la realidad es bien distinta. Decimos que hay que ayudar a los enfermos de SIDA, etc. pero si en un colegio hay algún niño que tenga esa dolencia veremos a esas mismas personas intentando que se tomen medidas (una forma disimulada de marginación) para evitar el contagio y ese niño no siga en el colegio …
No digamos nada de los lugares de trabajo y de ocio…etc
Veamos qué podemos aprender del Evangelio, de Jesús y del leproso:
+Jesús no rechazó a esta persona porque fuese un leproso, ni tan siquiera cuando estaba saltándose la legalidad vigente (un leproso no podía acercarse a nadie sano…)
+El enfermo llega a Jesús suplicante, poniéndose de rodillas. Para la altanería con las que muchas personas, ya no piden, sino exigen las cosas en nuestro tiempo, bien valen estas rodillas…
+El doliente se acerca a Jesús con una seguridad y una invitación: "Si quieres, puedes limpiarme…" Buena enseñanza para quienes dudan del poder de Dios.
+La actitud del Señor no es rechaso, ni de denuncia o de soltarle el clásico sermón. Dice la Palabra que "Jesús tuvo compasión de él…" La compasión, la misericordia, son disposiciones que nunca pueden ni deben faltar en la vida de la Iglesia y de los cristianos. Si en algo debemos los cristianos de distinguirnos en las desgracias del mundo y de las personas de nuestro tiempo, es precisamente en la misericordia con las que les tratamos. La palabra "misericordia" etimológicamente significa "corazón sensible a la miseria", así es el corazón de Jesús para con el que sufre.
+"Jesús le tocó con la mano y dijo: Quiero. ¡Queda limpio!" Muchas veces nos olvidamos que Dios siempre quiere sanarnos de nuestras miserias, pero tenemos que acercarnos a Él con las mismas disposiciones del leproso del evangelio.
¿Qué mas nos enseñan estos pasajes de la Biblia sobre la lepra actual? Esa lepra interna...el pecado.Primeramente el horror que es el pecado. Luego, la actitud del Señor ante el pecador que busca su ayuda. Y ... ¿qué hacer nosotros, pecadores, ante nuestros pecados? ¿Qué hizo el leproso? Acercarse a Jesús con convicción, sin temor y con una fe segura. Se acercó también con humildad, “suplicándole de rodillas”.Esa debe ser nuestra actitud: reconocer nuestra lepra, buscar ayuda del Señor y aproximarnos a El con convicción y sin temor, pidiéndole que nos sane. El Señor no tendrá asco de nuestra lepra, por más grave que sea nuestra situación de pecado, si humillados nos presentamos ante El. Sabemos que no podemos curarnos por nosotros mismos. Puede ser que por muchos, por muchísimos años vengamos arrastrando una enfermedad del alma, una lepra que parece incurable. Pero, si Dios quiere, puede hacer cualquier milagro ... como el del leproso que se le acercó con fe, con confianza, sin temor, con convicción.
¡Qué mejor oportunidad para obtener la sanación de nuestra lepra espiritual que la Confesión! Por más fea o más larga que sea la lepra de nuestra alma, necesitamos arrepentirnos de nuestros pecados, confesarlos ante el Sacerdote, recibir a Jesús en la Sagrada Comunión. Así de fácil los requisitos. Así de grande la recompensa: quedamos sanos totalmente, como el leproso, para comenzar una nueva vida de gracia en Dios. Vale la pena.

OREMOS!!
Te damos Gracias, Señor y Dios nuestro,
porque tu Misericordia y Amor son infinitos
y tu Compasión llega siempre a cada persona,
sanando de su dolor a cada corazón herido.

Tú, Señor, nos enseñas hoy a estar cercano
a cada hermano que necesita nuestra ayuda,
sin tener prejuicios ni discriminar a nadie.

Tú nos invitas hoy a extender nuestra mano
a todo aquel que sufre porque es marginado
o excluido de la sociedad por falta de caridad.

Te pedimos, Dios Padre Bueno, que nos concedas
la capacidad de lograr amar sin condiciones,
para luchar por la justicia y devolver la dignidad
a aquellas personas que se encuentran doloridas,
alejadas del cariño y apartadas de nuestra sociedad.

¡Si quieres puedes limpiarnos!
¡Gracias porque sabemos que siempre quieres!

Te damos Gracias, Dios Padre nuestro, porque Tú
nos tocas a cada uno el corazón, porque nos quieres,
transformando nuestras miserias para mejorarnos,
y sin tener en cuenta el mal que habita en nosotros.

Gracias, Dios Padre Bueno, porque Tú nos muestras
el camino correcto a seguir, siendo compasivos con todos.
Ayúdanos entregar tu Misericordia a los demás, como Tú,
que eres Compasivo y Misericordioso con nosotros.
Amén.

HERMANO JUAN PABLO CORC+OBISPO JUAN DAVID FALCON

CRISTO VIVE!!

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