¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

martes, 29 de mayo de 2012

Mc 16,15-20: "Subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios."


Evangelio

Mc 16,15-20: "Subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios."

Jesús dijo a sus discípulos: Id por todo el mundo y anunciad a todos este mensaje de salvación. el que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea, será condenado. Y estas señales acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán nuevas lenguas; cogerán serpientes con las manos; si beben algún veneno, no les dañará; pondrán las manos sobre los enfermos, y los curarán.
Después de hablarles, el Señor Jesús fue elevado al cielo, y se sentó a la derecha de Dios. Los discípulos salieron por todas partes a anunciar el mensaje, y el Señor los ayudaba, y confirmaba el mensaje acompañándolos con señales milagrosas.

Homilía

Si preguntamos a los niños de nuestras catequesis dónde está Dios, seguramente nos contestarán que en el cielo. Si le preguntamos dónde está el cielo nos señalarán para arriba, pero si les informamos que cuando un astronauta sube a lo más alto del espacio, Dios no está por allí, se nos quedarán callados…
¿Cómo decimos los cristianos que Dios está "sentado a la derecha del Padre", y es el mismo Jesús quien nos recuerda que se quedará con nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos? ¿No dice Jesús que donde dos o más estén reunidos en su nombre, Él estará allí? ¿Hay contradicción? ¿Cómo puede Dios estar lejos y cerca de nosotros?
La narración de la Ascensión hace sin duda más referencia al contenido teológico que al histórico, tanto es así que en la antigüedad cristiana Resurrección y Ascensión se consideraban como un único acontecimiento.

Ascensión significa que Jesús desaparece aunque siga presente en la comunidad.
Toda la vida del cristiano rondará siempre este misterio: acercar a Dios a la humanidad y la humanidad a Dios. No están lejos, están cerca, muy cerca.
La cercanía de Dios está en su encarnación. Dios se hace hombre para darnos todas las facilidades para reconocerlo. Ya no podemos decir que la divinidad es algo inaccesible a ejemplo de las mitologías paganas. Se ha hecho uno de nosotros para que seamos capaces de verlo, tocarlo, saber cómo es, cómo es su vida y su corazón, como es su interioridad y reino.

Cada ser humano deberá descubrir el misterio de la encarnación de Dios en su vida, sólo así lo sentirá cercano, hermano, amigo y compañero de camino.Pero la encarnación es un lugar de paso para el gran acontecimiento de la resurrección. Resucitar es vencer a la muerte, abrirnos otras puertas a la existencia en Dios.
Resucitar es elevarnos a la presencia definitiva de Dios de donde ya no nos separaremos nunca. Jesús se eleva para establecerse siempre en Dios y abrirnos la puerta haciendo primero Él el camino. Si Jesús no nos abandona en el camino de la vida tampoco nos deja solos en el corto sendero que va de la muerte al Padre.
La fe va más allá, mucho más allá del ver. No vemos pero no andamos en la oscuridad. No detectamos físicamente al presencia de nuestro Señor, pero no nos sentimos solos.
Jesús antes de ir al cielo nos dejó bien claras las señales que acompañarían a los que creen:

  1. En mi nombre expulsarán demonios.
  2. Hablarán lenguas nuevas.
  3. Cogerán serpientes con las manos.
  4. Si beben algún veneno no les dañará.
  5. Pondrán las manos sobre los enfermos y los curarán.

Esta es nuestra tarea y nuestro examen diario. Los que están con Jesús a pesar de la enormidad de los peligros no sufrirán daños, al contrario, serán capaces de crear siempre algo nuevo en el nombre de Jesús.
La Ascensión es una nueva presencia del Señor. El texto del evangelio de hoy nos recuerda que la vida de cada cristiano tiene que estar atenta al mundo en el que vive con la esperanza del cielo que Jesús nos promete.
No es suficiente que estemos pendientes sólo del cielo ya que Jesús sigue andando por nuestras calles y caminos. No es suficiente apegarnos tanto a la tierra que no sepamos ir más allá del horizonte de nuestra propia miseria humana. Lograr este equilibrio es la invitación que Jesús nos hace cuando nos dijo: "Estén en el mundo, sin ser del mundo…"

El que tenga oidos ...que oiga.

HERMANO JUAN PABLO CORC_OBISPO JUAN DAVID FALCON

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