¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

sábado, 13 de noviembre de 2010

Lecturas y Homilia del Domingo 14 de Noviembre del 2010

Primera lectura
Lectura de la profecía de Malaquias (3,19-20a):

Mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir –dice el Señor de los ejércitos–, y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas.
Palabra de Dios

Salmo
Sal 97,5-6.7-9a.9bc

R/.
 El Señor llega para regir los pueblos con rectitud

Tañed la cítara para el Señor, 
suenen los instrumentos: 
con clarines y al son de trompetas, 
aclamad al Rey y Señor. R/.

Retumbe el mar y cuanto contiene, 
la tierra y cuantos la habitan; 
aplaudan los ríos, aclamen los montes 
al Señor, que llega para regir la tierra. R/.

Regirá el orbe con justicia 
y los pueblos con rectitud. R/.

Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (3,7-12):

Ya sabéis cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: no vivimos entre vosotros sin trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No es que no tuviésemos derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar. Cuando vivimos con vosotros os lo mandamos: El que no trabaja, que no coma. Porque nos hemos enterado de que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada. Pues a esos les mandamos y recomendamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan.
Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,5-19):

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. 
Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.» 
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» 
Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.» 
Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas

Palabra del Señor


HOMILIA

 El tema del fin del mundo ha estado siempre de alguna manera presente en la mente de la humanidad. Bastan con poner en cualquier buscador de internet “fin del mundo” y saldrán miles de referencias. Google, el más usado, encuentra 14.900.000 resultados. Casi todos hablan de que se acerca un tiempo de guerras de todo tipo y/o desastres naturales, incluidos algunos a nivel cósmico. Todos esos fenómenos provocarán la destrucción de este mundo. 

Todas esas predicciones se refieren básicamente a la destrucción del mundo occidental. En realidad para destruir este mundo nuestro no es necesario tampoco un especial cataclismo. Las infraestructuras de nuestras ciudades son ahora mismo tan frágiles –por la sencilla razón de que son enormemente complejas– que un fallo simple puede afectarlas de tal modo que provoque la destrucción del conjunto.

      Imaginemos por un momento un fallo en la cadena energética. Por unas semanas, por las razones que sean, se interrumpe la llegada del combustible que alimenta nuestros vehículos, las centrales de producción eléctrica, los sistemas de seguridad, etc. Las ciudades se quedarían sin electricidad –a oscuras–, los supermercados se vaciarían –sin alimentos–, los transportes públicos y privados se paralizarían –no se podría ir a trabajar–. ¿Haría falta mucho tiempo para que las personas se organizasen casi tribalmente en bandas territoriales a la búsqueda de recursos vitales para la supervivencia? Eso sería un verdadero fin de “nuestro” mundo, aunque no sería necesariamente el fin del mundo ni del universo.

El fin de “mi” mundo
      Es decir, lo que nos aterra de verdad es el fin de “nuestro” mundo. Y si me apuran el fin de “mi” mundo, de mi red de relaciones, mi familia, mis amistades, mi trabajo... Todo lo que me hace sentirme seguro y protegido. No me hace falta que llegue el fin del mundo a escala cósmica. Eso puede estar bien para una película. La realidad es que me basta imaginar el fin de “mi” mundo para sentirme desvalido y aterrorizado. Esa idea ha estado siempre de alguna manera presente en nuestra mente, como una amenaza inconsciente pero real, que tiene mucho que ver con el saber que nos vamos a morir y que, en ese momento, desaparecido nuestro mundo, nos vamos a enfrentar a lo desconocido. 
      Las lecturas de este día no nos amenazan con el fin del mundo. Son más bien una llamada fuerte a vivir el presente. La perseverancia de que habla Jesús al final del texto evangélico de hoy no es una virtud del futuro sino del presente. Hoy tenemos que vivir el Evangelio y construir el Reino. Hoy tenemos que tender la mano al hermano para construir la casa común. Hoy debemos ser perseverantes en el amor. Hoy hemos de cuidar con esmero este mundo que es nuestra casa y administrar sus recursos de forma que lleguen para todos, hoy y en el futuro.
TENEMOS QUE VIVIR INTENSAMENTE…PLENAMENTE HOY.

 El problema es que algunos se quedan tan embobados ante el anuncio, casi siempre imaginario, de lo que puede suceder en el futuro, que se olvidan de vivir el presente. Pasa a todos los niveles, incluso en las relaciones personales. ¿No han conocido a esas personas que temerosas de lo que pueda suceder mañana –una despedida, una enfermedad– no son ya capaces de disfrutar de la alegría del momento presente? 

El regalo del presente
      San Pablo lo expresa en la segunda lectura con claridad. Algunos de los cristianos de Tesalónica estaban tan pendientes del fin del mundo, de la llegada definitiva de Cristo, que se suponía inminente, que nada de lo del presente les importaba. Así que habían dejado de trabajar. ¿Para qué trabajar si mañana o pasado mañana...? ¿Para qué comenzar a construir una casa si quizá no haya tiempo para terminarla? Pablo les dice que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan. 
      La vida no para. Es siempre regalo de Dios. Y no se debe despreciar el don del presente en nombre del futuro. Hoy toca vivir lo que hay y mañana ya afrontaremos lo que venga. Hoy toca comprometernos en la construcción del Reino. Hoy toca acoger a los hermanos y hermanas y hacer que nadie se sienta excluido. ¿Cómo podemos decir que ansiamos participar del Reino si hoy no abrimos las manos y los brazos a nuestros hermanos, si no les servimos y compartimos con ellos en la mesa común?
      Vendrán espantos o vendrá paz. Vendrán cataclismos o vendrá bonanza. Vendrán persecuciones o bienestar. Lo que sea lo vamos a vivir en el nombre de Jesús, como discípulos suyos, disfrutando del don de la vida que se nos regala en cada momento, testigos de la buena nueva con nuestras palabras y con nuestras obras. Sin miedo al futuro porque allí nos espera Dios, el que nos ha prometido en Jesús la Vida en plenitud. 

“UN DIA A LA VEZ”…has escuchado esta frase?, seguro si, lo dicen aquellos que han sobrevivido a su propio infierno personal, al tocar fondo dentro de  la desgracia de haber caido en vicios tales como las drogas, el alcohol…depresion, etc…
Al reconocer su enfermedad y decider rehabilitarse, toman esa sabia y gran decision.Vivir un dia a la vez, si intensamente, en control, alertas…
Tu dime, necesitas pasar por un infierno tal, para solo asi darte cuenta del valor de la vida…y de los momentos que pudieras disfrutar con tus hijos, tus padres, tus amigos…tu pareja?? Vamos!! Contigo mismo?!
Yo espero que no…pido a Dios que no sea asi…Animo!!
UN DIA A LA VEZ!...y gozalo plenamente minuto a minuto…pues nadie tenemos asegurada la siguiente hora…pues ninguno de nosotros sabemos cuando sera el fin de “nuestro de mi mundo”.

El que tenga oidos…que oiga.
Revdmo. David Falcon
CRISTO VIVE!!!



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