¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).
jueves, 11 de abril de 2013
Lecturas y Homilia del Domingo 3º de Pascua - 14 de Abril del 2013
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos
de los apóstoles (5,27b-32.40b-41):
En aquellos días, el sumo sacerdote interrogó a los apóstoles y les dijo: «¿No
os hablamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis
llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la
sangre de ese hombre.»
Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los
hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros
matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo
jefe y salvador, para otorgarle a Israel
la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y
el Espíritu Santo, que Dios da a los que le
obedecen.»
Prohibieron a los apóstoles hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los
apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por
el nombre de Jesús.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 29,2.4.5.6.11.12a.13b
R/.Te ensalzaré, Señor, porque me has
librado
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos serían de mí.
Señor, sacaste mi vida del
abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.R/.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante,
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.R/.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.R/.
Segunda lectura
Lectura del libro del Apocalipsis (5,11-14):
Yo, Juan, en la visión escuché la voz de muchos ángeles: eran millares y
millones alrededor del
trono y de los vivientes y de los ancianos, y decían con voz potente: «Digno es
el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza,
el honor, la gloria y la alabanza.» Y oí a todas las criaturas que hay en el
cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar -todo lo que hay en ellos, que
decían: «Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la
gloria y el poder por los siglos de los siglos.» Y los cuatro vivientes
respondían: «Amén.» Y los ancianos se postraron rindiendo homenaje.
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio
según san Juan (21,1-19):
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de
Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás
apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos
discípulos suyos.
Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.»
Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo.»
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya
amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no
sabían que era Jesús.
Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?»
Ellos contestaron: «No.»
Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.»
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel
discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.»
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se
echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban
de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar
a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.»
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces
grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice: «Vamos, almorzad.»
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían
bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el
pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos,
después de resucitar de entre los muertos.
Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más
que éstos?»
Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice: «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le
contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú
mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las
manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la
muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió: «Sígueme.»Palabra del Señor
Homilía
El Evangelio de hoy nos narra la
tercera aparición de Jesús después de resucitado. Esta vez se aparece a siete
de sus discípulos junto al lado de Tiberiades. En las dos anteriores
apariciones el Señor se aparece en domingo, en esta ocasión lo hace cualquier
día de la semana, les visita cuando están ocupados en sus quehaceres diarios,
en el trabajo.
Simón Pedro es
el que lleva la iniciativa de ir a pescar, los demás le siguen. En la vida
cristiana necesitamos mujeres y hombres comprometidos con Cristo, que nos saquen
de nuestra rutina y nos muevan e inviten a pescas mejores…que nos inviten a una
vida mas digna y llena del Espiritu del Resucitado.
¡Felices las personas que han encontrado en su
vida un Simón Pedro de hoy que sea capaz de hacerles crecer como
personas y como
cristianos!
Fueron a pescar
por la noche y no recogieron nada. Es lo que le ocurre a muchos cristianos
después de años y años de duros trabajos apostólicos, donde parece que todos
sus esfuerzos han sido inútiles. ¡Cuántas noches trabajando para no conseguir
nada!
Jesús llega
cuando está empezando el día; está en la orilla; pero los discípulos no sabían
que era Él. En otra ocasión, mientras los discípulos eran zarandeados por una
tormenta, fue Jesús quien se acercó a ellos caminando sobre las aguas. En el
peligro, es el Maestro quien se acerca a nosotros de muchas maneras, pero
muchas veces el miedo a las circunstancias de la vida no nos dejan ver al que
se acerca a nuestro lado para ayudarnos. Esta vez son ellos los que terminada
la jornada se acercan a la orilla de Dios.
La vida del cristiano estará
siempre marcada por las tormentas y por la orilla de Dios. Toda nuestra vida
terrena estará entre las veces que Dios se acerca a nuestras tormentas y por
las veces que nosotros tenemos que hacer el camino a la inversa.
No habían
pescado nada. Llegaron a Jesús necesitados y vacíos. Les manda echar las redes
a la derecha y les dice que esta vez sí que pescarían. El que obedece a Cristo
nunca se va con las manos vacías. La pesca fue muy abundante!.
Juan, el discípulo
amado, fue el primero que lo reconoció y lo dio a conocer a los demás. El amor
nos hace reconocer a las personas y a las circunstancias que pueden transformar
nuestra vida; no es extraño que sea Juan el que lo proclame; él fue el último
discípulo que vio al Maestro con vida antes de su muerte en la cruz. Ahora es
el primero que en esta escena lo reconoce resucitado.
Pedro sin
pensarlo se echó al mar. Quienes hemos estado con Jesús y le reconocemos
resucitado no tenemos miedo en echarnos a las aguas de la vida para llegar
hasta Él. Ahora ni hay tormenta ni Pedro se hunde. Está ya a salvo tanto de las
tentaciones como
de las debilidades.
Mientras Juan
contempla a Cristo y Pedro se lanza al mar los otros discípulos continúan en la
barca "arrastrando la red llena de peces"…. Cada miembro de la
Iglesia tiene una misión específica. Es bueno que cada uno de los cristianos
tengamos bien claro que formamos parte de un cuerpo inmenso donde cada uno
cumple su función. Muchas veces la inmadurez espiritual lleva a los miembros
activos de la Iglesia a tener celos de los hermanos y hermanas que tienen una
mayor cercanía de Jesús. En lugar de alegrarse con la experiencia gozosa del hermano que está
cerca de Dios, se pierde el tiempo envidiando al que ha logrado con su ayuda
mantenerse en Él. Cada vez que tengas celos de cualquier agente de pastoral
pregúntate si eres uno de aquellos discípulos que arrastraba la barca llena de
peces y convierte tus celos y tu envidia en oración por él, así lo harás grande
a él y te engrandecerás tú...en Cristo Jesus.
Jesús les dice
que traigan algunos peces de los que acaban de pescar. Los cristianos debemos
de presentar ante Cristo a los que hemos pescado por El y para Él.Después de la
comida empiezan las tres preguntas a Pedro. Si tres veces negó ahora por tres
veces se le pregunta si ama a quien traicionó. Las tres respuestas fueron
afirmativas.
Quien le dio la espalda ahora le mira cara a cara con amor. Pedro
hizo lo que tenemos que hacer nosotros tantas y tantas veces en la vida…si se
ha traicionado a Cristo, dandole la espalda y prefiriendo vivir en pecado,
ahora con valentia y humildad vean cara a cara a Cristo y contestenle…lo aman?
En nuestra vida
diaria y a pesar de las traiciones del
pecado cuando nos acercamos al Señor la pregunta es siempre la misma: "¿Me
amas?" En el fondo, superar el pecado es siempre una opción del amor que le debemos
a Dios. Porque amo a Dios no me quiero separar de Él. Porque amo a Dios veo a
los demás como
hermanos. Porque amo a Dios, Él mismo me pregunta... : "¿Me amas?"
A mi me toca dar
cada día una respuesta al amor de Dios…y hoy respondo, SI !! TE AMO CRISTO…TE AMO MI DIOS!!
Y…TU?
El que tenga
oidos …que oiga.
Hermano Juan
Pablo CORC- Obispo Juan David Falcon.
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