¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

sábado, 2 de marzo de 2013

Lecturas y Homilia del Domingo 3º de Cuaresma - 03 de Marzo del 2013

Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (3,1-8a.13-15):

En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. 
Moisés se dijo: «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.» 
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: «Moisés, Moisés.» 
Respondió él: «Aquí estoy.» 
Dijo Dios: «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.» 
Y añadió: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.» Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios. 
El Señor le dijo: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel.» 
Moisés replicó a Dios: «Mira, yo iré a los israelitas y les diré: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros." Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?» 
Dios dijo a Moisés: «"Soy el que soy"; esto dirás a los israelitas: `Yo-soy' me envía a vosotros".» 
Dios añadió: «Esto dirás a los israelitas: "Yahvé (Él-es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Éste es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación".»

Palabra de Dios
Salmo
Sal 102,1-2.3-4.6-7.8.11

R/.
 El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, 
y todo mi ser a su santo nombre. 
Bendice, alma mía, al Señor, 
y no olvides sus beneficios. R/.

Él perdona todas tus culpas 
y cura todas tus enfermedades; 
él rescata tu vida de la fosa 
y te colma de gracia y de ternura. R/. 

El Señor hace justicia 
y defiende a todos los oprimidos; 
enseñó sus caminos a Moisés 
y sus hazañas a los hijos de Israel. R/.

El Señor es compasivo y misericordioso, 
lento a la ira y rico en clemencia; 
como se levanta el cielo sobre la tierra, 
se levanta su bondad sobre sus fieles. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10,1-6.10-12):

No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquéllos. No protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga.

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,1-9):

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. 
Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.» 
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas".»

Palabra del Señor

Homilía

¿Por qué los desastres y los accidentes que tantas vidas humanas cuestan cada día? ¿Por qué el sufrimiento de los inocentes? ¿Por qué suceden uno tras otros los motivos de dolor y de muerte para los seres humanos?

La mentalidad de la época de Jesús sobre estos temas era clara: el que es malo sufre; el que es bueno no conoce el sufrimiento material. Pero las cosas no coincidían. Ellos veían que habían buenos a los que las cosas les iba bastante mal y malos a los que todo les iba bien. ¿Cómo entender entonces esa realidad del sufrimiento humano?

Se acercan unos a Jesús y le cuentan un episodio sobre una masacre ordenada por Pilato contra cierto número de galileos. Este suceso no se encuentra en ningún otro lugar, ni en la Biblia ni fuera de la Biblia. No sabemos con exactitud qué puede haber ocurrido. Lo que sí parece claro es que al mezclar la sangre de aquellos hombres con las de las víctimas del sacrificio, fue una manera más que acentuada de desprecio y humillación tanto a las personas como a los preceptos rituales judíos.

El Señor les contesta con un accidente: la caída de la torre de Siloé que se cayó encima de dieciocho personas. Aprovechando estos relatos Jesús les dice que no interpreten mal estos trágicos sucesos. Ellos creían, tal y como hemos dicho, que los grandes sufrimientos son el justo castigo de los grandes malhechores, pero el Señor les hace ver que de ninguna manera es así. Para Jesús no existe relación directa entre pecado y calamidades materiales.

Los que le traían la noticia le habían comentado un incidente con los galileos; al fin y al cabo procedían de una región despreciable. Pero es el propio Señor quien les recuerda un accidente ocurrido a los propios judíos en el mismísimo Jerusalén, en la torre de Siloé. Les pone nuevamente en contra de su propia concepción del origen del sufrimiento. Ellos entendían que el sufrimiento físico humano era consecuencia directa del pecado. Jesús hace una llamada a no juzgar a los demás. 
Si nos dejamos llevar por esta concepción del sufrimiento tendríamos que concluir entonces que muchas malas personas que gozan de prosperidad tendrían que ser equiparados a un santo, y los más débiles, según esta concepción, tendrían que ser los malditos.

Jesús aprovecha esos acontecimientos para hacer una llamada al arrepentimiento y a la conversión y advierte sobre las graves consecuencias que trae consigo la no penitencia.

