¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

domingo, 31 de marzo de 2013

Lecturas y Homilia del Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor-31 de Marzo del 2013


Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10,34a.37-43):

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.»
Palabra de Dios

Salmo
Sal 117,1-2.16ab-17.22-23
R/. Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R/.

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R/.


Secuencia

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.

Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,1-4):
Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.
Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9):
El primer día de la semana(Domingo) María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor

Homilía

¡¡Feliz Pascua!!
Amadisimos hermanos y hermanas en Cristo:

En estos días y principalmente en este hermoso dia recordamos la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Muriendo destruyó la muerte para nosotros, resucitando a una nueva vida ha afirmado nuestra propia vida.

En el bautismo hemos muerto con él al pecado, pero no hemos ganado todavía todas nuestras batallas contra el mal, y la vida de Dios en nosotros no ha llegado todavía a florecer plenamente. Por eso la Iglesia nos invita ahora a rechazar de nuevo todo lo que va contra la Alianza de amor y, como lo hicimos en el bautismo, a prometer vivir conforme a su ley de servicio, bondad y amor. Renovemos, pues, hoy nuestro espíritu y nuestra vida y digamos todos juntos Aleluya Aleluyaaa Cristo resucito...!! CRISTO VIVE!!
María Magdalena fue la primera testigo de la resurrección de Jesús. Fue al sepulcro de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. María fue en busca de un Cristo muerto y lo encontró resucitado…

La resurrección es un tema difícil de tratar y de explicar. En nuestras sociedades "cristianas" no ha calado su sentido y su realidad. Son más las personas que creen en la reencarnación que en la resurrección. El motivo es bastante sencillo de explicar: la reencarnación es como una nueva oportunidad que se le da al ser humano, mientras que la resurrección es siempre una conclusión más que  definitiva en el camino de la vida…además de mas lógica y real. Los cristianos creemos en la resurrección no en la reencarnación.

En un primer momento Maria Magdalena  no cree en lo que Jesús había prometido. Va corriendo adonde estaban Pedro y Juan diciéndoles que se habían llevado al Señor. Los dos apóstoles corrieron hacia el sepulcro. Juan llegó primero a la tumba vacía pero no entró, se quedó mirando desde el mismo lugar que María Magdalena. Al momento llega Pedro y sí entra en el sepulcro.

Muchas veces nos pasa a los seres humanos la misma realidad de aquellos dos apóstoles. Los dos están experimentando la resurrección, pero uno lo ve desde la puerta y el otro entra donde ha tenido lugar el suceso. Quienes deseen tener un mayor conocimiento de las cosas de Cristo, han de bajar a la profundidad de la tumba, ver la realidad de lo que ha sucedido.

Pedro hace una labor de guía del otro apóstol. Aquél que había negado al Maestro en vida es el primero que se atreve a entrar en la realidad del misterio. Poco después Juan entra, vio y creyó.
El cristiano es aquel o aquella que ha entrado a la profundidad del sepulcro y es capaz de percibir el misterio como respuesta. La experiencia de cada cristiano y su testimonio de resurreccion es camino para  llevar a otros hermanos en la fe.

¿Somos los cristianos testigos de la resurrección?
Esta es una pregunta que nos tenemos que hacer frecuentemente. ¿Es mi vida testimonio de resurrección? ¿Soy un buen ejemplo de resucitado?

La resurrección es vida, es nacer para la vida de Dios, estar en Él, disfrutar para siempre de su ternura y su presencia.Es creer en un Dios de vivos…no de muertos.

La resurrección es y debe ser el motor de nuestra fe. Es lo que impulsa nuestro caminar.
Nunca he entendido a los cristianos que permanecen llenos de mil temores y dos mil desamores, pensando más en la condenación eterna, en la muerte y el dolor que en la resurrección eterna. Se olvidan estos hermanos que la muerte redentora de Cristo es siempre invitación a la nueva vida resucitada.

Existen también esas otras resurrecciones diarias que se dan en nuestra vida. Es la resurrección de quien ha cambiado de vida escuchando la Palabra de Dios, la del que ha vuelto del pecado a la gracia porque supo bajar a la tumba donde estuvo enterrado Jesús y descubrió que ya no estaba allí, y emprendió así la gran ruta espiritual del conocimiento de Dios.

Resucitar es dejar que Dios tome la ultima palabra en mi vida. Es no ponerle obstáculos para que se haga realidad su promesa de vida eterna.
Los cristianos tenemos que hacernos con frecuencia la pregunta: ¿Me siento de verdad resucitado?
De nuevo, ¡Feliz Pascua!

Bendición

Hermanos: ¡Qué experiencia única de alegría si hemos revivido realmente este dia  santo lo que hemos llegado a ser por medio de la resurrección de Jesucristo!

Queremos mantenernos viviendo en la esperanza y felicidad
de un pueblo que ha resucitado por encima del mal y del pecado, y se esfuerza por vivir para favorecer todo lo bueno, justo y bello.

Que la bendición de Dios todopoderoso y amoroso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.

Amen!!

Hermano Juan Pablo CORC+Obispo Juan David Falcon

viernes, 22 de marzo de 2013

Lecturas y Homilía del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor -24 de Marzo del 2013



Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (50,4-17):

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído. Y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
Palabra de Dios

Salmo
Sal 21,2a.8-9.17-18a.19-20.23-24
R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Al verme, se burlan de mí,
Hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
Que lo libre, si tanto lo quiere.» R/.

Me acorrala una jauría de mastines,
Me cerca una banda de malhechores;
Me taladran las manos y los pies,
Puedo contar mis huesos. R/.

Se reparten mi ropa,
Echan a suertes mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
Fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R/.
Contaré tu fama a mis hermanos,
En medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo;
Linaje de Jacob, glorificadlo;
Temedlo, linaje de Israel. R/.

Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,6-11):

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
 Palabra de Dios

Evangelio
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas (22,14–23,56):

C. Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo:
+ «He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios.»
C. Y, tomando una copa, pronunció la acción de gracias y dijo:
+ «Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios.»
C. Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
+ «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.»
C. Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo:
+ «Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros. Pero mirad: la mano del que me entrega está con la mía en la mesa. Porque el Hijo del hombre se va, según lo establecido; pero, hay de ése que lo entrega!»
C. Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que iba a hacer eso. Los discípulos se pusieron a disputar sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero. Jesús les dijo:
+ «Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el primero entre vosotros pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve. Porque, ¿quién es más, el que está en la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está en la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve. Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo os transmito el reino como me lo transmitió mi Padre a mí: comeréis y beberéis a mi mesa en mi reino, y os sentaréis en tronos para regir a las doce tribus de Israel.»
C. Y añadió:
+ «Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos.»
C. Él le contestó:
S. «Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a la cárcel y a la muerte.»
C. Jesús le replicó:
+ «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes que tres veces hayas negado conocerme.»
C. Y dijo a todos:
+ «Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?»
C. Contestaron:
S. «Nada.»
C. Él añadió:
+ «Pero ahora, el que tenga bolsa que la coja, y lo mismo la al forja; y el que no tiene espada, que venda su manto y compre una. Porque os aseguro que tiene que cumplirse en mí lo que está escrito: "Fue contado con los malhechores." Lo que se refiere a mi toca a su fin.»
C. Ellos dijeron:
S. «Señor, aquí hay dos espadas.»
C. Él les contestó:
+ «Basta.»
C. Y salió Jesús, como de costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo:
+ «Orad, para no caer en la tentación.»
C. Él se arrancó de ellos, alejándose como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba, diciendo:
+ «Padre, si quieres, aparta de mi ese cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
C. Y se le apareció un ángel del cielo, que lo animaba. En medio de su angustia, oraba con más insistencia. Y le bajaba hasta el suelo un sudor como de gotas de sangre. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la pena, y les dijo:
+ «¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en la tentación.»
C. Todavía estaba hablando, cuando aparece gente; y los guiaba el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús. Jesús le dijo:
+ «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?»
C. Al darse cuenta los que estaban con él de lo que iba a pasar, dijeron:
S. «Señor, ¿herimos con la espada?»
C. Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino, diciendo:
+ «Dejadlo, basta.»
C. Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra él:
+ «¿Habéis salido con espadas y palos, como a caza de un bandido? A diario estaba en el templo con vosotros, y no me echasteis mano. Pero ésta es vuestra hora: la del poder de las tinieblas.»
C. Ellos lo prendieron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor, y Pedro se sentó entre ellos. Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se lo quedó mirando y dijo:
S. «También éste estaba con él.»
C. Pero él lo negó, diciendo:
S. «No lo conozco, mujer.»
C. Poco después lo vio otro y le dijo:
S. «Tú también eres uno de ellos.»
C. Pedro replicó:
S. «Hombre, no lo soy.»
C. Pasada cosa de una hora, otro insistía:
S. «Sin duda, también éste estaba con él, porque es galileo.»
C. Pedro contestó:
S. «Hombre, no sé de qué me hablas.»
C. Y, estaba todavía hablando, cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente. Y los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de él, dándole golpes. Y, tapándole la cara, le preguntaban:
S. «Haz de profeta; ¿quién te ha pegado?»
C. Y proferían contra él otros muchos insultos. Cuando se hizo de día, se reunió el senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y escribas, y, haciéndole comparecer ante su Sanedrín, le dijeron:
S. «Si tú eres el Mesías, dínoslo.»
C. Él les contestó:
+ «Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto, no me vais a responder. Desde ahora, el Hijo del hombre estará sentado a la derecha de Dios todopoderoso.»
C. Dijeron todos:
S. «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?»
C. Él les contestó:
+ «Vosotros lo decís, yo lo soy.»
C. Ellos dijeron:
S. «¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca.»
C. Se levantó toda la asamblea, y llevaron a Jesús a presencia de Pilato. Y se pusieron a acusarlo, diciendo:
S. «Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el Mesías rey.»
C. Pilato preguntó a Jesús:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Él le contestó:
+ «Tú lo dices.»
C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente:
S. «No encuentro ninguna culpa en este hombre.»
C. Ellos insistían con más fuerza, diciendo:
S. «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí.»
C. Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y, al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de él y esperaba verle hacer algún milagro. Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero él no le contestó ni palabra. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándolo con ahínco. Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy mal. Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo:
S. «Me habéis traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo lo he interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido: ya veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré.»
C. Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaron en masa, diciendo:
S. «¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabás.»
C. A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando:
S. «¡Crucifícalo, crucifícalo!»
C. Él les dijo por tercera vez:
S. «Pues, ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré.»
C. Ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío. Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su arbitrio. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban larnentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
+ «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: "Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado." Entonces empezarán a decirles a los montes: "Desplomaos sobre nosotros", y a las colinas: "Sepultadnos"; porque, si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?»
C. Conducían también otros malhechores para ajusticiarlos con él. Y, cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.. Jesús decía:
+ «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»
C. Y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte. El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas, diciendo:
S. «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.»
C. Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
S. «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.»
C. Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos.» Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:
S. «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.»
C. Pero el otro le increpaba:
S. «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.» C. Y decía:
S. «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.»
C. Jesús le respondió:
+ «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»
C. Era ya eso de mediodía, y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
+ «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.»
C. Y, dicho esto, expiró.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa
C. El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios, diciendo:
S. «Realmente, este hombre era justo.»
C. Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvía dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos se mantenían a distancia, y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando. Un hombre llamado José, que era senador, hombre bueno y honrado (que no había votado a favor de la decisión y del crimen de ellos), que era natural de Arimatea, pueblo de Judea, y que aguardaba el reino de Dios, acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía. Era el día de la Preparación y rayaba el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea fueron detrás a examinar el sepulcro y cómo colocaban su cuerpo. A la vuelta, prepararon aromas y ungüentos. Y el sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento.
Palabra del Señor 

Homilía

Sufrimiento y Muerte de Jesús

En la pasión, Lucas presenta a Jesús como el que vino a buscar y salvar lo que estaba perdido. Ofrece la misericordia de Dios al pueblo de hoy.

La semana santa empieza con la entrada triunfal de Jesús, es como un escaparate desde donde se pasa del halago al sufrimiento, de la muerte a la resurrección.
La Pasión de Cristo no ha perdido ni perderá nunca actualidad. Cada uno de los personajes que aparecen en ella se hacen las mismas preguntas de las personas de todos los tiempos. ¿Qué significado tiene dar la vida por los demás? ¿Por qué existe el dolor y el sufrimiento? ¿Qué sentido tiene el sufrir?

¿Qué respuesta nos da la Pasión de Jesús?

Cada ser humano tiene en su vida sus cruces y su cruz.
 Las cruces normalmente las ponen los demás: el carácter y los traumas del otro; la mala relación con alguien determinado; el día a día lleno de sufrimiento por las incomprensiones de los demás; la dificultad en las relaciones humanas...

La cruz, en cambio, siempre es nuestra, está en nuestro interior; casi les diría que venimos con ella, es nuestra "cruz original". Nuestra cruz es lo que no podemos cambiar fácilmente y que tanto nos entristece y nos duele. En uno será el carácter, en otros el profundo sentimiento de soledad, en otros dejarse llevar por los malos hábitos y pasiones,  en muchos la pérdida de la paz interior...

Jesús vino para darnos respuestas a las cruces y a la cruz.

 Para ello supo unir en sí mismo las cruces de los demás y su propia cruz. No era ni fue nada cómodo morir de esa manera tan desgarradora cuando la vida te podía ofrecer otros horizontes. ¿Te has preguntado alguna vez por qué Jesús no murió plácidamente en una cama?

¿Qué misterio se encierra en la cruz?

Para superar las cruces, Jesús nos deja el perdón a los demás. Él perdona a todos desde lo alto de la cruz y fue un perdón dirigido a la humanidad entera. No fue solamente a aquellos que le proferían dolor e insultos sino a todos los que me infligen sufrimientos hoy, en este día. En la misma cruz perdona también al buen ladrón que se arrepiente. Ambas escenas son de la misma obra de la humanidad: el perdón al que peca para que su pecado no vaya a más y no haga y se haga más daño y el perdón al que se arrepiente. Arrepentirse significa reconocer que Dios es más que yo y que viendo mi error le dejo que entre a mi vida para que la transforme…si no lo sientes así, no te engañes!! Tu arrepentimiento no es real, ni con convicción de que no volverás a pecar…

¿Qué actitud tomó Jesús ante este terrible sufrimiento?
Dice el versículo 44: "En medio de un gran sufrimiento, Jesús oraba aún más intensamente, y el sudor le caía al suelo como grandes gotas de sangre."

Sabía lección la que nos deja el Maestro: La oración ejerciendo su valor terapéutico y didáctico donde el dolor es sólo el alumno que tiene que aprender lo que dice un corazón que habla con Dios. El dolor con la oración adquiere una nueva perspectiva. Cuando una persona es capaz de poner el dolor ante Dios, es el propio Dios quien lo transforma en resurrección.
Cuando tengas un dolor, sea moral, sea físico, entra en pleno contacto con Dios y ya verás como no preguntarás el por qué, ni verás el sufrimiento como un fracaso o castigo. Descubrirás que ya no es el sufrimiento quien te domina sino es Jesús quien ha tomado las riendas de ese caballo desbocado que se llama dolor.

Yo en lo personal entendí y estoy totalmente convencido que Jesús murió por mí para que yo entendiera quién soy yo y quién es Él. Supo salvarme sin aniquilarme sino dándome vida. No destruyó mi pasado de pecado sino que lo transformó en presente resucitado.

Hay muchas personas que tienen pendiente la difícil asignatura del dolor y el sufrimiento. Los cristianos no somos partidarios de la eutanasia pero tampoco somos masoquistas. Nuestra actitud va a la frase de Jesús: "Padre, si quieres, líbrame de esta copa de amargura; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya." (v.42).
Aceptar la voluntad que Dios tiene sobre mí es encontrar un significado al dolor diario.

Puede ser que tú que lees esto hoy estés en la cruz en sus diferentes formas. Con un sufrimiento que sientes que te ahoga y piensas que no podrás soportar más…yo también he estado así varias veces  y te comprendo por eso puedo decirte que solo Cristo ha podido transformar mi dolor en resurrección, solo Él me ha podido sanar. Mi palabra quiere ahora en este comienzo de la semana santa ser para ti.

Deja que tu vida mire hoy a la cruz de Cristo. Pide al Señor en la oración no comprender el sufrimiento sino entender su cruz. ¡! Grítale quiero entender tu cruz!! Vive intensamente cada momento de esta gran aventura de la Pasión para que encuentres en tu vida no meras explicaciones sino el profundo significado espiritual que verdaderamente tiene…déjate transformar por El!

Tenemos que ir a la cruz de Cristo no para entender sino para contemplar.
El sufrimiento es un misterio que sólo desde la voluntad y la cercanía de Dios tiene sentido.
Te deseo que esta semana santa sea en tu vida la primera semana de cambio en dirección hacia Jesús resucitado…y por supuesto a todo aquel que me ha ofendido y ha ofendido a los seres que amo, desde lo profundo de mi corazón ya lo he perdonado!...Empieza esta Semana Santa perdonándote a ti mismo y perdonando a los demás!...

El que tenga oídos…que oiga.

Hermano Juan Pablo CORC-Obispo Juan David Falcón.


sábado, 16 de marzo de 2013

Lecturas y Homilia del Domingo 5º de Cuaresma - 17 de Marzo del 2013


Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (43,16-21):
Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes; caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo. Me glorificarán las bestias del campo, chacales y avestruces, porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza.
Palabra de Dios.

Salmo
Sal 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6

R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R/.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R/.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R/..

Al ir, iba llorando, llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.

Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (3,8-14):
Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe. Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos. No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí. Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.
Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (8,1-11):
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?»
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.

Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.»
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó: «Ninguno, Señor.»
Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»
Palabra del Señor

Homilía
Las personas tenemos  una predilección especial por la justicia; pero no siempre la justicia que crean los hombres se ajusta a los designios de Dios. En nombre de la justicia se han cometido a lo largo de la Historia toda clase atropellos e injusticias. Nosotros los cristianos venimos de una Iglesia que fue injustamente perseguida y que a su vez injustamente persiguió a otros. ¿Cómo romper la espiral de la justicia que se vuelve injusta? ¿Cómo tener la certeza de no equivocarnos cuando queremos impartir justicia? Veamos cómo logró Jesús equilibrar la justicia con la misericordia.

La escena sucede en el templo. Nosotros también acostumbramos a llevar al templo nuestros pecados y los de los demás. En algunas ocasiones oímos como el que predica condena reiteradas veces a las mazmorras eternas a los pecadores temporales...

Era una mujer que había cometido un pecado gravísimo: era una adúltera. Parece que esta narración coincide con la historia de Susana (Dan 13). Se repite la escena pero esta vez con personajes bien distintos.

Los acusados del crimen de adulterio habían de ser condenados a muerte tal y como lo prescribía la ley judía. Los fariseos aparecen aquí extremadamente celosos contra el pecado, cuando en realidad ellos mismos no estaban libres del mismo pecado u otros del que acusaban a la mujer. Muchas veces encontramos entre los cristianos actitudes parecidas. Los que son indulgentes con sus propios pecados muchas veces son muy severos con los pecados de los demás.

Esta pobre mujer no tiene excusa, no puede alegar que es mentira ya que la Palabra nos dice que fue "sorprendida en el acto mismo de adulterio" .

En la ley (Lev 20,10; Dt 22,22-23) mandó Moisés apedrear a tales mujeres. La perversidad del adulterio está en razón directa de la santidad del matrimonio, pues es la violación de la primera institución divina en el estado de inocencia.

Le piden que dé su veredicto. Jesús trae una nueva ley superior a la de Moisés en contenido y exigencias. No se trata de cumplir mecánicamente lo que hay que hacer, sino ir poco a poco teniendo un corazón limpio y una mirada limpia de la que salga todo el amor y bondad de la que se es capaz. Tener un corazón limpio es la mejor manera de entender las exigencias del Evangelio y saber aplicar las normas con una recta justicia.

Hay ocasiones que en la pastoral de Iglesia se producen acciones que nos despistan o que pueden incluso confundirnos. Si entendemos mal lo que es la justicia que Jesús quiere y, llevados de una falsa comprensión de la caridad dejamos que el pecado siga estando en el pecador, y lo que es más triste, que tratemos de justificar el pecado en nombre de la comprensión humana, estaremos haciendo un debil servicio al amor de Dios.

 Es delicado tratar el pecado sin la comprensión de Dios porque siempre podemos encontrar explicaciones racionales a las cosas que hacemos. Mirar el pecado más allá de nuestras limitaciones humanas es darnos cuenta que la libertad del ser humano no siempre va orientada hacia su libertador. 
Ser profeta es descubrirle al otro la dimensión de su pecado y la llamada a la misericordia de Dios en un cambio real de vida. No estamos llamados los cristianos a ser catalogadores de pecados ni de pecadores, estamos invitados a ser los proclamadores de las misericordias de Dios para con los que se arrepienten. No caigamos en la trampa de pensar que utilizando la sola comprensión de las ciencias humanas (psicología, sociología...) llegaremos a entender la hondura real del pecado. El pecado es otra dimensión que sólo los espirituales pueden sondear y sanar indicando al pecador el camino del encuentro con Jesús.

Peco y soy como soy no porque haya nacido en una familia disfuncional  y mi infancia esté llena de dolor y traumas o porque  en mis años de juventud tuve todo tipo de vicios... El pecado está presente en la vida del pecador  y este es  presa del pecado, porque todavía no ha tenido un encuentro cara a cara con el Señor que sea tan fuerte como para que transforme su  vida...

El origen del pecado no es el pasado de mi vida. El pecado siempre es presente, siempre es ausencia de Dios en este momento de mi vida... Superar el pecado es comenzar una vida nueva donde el pasado queda ya olvidado y sólo queda mirar hacia adelante. La vida nueva es el encuentro real con Jesús.

Si Jesús perdonaba a la mujer le acusarían de contradecir la ley de Moisés y fomentar el pecado, cosa indigna en quien profesaba la rectitud y la pureza de un profeta.

¿Cómo solucionó Jesús este laberinto donde se confunde ley con misericordia?

Al principio se comportó como si no le diese importancia al asunto. Es la única vez que la Palabra menciona al Señor escribiendo. Cuando nos proponemos cosas difíciles no hemos de precipitarnos a la hora de responder sino contar diez antes de hablar.

El Maestro nombrado juez por aquellos da un salto espiritual y va más allá de lo meramente jurídico, va al corazón de los acusadores y allí encuentra las mismas miserias que condenaban en aquella mujer.

Le insisten nuevamente con más preguntas. Esperan una respuesta. Jesús volvió contra ellos mismos el veredicto que formulaban contra la mujer. Ellos pedían un veredicto legal y Jesús les ofrece un veredicto desde sus conciencias.

La conciencia es la luz de Dios depositada en el interior de cada persona, y  una palabra de Cristo puede reavivar esa luz y poner la oscuridad del pecado ante el resplandor de la amorosa presencia de Dios. El pecado nunca podrá ocultar la luz de Dios. Pase lo que pase en la vida de una persona siempre podrá volverse a la luz limpiadora de Cristo…Siempre y cuando haya un arrepentimiento sincero, real…

Les dijo que el que no tenga pecado que tire la primera piedra. No les está hablando de los pecados que habían cometido en el pasado, les está preguntando por sus pecados de hoy. Uno a uno se marcharon.

La mujer se quedó a solas con Jesús. Ella no trata de culpar a los otros ni disculparse con elaborados razonamientos. Sólo se quedó esperando el veredicto que los otros demandaban. El Señor no le dijo "Vete y haz lo que quieras", sino que le urgió: "Vete y no peques más". Ya saben ustedes que en el camino de nuestra vida material el encuentro con Jesús no es definitivo; una y otra vez estaremos escuchando esa frase de "Vete y no peques más..." hasta llegar al encuentro definitivo donde la frase de Dios será otra: "Vengan benditos de mi Padre..."

No es suficiente reconocer el pecado; hay que cambiar el pecado por vida nueva.

Miro mi vida siempre al borde de la tentación y me miró frágil en mis adentros. Desde mi ministerio sacerdotal tengo que predicar a otros la perfección del seguimiento de Cristo y el amor que Dios nos tiene. Mi misión es predicar el amor de Dios pero me encuentro muchas veces con normas , reglamentos, ideologías, que quieren imprimir en mí otra mirada distinta a la de Jesús. Pido a Dios que no me haga juez de los demás, que me dé mirada limpia para saber que más allá del pecado siempre hay un ser humano sediento de misericordia. Pido a Dios su sabiduría para ser un fiel testigo del justo amor de Dios.

Una persona puede tener muchos pecados, pero los cristianos, incluso en esas situaciones que nos sumergen en el lodazal del pecado, tenemos que decirnos una y otra vez: "no estoy orgulloso de mis pecados... me avergüenzo de ellos..." Este ejercicio lo hago con frecuencia en mi vida. No quiero estar orgulloso de mis pecados, sólo quiero estar orgulloso de lo que Cristo con su sangre hace cada día por mí.

Hay personas que creen que nunca van a superar sus pecados y miserias humanas. A estas personas hay que recordarles que es necesario ese encuentro, ese silencio meditativo, ese saber estar cerca de Jesús para sentirse perdonado por Él y ese perdón nos llevará siempre a un cambio real de vida. No hay cambio si no hay encuentro con Él, aunque sea que por motivo de un pecado nos hayamos acercado al encuentro con su misericordia...

Hermano Juan Pablo CORC-Obispo Juan David Falcon.



sábado, 2 de marzo de 2013

Lecturas y Homilia del Domingo 3º de Cuaresma - 03 de Marzo del 2013

Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (3,1-8a.13-15):

En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. 
Moisés se dijo: «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.» 
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: «Moisés, Moisés.» 
Respondió él: «Aquí estoy.» 
Dijo Dios: «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.» 
Y añadió: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.» Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios. 
El Señor le dijo: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel.» 
Moisés replicó a Dios: «Mira, yo iré a los israelitas y les diré: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros." Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?» 
Dios dijo a Moisés: «"Soy el que soy"; esto dirás a los israelitas: `Yo-soy' me envía a vosotros".» 
Dios añadió: «Esto dirás a los israelitas: "Yahvé (Él-es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Éste es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación".»

