¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

sábado, 2 de junio de 2012

Lecturas y Homilia del domingo de la Santisima Trinidad -03 de Junio del 2012

 
Primera lectura: Dt 4,32-34.39-40

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.

Palabra de Dios
 
Salmo
Salmo responsorial: 32

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.


La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó, y surgió.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
 
Segunda lectura: Rm 8,14-17

Hermanos: Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Palabra de Dios

 
Evangelio: Mt 28,16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

Palabra del Señor
 
HOMILIA
El domingo anterior, vimos la presencia del Espíritu en nuestra Iglesia y en nuestra vida; este domingo toca que ahondemos en el misterio de Dios.
En la Biblia no aparece por ningún lado la palabra "Trinidad", pero sí lo que significa: Dios es sólo uno; y es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Con este término de "Trinidad" no se expresa uno más de los atributos de Dios, sino la constitución de su esencia misma.
Tampoco aparece esta doctrina en ninguna de las otras religiones monoteístas. Ni en el judaísmo ni en el Islam se ve el menor vestigio de la misma. La doctrina de la Santísima Trinidad es exclusiva del cristianismo.
Ni que decir de la dificultad qe implica y encierra para su comprensión este dogma, no pocas son las dificultades que tanto la filosofía como la teología se han encontrado para siquiera intentar explicarlo. El ser humano intenta explicar el misterio, pero la hondura de Dios es inabarcable para nuestra limitada capacidad terrenal. Incluso nos faltan palabras para poder precisar con exactitud tan grandioso misterio.
¿Cómo Dios siendo uno es tres? ¿Cómo tres pueden ser uno?
El cristianismo puede dar la impresión para el alejado, el que no cree, de ser una fe complicada, llena de explicaciones a medias, de misterios cuya profundidad todavía en el camino de la vida es poco menos que inaccesible. Puede que algo de esto sea verdad. El mismo san Pablo nos decía que "ahora vemos a Dios como en un espejo, pero entonces lo veré cara a cara". No me extraña por tanto dos reacciones muy humanas que se dieron en este último episodio del evangelio de san Mateo.
Dice el evangelio que los discípulos reaccionaron de dos maneras:
  • "le adoraron" .- Descubrir la grandiosidad de Dios siempre produce adoración. Recuerdo en mis años de juventud como después de unos intensos ejercicios espirituales los todos salíamos llenos de Dios, de admiración, amor y respeto a nuestro creador. Algo de esto sentirían aquellos primeros hermanos en la fe.
    Pero no todo es grandiosidad y hermosura. El evangelio nos devuelve casi en la misma línea al realismo diciendo:
  • "pero algunos dudaban".- Incluso entre los que adoran puede haber quienes duden. La debilidad y la vacilación no significa que la fe no sea sincera. Las dudas se repiten constantemente en los seguidores de Jesús:"¿Será ahora cuando va a proclamar su reino?" "¿Eres tú el que ha de venir...?" y así infinidad de dudas a las que cada uno tiene que dar su respuesta; su propia y personal respuesta.

Por el texto podemos comprobar que los discípulos no estaban inclinados a la credulidad ni a sufrir alucinaciones, sino que primero quisieron tener pruebas seguras de la verdad, para adherirse después a ella de todo corazón. "Sus dudas —dice san Jerónimo— aumentan nuestra fe".
Las personas nos movemos en nuestra existencia terrena en estos dos parámetros: adoración y duda. Tener dudas no es malo; lo malo es no encontrar la respuesta que Dios nos da a cada una de ellas.

En el fondo la Trinidad es ni más ni menos la entrega total, plena y profunda de Dios. Descubrir al Padre al Hijo y al Espíritu Santo actuando en tu vida, es la mayor aventura espiritual que puede hacer un ser humano en todo el caminar de su existencia.
Dejarse llenar por Dios es con mucho la mejor manera de seguirle. En esta tarea Jesús nos deja el encargo de bautizar y proclamar la Trinidad. ¿Por qué Jesús dice que hay que bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo?, porque sabe perfectamente que en ellos está el mismo núcleo de Dios. Descubrir esto en nuestra vida de creyentes es dejar que sea Dios mismo quien nos guíe.
El Padre es Dios por nosotros. El Hijo, Dios con nosotros. El Espíritu Santo es Dios en nosotros.Mas que preocuparnos por entenderlo...debemos preocuparnos por creerlo y vivirlo en plenitud y entrega.

CRISTO VIVE!!

HERMANO JUAN PABLO CORC_OBISPO JUAN DAVID FALCON.

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