¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

domingo, 1 de septiembre de 2013

Lecturas y Homilia del Domingo 22º del Tiempo Ordinario +01 de Septiembre del 2013


Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (3,17-18.20.28-29):
 Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes. No corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de mala planta. El sabio aprecia las sentencias de los sabios, el oído atento a la sabiduría se alegrará.
Palabra de Dios               

Salmo

Sal 67,4-5ac.6-7ab.10-11

 R/. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres

 Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor;
su nombre es el Señor. R/.

Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece. R/.

Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R/. 

 Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (12,18-19.22-24a):
Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando. Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.
Palabra de Dios               

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,1.7-14):

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

Y dijo al que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»
Palabra del Señor

Homilía

¿Qué es ser humilde?
Ser humilde no es tener un carácter débil, cobarde, introvertido, vacilante. Tampoco es tener posturas afectadas ni silencios ni miradas perdidas... Nada de eso. Nuestros antepasados, bien sea san Pedro o san Pablo o cualquier otro u otra de los miles y miles de santos que nos ofrece la Iglesia, no fueron personas cobardes, débiles sino todo lo contrario y, sin embargo, nadie duda de su profunda humildad.

Ser humilde es reconocernos ante Dios y ante los demás tal cual somos, sin apariencias ni falsas modestias. Sabemos que el orgullo y la ambición pueden llevar a los seres humanos a la humillación y rechazo, mientras que el ser de verdad humildes nos lleva a ser más amados por los demás.

Muchas personas quieren ser humildes pero no pueden porque están muy centrados en sí mismos. Si permaneces mucho tiempo compadeciéndote, lamentándote, quejándote, nunca entenderás qué significa vivir en la realidad. Hay personas que se hunden porque su vida no está construida en Dios sino en las apariencias hacia sí mismos y hacia los demás. Quieren dar una imagen que no tienen dentro de sí. Quieren aparentar algo que no son. Ya saben ustedes que nadie puede dar lo que no tiene...

La pobreza es aliada de la humildad. No me estoy refiriendo sólo a la pobreza sociológica sino a esa pobreza de espíritu a la que todos estamos llamados. Los pobres de espíritu no son los frágiles sino los que no tienen nada de qué presumir y si lo tienen no lo ponen como prioridad, al contrario esos dones los ponen al servicio de los demás, en silencio y sin alardear. Son pobres de espíritu los humildes y los temerosos de Dios, es decir, los que no tienen espíritu inflado, falso y egocentrista.

Una de las cosas que tiene la humildad es que no se puede disfrazar. Se nota enseguida la persona que no va buscando admiraciones y reconocimientos y también aquellos que van tras los mismos. Una lección de humildad la tenemos magníficamente expuesta entre Juan el Bautista y Jesús; ambos nos dan en la escena del bautismo (Mt 3,14-15) una auténtica enseñanza de lo que debe ser dejar que Dios y el otro sean el primero en mi vida…o sea amaras a Dios sobre todas las cosas, a tu prójimo como a ti mismo.

Conozco seglares, sacerdotes  y religiosos(a) que están más que deseosos de escalar puestos en el escalafón eclesial, siendo que nunca nos debería de llamar la atención ni importar los títulos ni los grados ni los escalafones, ni debería y menos que sea un objetivo de vida y por lo que servimos... ¡!Ser verdaderamente un cristiano del pueblo, comprometido y con un sincero espíritu de servicio, que busque apasionadamente solo como recompensa el amor de Dios y nada mas!!.

El pecado contra la humildad siempre ha sido el mismo: querer ser como Dios…querer ser Dios.

En la antigüedad romana cuando un general entraba a caballo victorioso en una ciudad a su lado corría un esclavo que le gritaba: "¡Recuerda que no eres Dios!" Ojalá nuestra conciencia y humanidad sean hoy los esclavos en los aparentes triunfos de la vida que nos griten y recuerden nuestra vulnerabilidad y humana fragilidad.

Cuando buscamos el reconocimiento por parte de los demás no tenemos tiempo para dedicarnos a crecer por dentro. Nos comparamos con otros y esto nos hace sufrir. Siempre habrá personas mejores y peores que nosotros. Sólo tenemos que compararnos con nosotros mismos; hay que ser valientes y preguntarnos: "¿Cómo estaba el año pasado por estas mismas fechas? ¿En qué he mejorado en mi caminar hacia Dios y con los demás?"

Aprendamos de Jesús que nos dice: "Aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso." (Mt 11, 29).

La humildad tiene que ser los cimientos en los que se va construyendo la vida cristiana. La oración, la ayuda al projimo, nuestro servicio ministerial y cualquier otro bien que podamos realizar, sin humildad no sirve para nada. Incluso las apariencias de bien nos pueden alejar de Dios como a los fariseos: cumplían todo lo previsto, pero serían unos malos seguidores de Jesús debido a su orgullo y desprecio de los demás. Tenemos que volver a la sencillez de los niños (Mt 18,4).

HERMANO JUAN PABLO CJDM+OBISPO JUAN DAVID FALCON.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario