¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

domingo, 13 de noviembre de 2011

Lecturas y Homilia del Domingo del Tiempo Ordinario - 13 de Noviembre del 2011


Primera lectura
Lectura del libro de los Proverbios (31,10-13.19-20.30-31):

Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas. Su marido se fía de ella, y no le faltan riquezas. Le trae ganancias y no pérdidas todos los días de su vida. Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos. Extiende la mano hacia el huso, y sostiene con la palma la rueca. Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre. Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura, la que teme al Señor merece alabanza. Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza.


Palabra de Dios
Salmo
Sal 127,1-2.3.4-5

R/.
Dichoso el que teme al Señor

Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.


Tu mujer, como parra fecunda,

en medio de tu casa; tus hijos,
como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.


Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (5,1-6):

En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis, hermanos, que os escriba. Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: «Paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar. Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas, Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.


Palabra de Dios
Evangelio Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,14-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes."»

Palabra del Señor

HOMILIA
La parábola de los talentos nos hace reflexionar sobre esas inmensas riquezas espirituales que Dios ha dado a su Iglesia y que ésta tiene que poner en juego para hacerlas fructificar. Cada cristiano tiene que acoger la administración de su Señor y hacer productivo lo recibido.

El amo es Cristo, los siervos todos los creyentes. El amo nos encomendó sus bienes.
Los bienes son las cualidades naturales y gracias espirituales que nos preparan para determinados ministerios al servicio de Dios.

Jesús dejó a la Iglesia equipada con todo lo necesario para permanecer y poder cumplir su misión.
No somos iguales ni en dones ni en talentos, pero cada ser humano por el hecho de serlo ya tiene por lo menos un talento. Muchas personas con pocos talentos pueden hacer mucho.

¿Qué hicieron con los talentos? Los pusieron a trabajar. No es el talento de la persona lo que importa; lo que importa es cómo lo use.
Dos de los siervos negociaron bien con sus respectivos talentos. Tuvieron gran éxito: doblaron los bienes encomendados.
Dios no mira la cantidad total de las ganancias sino la fidelidad al mandato dado.

 ¿Eres diligente a la hora de poner al servicio de los demás los bienes que Dios te ha dado?
¿Sientes que tus cualidades están acordes con lo que necesita la Iglesia en estos tiempos?

La recompensa de Dios es más silenciosa, sólo la escucha y la saborea el corazón y quienes son capaces de ver en esas obras la mano amorosa del Señor.

El tercer siervo cumplió mal: escondió el talento que se le dejó. Muchas veces ocurre esto: quien menos tiene es quien menos arriesga.
En muchas ocasiones oímos a personas que nos dicen: Yo es que no sé… no puedo… no estoy preparado… para hacer cosas por los demás. En cambio, siempre estamos preparados y dispuestos para recibir la ayuda de los otros…
El Señor viene y ajusta cuentas con sus siervos. Todos tarde o temprano debemos ajustar cuentas:

+con nosotros mismos
+con Dios
+con nuestra conciencia
+con los demás

Hay personas que se contentan con una frase ya trillada. Dicen que no hacen mal a nadie, pero para el cristiano esta no es la frase. La pregunta para el cristiano es: ¿Le haces bien a alguien? 

Si hacemos el bien y lo hacemos bien, recibiremos la bendición de Dios. Los siervos fieles presentan al amo lo que han ganado.
El mal siervo tiene tres actitudes que también vemos con cierta frecuencia a nuestro alrededor, quizá también en nosotros mismos: 

+se excusa 
+va y esconde el talento
+tuvo miedo

Tenemos que llenarnos del convencimiento que algo es mejor que nada. Siempre podemos hacer algo por poco que sea.Y a los ojos de Dios nada es mucho...
El siervo inútil y negligente queda fuera del reino de Dios.
Los siervos que pusieron a rendir sus dones recibirán como premio el entrar al reino de Dios.
 
EL QUE TENGA OIDOS...QUE OIGA.
 
HERMANO JUAN PABLO CORC+OBISPO JUAN DAVID FALCON
 
CRISTO VIVE

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