¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

viernes, 28 de octubre de 2011

Lecturas y Homilia del Domingo del Tiempo Ordinario -30 de Octubre del 2011

Primera lectura

Lectura de la profecía de Malaquías (1,14–2,2b.8-10):


«Yo soy el Gran Rey, y mi nombre es respetado en las naciones –dice el Señor de los ejércitos–. Y ahora os toca a vosotros, sacerdotes. Si no obedecéis y no os proponéis dar gloria a mi nombre –dice el Señor de los ejércitos–, os enviaré mi maldición. Os apartasteis del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la ley, habéis invalidado mi alianza con Leví –dice el Señor de los ejércitos–. Pues yo os haré despreciables y viles ante el pueblo, por no haber guardado mis caminos, y porque os fijáis en las personas al aplicar la ley. ¿No tenemos todos un solo padre? ¿No nos creó el mismo Señor? ¿Por qué, pues, el hombre despoja a su prójimo, profanando la alianza de nuestros padres?»
Palabra de Dios


Salmo
Sal 130,1.2.3
R/. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad. R/.


Sino que acallo
y modero mis deseos,
como un niño
en brazos de su madre. R/.


Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre. R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (29,7b-9.13):

Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor. Recordad si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios. Ésa es la razón por la que no cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en vosotros los creyentes.
Palabra de Dios


Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,1-12):

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Palabra del Señor


HOMILIA
Cuando oímos hablar de los fariseos y recordamos cómo el Señor los acusó y los fustigó, nos parece que son personajes lejanos en el tiempo y que nada tienen que ver con nuestra manera de proceder. Hasta podríamos pensar:¿para qué están en los Evangelios y para qué nos ponen en las Liturgia todos estos regaños que el Señor le da a los fariseos?
Y no fue una, sino varias veces que Jesús criticó muy duramente a ese grupo religioso, cuyo objetivo era la práctica de la ley de Moisés en la forma más estricta y detallada. (Mt. 23, 1-12)


La crítica del Señor se basaba sobre todo en que ellos mismos no cumplían lo que exigían cumplir a otros, por lo que Jesús los llamó “hipócritas”. Es por ello que hoy día en el lenguaje coloquial religioso el término “fariseo” ha venido a ser considerado sinónimo de “hipócrita”.


Pero... ¿nos hemos puesto a pensar que también nosotros a veces somos como los fariseos? La hipocresía es uno de los defectos que nos permitimos a nosotros mismos, casi sin darnos cuenta. La hipocresía, la cual vemos tan repugnante, es doblez y falta de rectitud de intención.


El doblez (¿o la doblez?), es decir, el tener dos caras, es más frecuente de lo que creemos o nos damos cuenta. ¿Nos hemos detenido a pensar que hipocresía es también hacer las cosas con intenciones escondidas o distintas a las que mostramos? ¿Nos damos cuenta que a veces somos hipócritas hasta con Dios?


¡Y esa actitud la consideramos como un derecho adquirido! Está tan arraigada a veces en nuestra manera de proceder que ya ni nos damos cuenta de que es un defecto, porque nos sale de manera demasiado espontánea.
Pero esa actitud es totalmente contraria a la pureza de corazón, que Jesús nos pide: Bienaventurados los de corazón puro... (Mt. 5, 8)
Les dijo Jesús a los Fariseos: “Todo lo hacen para que los vea la gente”. ¡Cómo se nos sale el “fariseo” en esto! ¡Cómo nos gusta ser admirados y respetados! ¡Cómo nos gusta que se hable bien de nosotros! Y, peor aún, ¡cuántas son las cosas que hacemos para ser apreciados y alabados!


¿Qué valor, entonces, tienen esas cosas buenas que hacemos, pero con un fin farisaico, interesado, impuro? ¿Dónde está la pureza de corazón y la rectitud de intención cuando así nos comportamos?


La advertencia de Jesús nuestro Señor es bien clara: “Si vuestra santidad no es mayor que la de los maestros de la Ley y los Fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos” (Mt. 5, 20).

Practiquemos la pureza de corazón, la rectitud de intención, la honestidad mental y espiritual. Si nos cuesta, pidámosla en la oración. Sólo así, el discurso contra los fariseos no será para nosotros


(Y para entender un poco mas el evangelio, este apunte:
¿Qué son las filacterias?:


Son como unas pequeñas cajitas de piel que se atan con correas en la muñeca y en la frente (Ex 13,9- Ex 13,16). En la cajita de la muñeca tiene un sólo compartimiento, en el que se guarda un rollito de pergamino con los siguientes cuatro textos de la Biblia: Ex 13,1-10,11-16; Dt 6,4-9. 11,13-21.


La de frente es igual, pero tiene cuatro compartimientos, en cada uno de los cuales se guarda un rollito con cada uno de los cuatro pasajes. Los fariseos para llamar más la atención, no sólo usaban filacterias, sino que las llevaban lo más grande posible para demostrar su cumplimiento.


Llevaban por fuera unos flecos.


En Núm 15,37-41 y Dt 22,12 leemos que Dios mandó a su pueblo a que hiciera borlas en los bordes de las vestiduras, para que cuando las vieran se acordaran de los mandamientos de Dios. Estas borlas eran como pompones que se usaban en las cuatro esquinas de la túnica exterior. Posteriormente se pusieron en la ropa interior, y hoy día se mantienen en el chal que se ponen los devotos judíos para hacer oración. Se hacían los flecos excesivamente largos para hacer ostentación de piedad y usarlos para que los demás se fijasen en ellos.

Los primeros asientos.

En Palestina, los últimos asientos eran para los niños y para la gente menos importante. Cuanto más adelante estaba el asiento, mayor era el honor. Los sitios más honorables eran los de los ancianos, que se sentaban de cara a la congregación. )

En conclusion, cualquier religión que produce ostentación en las obras y orgullo en el corazón es una religión falsa, alejada del Evangelio y del amor de Dios.


Este Evangelio nos recuerda que la vida de fe es una vida que tiene que estar marcada por el ser y por el hacer. No es suficiente decir que se tiene fe, es necesario vivirla, expresarla, hacerla realidad y testimoniarla.


Cuando vemos persona que dicen que tienen fe pero que no la practican, tengan la seguridad que esa fe ha perdido su sentido, su dinamismo y su eficacia. La fe que no se vive simplemente se muere.


Tener y vivir la fe es dejarse guiar por Jesús, comprender su vida y respaldar su proyecto. La fe de muchos es estéril y por eso no es capaz de vivirse ni de aportar vida.


CRISTO VIVE!!


Revdmo Juan PabloCORC-Obispo Juan David Falcon














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