¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

sábado, 10 de septiembre de 2011

Lecturas y Homilia del Domingo 11 de Septiembre del 2011

Domingo 11 de Septiembre del 2011

Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (27,33–28,9):

Furor y cólera son odiosos; el pecador los posee. Del vengativo se vengará el Señor y llevará estrecha cuenta de sus culpas. Perdona la ofensa a tu prójimo, y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas. ¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor? No tiene compasión de su semejante, ¿y pide perdón de sus pecados? Si él, que es carne, conserva la ira, ¿quién expiará por sus pecados? Piensa en tu fin, y cesa en tu enojo; en la muerte y corrupción, y guarda los mandamientos. Recuerda los mandamientos, y no te enojes con tu prójimo; la alianza del Señor, y perdona el error.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 102,1-2.3-4.9-10.11-12

R/. El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.

No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (14,7-9):

Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos.

Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,21-35):

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»

Palabra del Señor

Homilia


Todos hemos ofendido a alguien alguna vez en el camino de nuestra vida. Todos hemos sido ofendidos por alguien en nuestro caminar diario. Parece que esto va impreso en la condición humana. Nuestro hombre viejo convive muchas veces cómodamente con el hombre nuevo.

El tema de este Evangelio es el del perdón vivido desde la misericordia. Las personas podemos perdonar por muchos motivos: por resignación, para evitar mayores enfrentamientos, por presiones de otras personas… El perdón al que nos invita Jesús es el perdón desde la misericordia.

Pedro había entendido que hay que perdonar al que te ofende, que no hay que guardarle rencor ni pensar siquiera en vengarse de él, sino olvidar la injuria y volver a tratarle como amigo. Cree que es generoso al proponerle al Señor el número de veces que hay que perdonar al reincidente, le pregunta si siete veces son suficientes. Para los rabinos de la época tres era el número de veces que había que perdonar, la cuarta vez que te ofendiera la misma persona no estabas en el deber de perdonarle.

Cuando Pedro habla de siete veces está cogiendo el número de la perfección espiritual. Jesús le contesta hasta setenta veces siete; lo que quiere decir es que hay que perdonar siempre que el ofensor esté en disposición de ser perdonado.

Hay en las palabras del Señor una razón bastante explícita: no hay que llevar cuenta de las veces que hemos perdonado, si Dios llevase cuenta de las veces que nos ha perdonado, estaríamos perdidos. Hay que olvidar las veces que nos han ofendido y las veces que hemos perdonado.

Ante el perdón las personas se sitúan de distinta forma:

Hay unos que dicen: perdono pero no olvido. Esto lógicamente no es perdón humano y mucho menos cristiano. El recuerdo es fruto del pasado, la ofensa también y el dolor que te produce la ofensa lo revives una y otra vez mientras lo recuerdes. Tantas veces la Palabra de Dios nos habla de recordar las cosas grandes que Dios ha hecho por nosotros, pero nunca te habla de recordar la ofensa ni el dolor que ésta produce.

Otros afirman: yo le perdono, pero conmigo que no vuelva a hablar más… En realidad no es perdón, es una venganza que le retira el corazón y la palabra a quien te ofendió.

Alguno me dirá que esto del perdón podría valer en aquella época, pero que en esta con tanta y tanta violencia y terrorismo, con tantos asesinatos e injusticias más valdría volver al ojo por ojo y diente por diente…

Jesús nos anima a adquirir el hábito del perdón tal y como Dios hace con nosotros. El Señor vino a darle corazón al perdón humano, desde ahí, desde el corazón es desde donde debemos entender esta parábola que hoy escuchamos.

¿Perdonas con misericordia a los que te han ofendido?
¿Te sabes perdonar a ti mismo?
Si Dios te perdona constantemente ¿Por qué no te perdonas tú a ti mismo?
Para el perdón cristiano es muy importante tener conciencia de sentirse perdonado por Dios. Sólo en referencia a Dios encontramos sentido al perdón ante las dolorosas ofensas.

La enseñanza es bastante clara: sólo quien perdona a sus prójimos puede esperar el perdón de Dios. El que no está dispuesto a perdonar, demuestra que no tiene un corazón regenerado.

La falta de compasión con los más débiles es un pecado, es una maldad tal y como nos lo recuerda el Evangelio de hoy.

El resumen de esta Escritura es claro: Debemos de perdonar de corazón. Dios mira el corazón de cada uno de nosotros, es ahí donde se fragua el pecado, es también en el corazón donde debe fraguarse el perdón.

El que tenga oidos...que oiga.

Revedmo. Juan David Falcon-Hermano Juan Pablo CORC

Cristo vive!!!!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario