¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

viernes, 1 de octubre de 2010

«Nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo de Dios» (Jn. 6,69)



En la sinagoga de Cafarnaúm, Jesús advirtió que muchos de sus discípulos se quejaban de que sus palabras eran duras (cf Jn 6, 60). «Desde entonces, muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él»( 66). En este contexto, se dirigió a los Doce con una pregunta directa y sobrecogedora: «¿También vosotros queréis marcharos?» (67). En esta ocasión –como antes, en Cesarea de Filipo- el único que respondió a la pregunta fue Simón Pedro. Y lo hizo con la misma entereza y convicción que entonces, también desde la propia experiencia: «Señor, ¿Dónde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo de Dios»( 68-69).
Cristo es el principio y el fin, la raíz viva y la clave de interpretación de toda forma de vida cristiana y, especialmente, de la vida consagrada. Sólo El arrastra y convence, cautiva y apasiona, asombra y estremece. Sólo El inspira, a la vez, confianza sin límites e infinito respeto.

Ante Jesús, se experimenta, al mismo tiempo, indecible amor e inevitable temor biblico. Ser cristiano es ser creyente: creyente en Jesucristo. Y creer en Jesús no es sólo aceptar su mensaje y adherirse fielmente a su doctrina; sino, ante todo y sobre todo, aceptarle como Persona: como verdad total y como sentido definitivo de la vida, como Salvador y como Salvación, como razón última de la propia existencia; entregarse a El de forma incondicional e irrevocable y ponerse a su entera disposición. Más aún, creer en Jesús es la existencia misma del cristiano. Porque el cristiano existe, en cuanto cristiano es. -es decir, existe cristianamente- en la medida misma en que cree en Cristo. Para él, creer es existir. Y existir es creer.

Los apóstoles creyeron en Jesús. Se adhirieron a El incondicionalmente. Creer en Jesús les bastó, desde entonces, para vivir. Por eso, apoyaron en El toda su existencia. Fascinados por su Persona y por su personalidad -sabiéndose llamados personalmente por El-, lo abandonaron todo para seguirle, imitándole en su estilo de vida y misión.

«Ellos -Pedro y Andrés, Santiago y Juan-, dejándolo todo, le siguieron»(Lc 5, 11); «(Leví) dejándolo todo, se levantó y le siguió»(Lc 5, 28). «Nosotros -le dice Pedro a Jesús- lo hemos dejado todo y te hemos seguido»(Mt 19, 27). Y eso mismo confesará, más tarde, Pablo( Flp 3, 8). Y lo mismo –exactamente proclamarán, a lo largo de los siglos, todos los que han experimentado la llamada personal y apremiante de Jesús, y han respondido a esa llamada.

El cristiano es alguien que, como los Apóstoles, cree en Jesús y sabe que El es el Santo de Dios(Jn 6, 69); que ha conocido el Amor que Dios tiene a los hombres, y ha creído en El(1 Jn 4, 16); que, desde una vigorosa experiencia de fe, confiesa, con la palabra y con toda la vida, que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo ( Mt 16,16); que se ha dejado fascinar por su Persona y por su personalidad, que ha aceptado con alegria y activamente la llamada de su Padre Dios y le sigue en su vida y en su causa (=Reino), "es aquel que lo ha dejado todo....para asi poder tenerlo todo.”

 
Ahora bien...tu te consideras un Cristiano de verdad??

 
El que tenga oidos que oiga.

Cristo vive!! Revdmo. +David Falcon

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