¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

jueves, 5 de abril de 2012

MISA DE LA CENA DEL SEÑOR+JUEVES SANTO 05 de Abril del 2012



Saludo

“Hagan esto como memorial mío” dice el Señor.
Que el Señor Jesús esté siempre con ustedes.



Introducción por el Celebrante

En este dia de jueves Santo, hemos venido, juntos como hermanos, a celebrar la memoria de la Cena de Despedida de Jesús: En esta cena tan cargada de emoción y significado, Jesús hizo y dijo cosas insólitamente amorosas. Como el más humilde de los siervos, él, el gran Maestro y Señor, lavó los pies de sus discípulos y les dijo que se hicieran, como él, servidores los unos de los otros, servidores del pueblo. Después, cuando estaban comiendo, les pasó el pan y el vino diciendo: “Esto es mi cuerpo partido para ustedes. Ésta es la copa de mi sangre derramada por ustedes. Ámense unos a otros como yo les he amado”. --- Estos acontecimientos ocurrieron hace mucho tiempo, y sin embargo, Jesús nos repite a nosotros aquí y ahora: Hagan esto en conmemoración mía. Les he dado ejemplo. Tienen que hacer ustedes como yo he hecho. Como yo he servido, así tienen ustedes que servir; como yo les he amado, así deben amarse unos a otros.
 

Este es el momento amados hermanos, donde Jesús instituyó la eucaristía en la Última Cena... dijo: “Hagan esto en conmemoración mía”. En memoria de Jesús estamos ahora recordando y celebrando lo que ocurrió en la Última Cena y haciendo de nuevo lo que él hizo allí, como lo realizamos, de hecho, en cada eucaristía, dia a dia.
Nosotros, pueblo de Dios, somos ahora los discípulos de la Última Cena. El sacerdote, que actúa en el nombre de Jesús, representa al mismo Jesús. La mesa, en torno a la que los discípulos estaban reunidos, es ahora el altar. La habitación (o Cenáculo) de la Última Cena es este templo. Como los discípulos, estamos reunidos como comunidad en torno a Jesús, y comiendo con él. Éste es un acto fundamental para nuestras comunidades cristianas: estar reunidos en torno al Señor, para comer y beber con él y de esta manera estar más unidos a él y ser más como él. Celebremos, pues, gozando de esta fiesta con el Señor.


Acto Penitencial
 

Nuestro Señor se nos da a sí mismo en la eucaristía
para que con su fuerza hagamos como él hizo.
En su presencia, y en presencia de los hermanos,
preguntémonos si hemos sido fieles
a esta tarea de amor.
(Pausa)

Señor, en la eucaristía nos llamas a todos juntos
para ser uno en ti, pero fallamos en poner aparte nuestras diferencias y edificar juntos justicia y amor entre nosotros.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

Oh Cristo, Señor nuestro: En la eucaristía tú nos sirves pero el servicio y el sacrificio en beneficio de otros nos parecen con frecuencia demasiado humillantes y nos cuesta demasiado realizarlos.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, en la eucaristía tú sigues entregándote a ti mismo por nosotros, pero, cuando nosotros tenemos que compartir, con frecuencia medimos y pesamos nuestros dones y no nos damos a nosotros mismos.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

Que el Señor tenga misericordia de nosotros, perdone nuestra falta de amor y servicio y nos lleve a la vida eterna.


Oración Colecta

Oremos para que podamos celebrar esta santa Cena
con la misma actitud del Señor.
(Pausa)
Oh Dios y Padre nuestro:
En esta tarde (noche),
tan diferente de otras tardes (noches),
estamos aquí reunidos para participar en la cena
que tu único Hijo nos legó,
de forma que él pudiera permanecer con nosotros
con toda la plenitud de su amor liberador.
Él nos dio esta cena
cuando estaba a punto de morir,
y nos mandó celebrarla
como el nuevo y eterno sacrificio.
Te pedimos que en este encuentro con tu Hijo
él comparta con nosotros tu vida y amor
y sea nuestro pan de fortaleza
que nos haga capaces de cumplir tu amorosa voluntad
y de servir generosamente a nuestros prójimos,
cercanos o lejanos.
Te lo pedimos por medio de Jesucristo nuestro Señor.


Primera Lectura (Ex 12,1-8.11-14): Un Día de Fiesta, para Siempre
Como los judíos se salvaban por la sangre del cordero pascual, así recordamos que Jesús es nuestro Cordero Pascual salvador.
 
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: «Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: "El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor. Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta al Señor, ley perpetua para todas las generaciones."»


Palabra de Dios
 

Salmo
Sal 115,12-13.15-16bc.17-18

R/.
El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R/.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R/.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.
 

Segunda Lectura (1 Cor 11,23-26): Este es mi Cuerpo, entregado para Ustedes
 
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios


Evangelio (Jn 13,1-1): Lávense los Pies Unos a Otros: ¡Sirvan!
Jesús lavó los pies de sus apóstoles para recalcarles a ellos, y también a nosotros, que el servicio es el corazón del Evangelio, junto con la entrega de sí mismo.
 
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.»
Pedro le dijo: «No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo: «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.» Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»

Palabra del Señor
 
HOMILIA
El Jueves Santo, conmemoramos la Cena del Señor, la Ultima Cena del Señor, la noche antes de su muerte. Jesucristo instituyó el Sacramento de su Cuerpo y su Sangre, el Sacramento de la Eucaristía, en la noche del Jueves, en que tenía lugar la Fiesta de Pascua con sus discípulos, esa Fiesta tan importante que todo el Pueblo de Israel celebraba y que nos describe la Primera Lectura (Ex. 12, 1-14).

Es así como Jesucristo realizó el milagro de irse y de quedarse con nosotros, pues El permanece en la hostia consagrada, en todos los sagrarios del mundo. Y allí está vivo, en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad; es decir: con todo su ser de Hombre y todo su Ser de Dios, para ser alimento de nuestra vida espiritual.

Es este gran misterio lo que celebramos al conmemorar la Ultima Cena del Señor cada Jueves Santo.

Estaba anunciando el Señor su muerte al día siguiente, el verdadero Cordero sacrificado en la Cruz y su Sangre derramada, con la cual sellaría la Nueva Alianza.
El Cuerpo entregado y su Sangre derramada hacen de la muerte de Cristo un sacrificio singular: sacrificio de alianza, que sustituye la Antigua Alianza del Sinaí por esta Nueva Alianza, en la cual el Cordero es Cristo, y en la que no se derrama sangre de animales, sino ¡nada menos! que la del mismo Hijo de Dios.

La Eucaristía es el Regalo más grande que Jesús nos ha dejado, pues es el Regalo de su Presencia viva entre los hombres ... Cierto que se ha quedado como escondido en la Hostia Consagrada, pero no podemos decir que su Presencia no es real por el hecho de no poderlo ver.

En efecto, es tan real la presencia de Jesucristo -Dios y Hombre verdadero- en la Eucaristía, que cuando recibimos la hostia consagrada no recibimos un mero símbolo, o un simple trozo de pan bendito, o nada más la hostia consagrada -como podría parecer- sino que es Jesucristo mismo penetrando todo nuestro ser:

Su Humanidad y Su Divinidad entran a nuestra humanidad -cuerpo, alma y espíritu- para dar a nuestra vida, Su Vida, para dar a nuestra oscuridad, Su Luz.

Jesucristo nos ha dicho estas palabras: "Quien come Mi Carne y bebe Mi Sangre permanece en Mí y Yo en él".

Y nuestra alma necesita de ese alimento espiritual que es el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Así como necesitamos del alimento material para nutrir nuestra vida corporal, así nuestra vida espiritual requiere de la Sagrada Comunión para renovar, conservar y hacer crecer la Gracia que recibimos en el Bautismo.

El misterio del Cuerpo y la Sangre de Cristo es un misterio de Amor. Dios Padre nos entrega a su Hijo para redimirnos del pecado, para pagar nuestro rescate. ¡Qué precio para rescatarnos! La Vida de Jesucristo entregada en la Cruz. Y esa entrega del Hijo de Dios por nosotros los seres humanos, se renueva en cada Eucaristía.

La presencia viva de Jesucristo en la hostia consagrada es muestra del infinito Amor de Dios por nosotros, sus criaturas, pues al re-actualizarse en la Eucaristía el sacrificio de Cristo en la cruz, es decir, su entrega de Amor a la humanidad, y al recibir nosotros a Jesucristo, todo Dios y todo Hombre en la Sagrada Comunión, recibimos su Amor. Y su Amor es para amarlo a El y para compartir ese Amor con los demás y prodigarlo a todos.

!! POR ESO HERMANOS HOY ES EL DIA DEL AMOR!!!

¡Qué agradecidos debemos estar por el Amor Infinito de Dios al regalarnos la presencia viva de Jesucristo en la hostia consagrada! ¡Qué agradecidos por poder recibir ese alimento tan necesario para nuestra vida espiritual! ¡Qué agradecidos porque Jesucristo se ha quedado con nosotros para ser nuestro alimento espiritual!

Después de la Misa Solemne de la Cena del Señor, cada Jueves Santo en cada Iglesia en el mundo, Jesucristo mismo en la Sagrada Hostia, es trasladado a un Altar especial que se ha preparado para allí ser adorado por todos los fieles que deseen hacerlo la noche del Jueves Santo y también durante parte del Viernes Santo.

Oración de los Fieles
En este dia estamos invitados con los apóstoles a la Cena del Señor. Roguémosle que sepamos conectar íntimamente con su propia actitud y disposición interior, en aquella noche antes de su pasión, y digámosle: R/ Quédate con nosotros, Señor.


- Señor Jesús, Cordero de Dios, tú cumples la voluntad del Padre hasta el fin; eres fiel a tu misión de amor. Danos la misma fidelidad, para que no busquemos con terquedad nuestra propia voluntad, sino la voluntad del Padre, en todo lo que hagamos. Y así te rogamos: R/ Quédate con nosotros, Señor.


- Señor, en la Última Cena encontraste una forma misteriosa y sacramental para permanecer por siempre con los que amas. Danos fuerza y valor para seguir estando del lado de los que necesitan amor, para que les ayudemos en su miseria y pobreza, y les induzcamos a esperar en ti y en la vida. Y así te rogamos: R/ Quédate con nosotros, Señor.


- Cristo, nuestro Salvador, en la Última Cena tú nos diste tu mandamiento de amor como tu último testamento. Danos la gracia de comprometernos a hacer obras de amor, de forma que así podamos celebrar genuinamente la eucaristía, trabajando también por la justicia social, por la paz y por el respeto de la dignidad humana de nuestros hermanos. Y así te rogamos: R/ Quédate con nosotros, Señor.


- Señor, en esta tarde (noche) santa, tú nos muestras que tu amor no consiste en meras palabras, sino que es totalmente eficaz, más fuerte que la muerte, pues entregas tu vida por nosotros. Danos fuerza para amarte a ti y a los hermanos con un amor más fuerte y efectivo que las palabras, con un amor fiel y total. Y así te rogamos: R/ Quédate con nosotros, Señor.


- Señor Jesús, en esta tarde (noche) santa, tú nos enseñas que “amor” significa servicio humilde. Te pedimos valor para hacer “obras de caridad”, no para ser vistos por la gente, sino para ayudar a otros callada y discretamente, respetando su dignidad humana; y danos arrojo para dar preferencia a los más pobres, a los desconocidos, a los pequeños, a los marginados y rechazados de la vida. Y así te rogamos: R/ Quédate con nosotros, Señor.


Señor Jesucristo, Señor de amor: Tú dijiste en la Última Cena -y nos lo repites a nosotros este dia- que una persona no puede tener mayor amor que dando su vida por sus amigos. Danos fuerza para evitar vivir para nosotros mismos, y, gracias al calor de nuestros corazones y a nuestra entrega de unos a otros, para hacer tu amor un poco más visible en la tierra, para que todos crean en ti, ahora y por los siglos de los siglos.


Oración sobre las Ofrendas
 

Oh Dios y Padre nuestro:
Tu Hijo Jesús se dio a sí mismo a sus amigos
como el nuevo Cordero Pascual
bajo el sabor de un trozo de pan
y con la alegría de una copa de vino.
Ahora que está él con nosotros,
le pedimos que nos alimente con su cuerpo
para hacernos realmente
su “cuerpo místico” para el mundo,
es decir, la Iglesia de su pueblo peregrino
en marcha hacia la tierra prometida
donde esperamos gozar de alegría y felicidad eternas.
Te lo pedimos por el mismo Cristo, nuestro Señor.


Introducción a la Plegaria Eucarística
 

Hoy Jesús nos dice de una manera conmovedora: Esto es mi cuerpo y ésta es mi sangre para ustedes; soy yo mismo, que me entrego a ustedes. Aprendan de mí a darse ustedes mismos a Dios y los unos a los otros. – Demos gracias por todo ello.


Introducción al Padre Nuestro
 

Antes de participar en el banquete del Señor como pueblo que él ha unido, oremos con el Señor Jesús la oración que él mismo nos enseñó. R/ Padre Nuestro…


Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males.
Danos hoy el pan de tu Hijo
que nos anime a seguir adelante
por el camino del amor y del servicio
y que sea nuestra fuerza
en las pruebas de la vida,
mientras esperamos con gozosa alegría
la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.


Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor,
Cordero de Dios que entregó su vida
para eliminar nuestros pecados
y para ser nuestra vida.
Vengan a la mesa del Señor
en paz y amistad.
Es el mismo Señor quien nos invita
y el mismo Señor quien nos alimenta;
es el Señor quien nos da su paz.


Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Cuando tu Hijo Jesús
se entregó a sí mismo a sus amigos
como comida y bebida para el camino,
se comprometió
a permanecer con nosotros
como el “hombre-para-los-demás”
y como el “Señor-que-sirve”.
Queremos aprender de él
a entregarnos a nuestro prójimo,
a amar y servir a los hermanos sin contar el precio
y a liberar a nuestros hermanos y hermanas
de cualquier mal que les esclavice,
como un anticipo de la felicidad eterna
que, según tu promesa, tú nos preparas
por medio de Jesucristo, nuestro Señor.


Antes de la Procesión con el Santísimo
Después de la Última Cena, Jesús fue con sus apóstoles al huerto de Getsemaní a orar, antes de que lo apresaran y comenzara así su pasión, para morir al día siguiente en la cruz. Como a los apóstoles, el Señor nos pide a nosotros también vigilar y orar con él. Podríamos reflexionar, en el rato de nuestra adoración, sobre la forma cómo él aceptó su pasión por amor fiel a su Padre y a nosotros. Podríamos también darle gracias por permanecer con nosotros en la eucaristía, para ser entre nosotros vínculo de unidad y de amor.
 
HERMANO JUAN PABLO CORC+OBISPO JUAN DAVID FALCON

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