Palabra de Dios
Salmo
Sal 102,1-2.3-4.6-7.8.11

R/.
 El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, 
y todo mi ser a su santo nombre. 
Bendice, alma mía, al Señor, 
y no olvides sus beneficios. R/.

Él perdona todas tus culpas 
y cura todas tus enfermedades; 
él rescata tu vida de la fosa 
y te colma de gracia y de ternura. R/. 

El Señor hace justicia 
y defiende a todos los oprimidos; 
enseñó sus caminos a Moisés 
y sus hazañas a los hijos de Israel. R/.

El Señor es compasivo y misericordioso, 
lento a la ira y rico en clemencia; 
como se levanta el cielo sobre la tierra, 
se levanta su bondad sobre sus fieles. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10,1-6.10-12):

No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquéllos. No protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga.

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,1-9):

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. 
Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.» 
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas".»

Palabra del Señor

Homilía

¿Por qué los desastres y los accidentes que tantas vidas humanas cuestan cada día? ¿Por qué el sufrimiento de los inocentes? ¿Por qué suceden uno tras otros los motivos de dolor y de muerte para los seres humanos?

La mentalidad de la época de Jesús sobre estos temas era clara: el que es malo sufre; el que es bueno no conoce el sufrimiento material. Pero las cosas no coincidían. Ellos veían que habían buenos a los que las cosas les iba bastante mal y malos a los que todo les iba bien. ¿Cómo entender entonces esa realidad del sufrimiento humano?

Se acercan unos a Jesús y le cuentan un episodio sobre una masacre ordenada por Pilato contra cierto número de galileos. Este suceso no se encuentra en ningún otro lugar, ni en la Biblia ni fuera de la Biblia. No sabemos con exactitud qué puede haber ocurrido. Lo que sí parece claro es que al mezclar la sangre de aquellos hombres con las de las víctimas del sacrificio, fue una manera más que acentuada de desprecio y humillación tanto a las personas como a los preceptos rituales judíos.

El Señor les contesta con un accidente: la caída de la torre de Siloé que se cayó encima de dieciocho personas. Aprovechando estos relatos Jesús les dice que no interpreten mal estos trágicos sucesos. Ellos creían, tal y como hemos dicho, que los grandes sufrimientos son el justo castigo de los grandes malhechores, pero el Señor les hace ver que de ninguna manera es así. Para Jesús no existe relación directa entre pecado y calamidades materiales.

Los que le traían la noticia le habían comentado un incidente con los galileos; al fin y al cabo procedían de una región despreciable. Pero es el propio Señor quien les recuerda un accidente ocurrido a los propios judíos en el mismísimo Jerusalén, en la torre de Siloé. Les pone nuevamente en contra de su propia concepción del origen del sufrimiento. Ellos entendían que el sufrimiento físico humano era consecuencia directa del pecado. Jesús hace una llamada a no juzgar a los demás. 
Si nos dejamos llevar por esta concepción del sufrimiento tendríamos que concluir entonces que muchas malas personas que gozan de prosperidad tendrían que ser equiparados a un santo, y los más débiles, según esta concepción, tendrían que ser los malditos.

Jesús aprovecha esos acontecimientos para hacer una llamada al arrepentimiento y a la conversión y advierte sobre las graves consecuencias que trae consigo la no penitencia.

Hay cristianos de hoy que creen que "la vida está escrita" o que existe el "destino" de cada persona. Los cristianos no creemos que nuestra vida está ya diseñada por nada (llámese astros, visiones, cartas, etc.) ni por nadie. No creemos en el ciego destino que marca nuestras acciones y nuestra vida como si fuésemos meros peones en un tablero donde la jugada ya ha sido diseñada. Delante de nosotros está la vida y la muerte, el bien y el mal, y la vida del ser humano es un constante elegir entre lo uno y lo otro (Deuteronomio 30). Lo que ocurre con las personas es que no siempre ni elegimos ni interpretamos bien lo que nos pasa, esto nos trae una carga de sufrimiento que muchas veces intenta desviarnos del camino que libremente hemos elegido.

