¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

sábado, 13 de agosto de 2011

Lecturas y Homilia del Domingo del Tiempo Ordinario -14 de Agosto del 2011

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (56,1.6-7):

Así dice el Señor: «Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar, y se va a revelar mi victoria. A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza, los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.»

Palabra de Dios
 
Salmo
Sal 66,2-3.5.6.8

R/.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben


El Señor tenga piedad y nos bendiga,

ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.

Que canten de alegría las naciones,

porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.


Oh Dios, que te alaben los pueblos,

que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe. R/.
 
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (11,13-15.29-32):

Os digo a vosotros, los gentiles: Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos. Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la vida? Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos.

Palabra de Dios
 
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (15,21-28):
 
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.

Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.» Él no le respondió nada.
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando.»
Él les contestó: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: «Señor, socórreme.»
Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos.»
Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.»
Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»
En aquel momento quedó curada su hija.
Palabra del Señor


HOMILIA
  A veces Dios no nos responde. A veces pareciera que se nos escondiera o que no prestara atención a nuestras peticiones. Es lo que le sucedió a una mujer en tiempos de Jesús, famosa por su fe (Mt. 15, 21-28). El Evangelio especifica que la mujer era “cananea” para significar que no era judía, sino pagana
.
Impresiona, por tanto, que esta no-judía llame a Jesús “hijo de David”, con lo que está reconociéndolo como el Mesías que los judíos esperaban. Impresiona, también que, siendo pagana, le pida a Jesús que le sane a su hija que está “terriblemente atormentada por un demonio”.

A veces LA VIDA nos coloca en una posición de impotencia tal que no nos queda más remedio que clamar a Dios, seamos cristianos o paganos, creyentes o no creyentes, religiosos o arreligiosos, cristianos practicantes o cristianos fríos. Es lo que posiblemente le sucedió a esta madre que, siendo pagana, pero abrumada por la situación de su hija, no le queda más remedio que acudir al Mesías de los judíos.

El desarrollo del relato evangélico nos muestra que la cananea como que intuía que Jesús era Mesías no sólo de los judíos, sino de todos, porque a pesar de no ser judía, se atreve a pedir a Jesús que cure a su hija.

Y Jesús se hace el que no escucha. Así es Dios a veces: simula no escucharnos. Y ¿por qué? O, más bien ¿para qué? ... Para reforzar nuestra fe. Se habla de “poner a prueba” nuestra fe. Pero no se trata de una prueba como un examen o un test, sino más bien como un ejercicio que fortalece la fe. 

Ese aparente silencio divino es más bien como la calistenia del atleta para fortalecerse en su especialidad. Cuando el Señor parece esconderse o parece no hacernos caso puede ser que esté tratando de reforzar nuestra fe débil.

Sin embargo Jesús insiste en ejercitar aún más la fe de su interlocutora. No le parece suficiente el silencio inicial, sino que al recibir la petición de la mujer, le responde que no le toca atender a los que no sean judíos, pues “ha sido enviado sólo para las ovejas descarriadas de la casa de Israel”. 

La mujer no acepta esta respuesta de Jesús, sino que se postra ante Él y le suplica: “¡Señor, ayúdame!”.
Igual que el entrenador exige al atleta templar más sus músculos y aumentar su resistencia para estar mejor preparado, sigue el Señor forzando la fe de la cananea. Le responde: “No está bien quitar el pan a los hijos para echárselo a los perritos”, queriendo significar que para ese momento no debía ocuparse de los paganos sino de los judíos. 

La mujer no ceja. Definitivamente, no acepta un “no” como respuesta de Jesús. Iluminada por el Espíritu Santo, le responde a Jesús con un argumento irrebatible: “hasta los perritos se comen las migajas de la mesa de sus amos”. 

La fe de la mujer había sido reforzada con los aparentes desplantes del Señor. Y ahora la fe de la mujer queda recompensada, pues obtiene de Jesús lo que pide. Nos dice el Evangelio que “en aquel mismo instante quedó curada su hija”. 

“¡Qué grande es tu fe!”, le dice el Señor a la mujer. Y ... ¡qué gentil es el Señor! Nos da crédito por lo que no viene de nosotros sino de El. ¡Si la fe es un regalo que El mismo nos da! Ahora bien, como todo regalo, es necesario que lo recibamos. Es necesario aceptar ese regalo maravilloso que Dios nos da constantemente. Y, además, aceptar todos los entrenamientos que Dios hace a nuestra fe, para que ésta vaya fortaleciéndose y un día sea recompensada con el regalo definitivo que Dios quiere darnos: la Vida Eterna.

!!BENDITO SEAS POR SIEMPRE SENOR!!

EL QUE TENGA OIDOS...QUE OIGA.

REVDMO. JUAN DAVID FALCON+HERMANO JUAN PABLO CORC

!! CRISTO VIVE!!

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