¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

viernes, 8 de junio de 2012

Lecturas y Homilia del domingo 10 de Junio del 2012 SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

Primera lectura: Ex 24,3-8

En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: «Haremos todo lo que dice el Señor.» Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel.

Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió: «Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.» Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo: «Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.»

Palabra de Dios

Salmo responsorial: 115

R/. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.


¿Cómo pagaré al Señor

todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.

Mucho le cuesta al Señor

la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,

invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Segunda lectura: Hb 9,11-15

Hermanos: Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la
sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo. Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.

Palabra de Dios

Evangelio: Mc 14,12-16.22-26

El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?» Él envió a dos discípulos, diciéndoles: «Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?" Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.» Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían. Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo.» Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: «Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.» Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.


PALABRA DEL SENOR


HOMILIA

Si alguna vez comentamos con algún hermano alejado o no creyente la realidad de la resurrección de Cristo, es muy probable que nos diga "…y si resucitó… ¿dónde está?…" Es muy curioso ver cómo incluso los alejados, los hermanos que no van seguido a la iglesia, entienden lo que significa ser cristiano desde la presencia o no de Cristo...ya sea en  la Eucaristía o en sus vidas. Para los alejados, ser cristiano "practicante" es ir a misa y ser "no practicante" es no ir a misa. Esta identificación con practicar la fe relacionada con la Eucaristía tiene mucha importancia. Para ellos la práctica de la fe fundamentalmente pasa por participar en la misa; no pongo en práctica mi fe porque no voy a la Eucaristía. Ser cristiano según ellos no es sólo rezar, orar...leer la Palabra, ayudar a los pobres… amar al projimo...El vivir de verdad la fe está íntimamente ligado con el ir a misa y lo que ello conlleva… Para contestar a la primera pregunta tenemos hoy esta fiesta que nos viene a recordar las múltiples presencias de Dios en el mundo en el que vivimos.


El Señor resucitado está en la Eucaristía, en la Palabra, en la Iglesia, en la comunidad, en los pobres y desvalidos, en todo los acontecimientos, etc. etc.en tu corazon!!!... En realidad, Jesús está siempre presente en todo lugar y circunstancia donde se deja una puerta abierta a su presencia.


La vida cristiana es en un primer momento descubrir la presencia de Cristo resucitado y luego adorar y experimentar esa presencia cada día, cada instante. El creyente sabe que con la muerte de Jesús no ha terminado su comunión con los seres humanos, sino, por el contrario, se ha perfeccionado en una forma totalmente nueva y más intensa que hasta ahora.
A Jesús lo encontramos en los caminos de la vida, en la fuerza de su Palabra y de una manera muy especial en esta comida fraterna...La Eucaristia.
Al final del camino de Cristo no hubo ni un retiro, ni una charla, sino una cena con los que le seguían. Esa cena se multiplica espiritualmente en la historia humana millones y millones de veces a través de la Eucaristía.


La Iglesia nos recuerda que la Eucaristía es creadora de fraternidad y comunidad. Muchas veces puede ser que vayas a la misa de manera rutinaria, mas bien por costumbre que por devoción activa. Puede ser incluso que el lenguaje que utilice el sacerdote ni tan siquiera te llegue o le entiendas; que no conecte con esta realidad tan inmensa de la presencia de Jesús.
La Eucaristía es un punto de llegada y un punto de partida. Para muchas personas el acercarse a ella puede suponer una auténtica activación de su vida espiritual y un recomenzar el camino olvidado… Para otros significa un encuentro profundo e íntimo con el Señor que está presente en su vida…
Los católicos no somos caníbales. No debemos de entender literalmente que comemos el cuerpo y la sangre de Cristo...comer el cuerpo y la sangre de Cristo significa aceptar su vida y su mensaje en nuestra propia existencia. Cristo se ha hecho tan cercano a nosotros que no está solamente a nuestro alrededor en la Palabra, los acontecimientos, los mil gestos diarios que utiliza para acercarse a nosotros. Ha decidido que tiene que estar dentro de nosotros en íntima unión con nuestro yo para desde ahí ir forjando esa tarea interior que tiene todo creyente.



La Eucaristía es también una llamada en un contexto pascual. La Pascua significaba para los judíos la experiencia de libertad y de justicia, a ambas realidades nos invita esta fiesta del Corpus. No podemos comer el cuerpo y la sangre de Jesús si previamente no nos hemos dejado liberar de nuestras esclavitudes internas: miedos, cobardías, obsesiones, debilidades
toleradas, etc. Tenemos que ser libres para que  la libertad de Jesús esté muy por encima de nuestras aptitudes meramente humanas.



Muchas veces me he preguntado si los que celebramos o vamos a misa hemos descubierto la hondura de lo que estamos celebrando. Si cada persona que acude a la Eucaristía experimentara aunque fuese superficialmente, qué estamos haciendo y con quien estamos, muy probablemente nuestras misas tendrían otro tono y otras consecuencias prácticas en nuestra vida. La Eucaristía no es una celebración personal, íntima y alejada de los demás. Cuando Jesús establece ese contacto íntimo con Él lo hace en comunidad.
Hoy en el mundo se habla mucho de comunidad, se invita a ser comunidad incluso desde la política y todas las instituciones sociales. La reunión en torno al Señor tiene una referencia especial a los demás. No hay cuerpo y sangre de Cristo entregado para aquel que vive cerrado en su pequeñez egoísta , ni donde no existe la justicia para con los otros, ni donde no se es capaz de perdonar y de retomar el camino que conduce al Maestro.

La misa tiene que hacernos descubrir a Dios que está entre nosotros y al hermano y a los hermanos que tenemos al lado. No podemos ir a recibir al Señor si nuestro corazón está enfrascado en odios, rencores o falta de perdón, ni tampoco cuando el corazón se nos ha endurecido tanto que somos incapaces de conmovernos ante el dolor y la injusticia que sufren los demás. Justicia es el nombre que tiene que aparecer en la entrada de cada una de nuestras celebraciones. Justicia es uno de los nombres del amor. Una justicia práctica y real que se compromete con los más débiles y necesitados. Sólo de esta manera pasamos de unas celebraciones abstractas al amor concreto de Dios entre nosotros.


La entrega del cuerpo y de la sangre de Cristo es la mayor autodonación jamás realizada. Si tengo que estar agradecido por alguien que me haya donado algún órgano físico para poder seguir viviendo, ¡¡Cuánto tengo que estar agradecido a quien por amor dio su vida entera y me dejó su cuerpo y su sangre, para que yo tenga vida en plenitud!!...bendito seas por siempre Señor !!


El que tenga oidos...que oiga.


HERMANO JUAN PABLO CORC+OBISPO JUAN DAVID FALCON

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