Si mi vida está determinada por el "destino" no soy libre pues haga lo que haga estaré haciendo lo que me marca el destino. Soy libre y eso me lleva a enfrentarme conmigo mismo. Si meto la pata, si me equivoco en elegir el camino adecuado de la vida, no le puedo echar la culpa a los astros ni a mi horóscopo; soy libre y elegí, yo soy el único responsable de mi vida.Yo vivire las cpnsecuencias...
Cuando yo muera y esté ante Dios no le va a preguntar el Señor a los astros ni a las cartas ni a mi horóscopo sobre mi vida. Me preguntará sólo a mí, a mi corazón, y desde la libertad que me dio le daré con lo que fue mi vida la respuesta.



A continuación utiliza una parábola dirigida principalmente a Israel, pero también hoy para despertar a todos aquellos que  tienen los medios de la gracia al alcance de la mano, para que respondan a las oportunidades que Dios les ofrece.

Las características de la higuera son:
  • El dueño la había plantado en su viña, esto es, en el mejor terreno posible y donde iba a recibir los mejores cuidados. Nosotros somos por nuestra vinculación a la fe y a la Iglesia higueras plantadas en la mejor viña de Dios.
  • El dueño vino a buscar sus frutos. Fue el dueño directamente, en persona, no envió a sus trabajadores. ¡Cuántas veces se acerca Dios a mi pobre vida en busca de frutos y yo lo único que hago es quejarme de mi poca agua, de mi poca tierra, del lugar donde me han plantado...!
  • El dueño no halló fruto alguno. Además de no dar fruto la higuera ocupa estérilmente la tierra. Manda a cortarla. El momento de la muerte es cortar nuestro recorrido terreno. Los frutos que no produzcamos en vida no germinarán en la muerte. Si el Evangelio no transforma hoy mi vida no me dejará dar frutos.
  • El que cuidaba la viña intercede por ella. Cristo es el gran intercesor, pero cada creyente debe de interceder por los demás. Puede ser que pienses que has hecho poco por los demás en el camino de tu vida, que has dado pocos frutos, pero nunca sabrás lo que hizo tu oración por el otro ante Dios. El que estaba en pecado no oyó de ti ni juicios ni reproches, sólo Dios escuchó la oración llena de amor que hiciste por quien no sabía hacerla por sí mismo.
Hay personas que en la vida no hablan el lenguaje de Dios. El pecado hace que ni la Palabra se entienda ni la escucha sea la adecuada. En el fondo cada cristiano tiene que ser para con el pecador un traductor de Dios, hacerle ver al que vive en pecado con un lenguaje humano el amor que Dios le tiene y la invitación a cambiar, a dar frutos de felicidad.

El intercesor pide una nueva oportunidad al dueño de la higuera. Es una llamada a la misericordia. Muchas veces hacemos justo al revés: en lugar de ser hermanos de nuestros hermanos nos hacemos jueces de los demás.

!!¿Quién te ha nombrado juez de los demás?!!

Trabajará y echará abono para que la próxima vez ya tenga frutos. Hay muchas personas que necesitan más abono y más tiempo para el encuentro con Dios. En la pastoral la tarea más importante no es acercar la gente a Dios sino plantar bien la semilla de la fe, de la vida para que sea capaz de crecer en la luz de Dios.

Convertirse, en el lenguaje bíblico, no indica el paso de un lugar a otro sino precisamente de un modo de vivir a otro. Nadie está excluido de la posibilidad de cambiar. Nadie puede ser dado por irrecuperable.
Cada uno de los que creemos en Dios tenemos que ser a la vez higuera y cuidador de la viña. Los demás no necesitan de tus convicciones ni tus grandes cualidades. Aprende que en la vida lo que va buscando cada corazón humano es un corazón que le comprenda y ame, y en eso Dios es el Maestro.

Hay cristianos que están más que preocupados por los frutos (recuerda el salmo: "qué llevaré en las manos cuando me presente ante el Señor...").Yo la verdad más que de los frutos me preocupo de la higuera de mi vida. Sé que estoy plantado en la viña de la Iglesia; el abono que poseo es el mejor: la Palabra y los sacramentos; tengo un buen cuidador, Jesús; y las otras higueras que están conmigo plantadas en esta viña me dejan disfrutar de su agua y de su tierra con su ejemplo y con su profundidad espiritual y con su sentido común...

Estoy preocupado por la higuera de mi vida porque un árbol bueno sólo puede dar frutos buenos...Por todo esto nuestro mejor abono es la Santa Eucaristia, la oracion,la palabra y el Amor...

El que tenga oidos que oiga.

Hermano Juan Pablo CORC-Obispo Juan David Falcon.