Hay cristianos de hoy que creen que "la vida está escrita" o que existe el "destino" de cada persona. Los cristianos no creemos que nuestra vida está ya diseñada por nada (llámese astros, visiones, cartas, etc.) ni por nadie. No creemos en el ciego destino que marca nuestras acciones y nuestra vida como si fuésemos meros peones en un tablero donde la jugada ya ha sido diseñada. Delante de nosotros está la vida y la muerte, el bien y el mal, y la vida del ser humano es un constante elegir entre lo uno y lo otro (Deuteronomio 30). Lo que ocurre con las personas es que no siempre ni elegimos ni interpretamos bien lo que nos pasa, esto nos trae una carga de sufrimiento que muchas veces intenta desviarnos del camino que libremente hemos elegido.

Si mi vida está determinada por el "destino" no soy libre pues haga lo que haga estaré haciendo lo que me marca el destino. Soy libre y eso me lleva a enfrentarme conmigo mismo. Si meto la pata, si me equivoco en elegir el camino adecuado de la vida, no le puedo echar la culpa a los astros ni a mi horóscopo; soy libre y elegí, yo soy el único responsable de mi vida.Yo vivire las cpnsecuencias...
Cuando yo muera y esté ante Dios no le va a preguntar el Señor a los astros ni a las cartas ni a mi horóscopo sobre mi vida. Me preguntará sólo a mí, a mi corazón, y desde la libertad que me dio le daré con lo que fue mi vida la respuesta.



A continuación utiliza una parábola dirigida principalmente a Israel, pero también hoy para despertar a todos aquellos que  tienen los medios de la gracia al alcance de la mano, para que respondan a las oportunidades que Dios les ofrece.

Las características de la higuera son:
  • El dueño la había plantado en su viña, esto es, en el mejor terreno posible y donde iba a recibir los mejores cuidados. Nosotros somos por nuestra vinculación a la fe y a la Iglesia higueras plantadas en la mejor viña de Dios.
  • El dueño vino a buscar sus frutos. Fue el dueño directamente, en persona, no envió a sus trabajadores. ¡Cuántas veces se acerca Dios a mi pobre vida en busca de frutos y yo lo único que hago es quejarme de mi poca agua, de mi poca tierra, del lugar donde me han plantado...!
  • El dueño no halló fruto alguno. Además de no dar fruto la higuera ocupa estérilmente la tierra. Manda a cortarla. El momento de la muerte es cortar nuestro recorrido terreno. Los frutos que no produzcamos en vida no germinarán en la muerte. Si el Evangelio no transforma hoy mi vida no me dejará dar frutos.
  • El que cuidaba la viña intercede por ella. Cristo es el gran intercesor, pero cada creyente debe de interceder por los demás. Puede ser que pienses que has hecho poco por los demás en el camino de tu vida, que has dado pocos frutos, pero nunca sabrás lo que hizo tu oración por el otro ante Dios. El que estaba en pecado no oyó de ti ni juicios ni reproches, sólo Dios escuchó la oración llena de amor que hiciste por quien no sabía hacerla por sí mismo.
Hay personas que en la vida no hablan el lenguaje de Dios. El pecado hace que ni la Palabra se entienda ni la escucha sea la adecuada. En el fondo cada cristiano tiene que ser para con el pecador un traductor de Dios, hacerle ver al que vive en pecado con un lenguaje humano el amor que Dios le tiene y la invitación a cambiar, a dar frutos de felicidad.

El intercesor pide una nueva oportunidad al dueño de la higuera. Es una llamada a la misericordia. Muchas veces hacemos justo al revés: en lugar de ser hermanos de nuestros hermanos nos hacemos jueces de los demás.

!!¿Quién te ha nombrado juez de los demás?!!

Trabajará y echará abono para que la próxima vez ya tenga frutos. Hay muchas personas que necesitan más abono y más tiempo para el encuentro con Dios. En la pastoral la tarea más importante no es acercar la gente a Dios sino plantar bien la semilla de la fe, de la vida para que sea capaz de crecer en la luz de Dios.

Convertirse, en el lenguaje bíblico, no indica el paso de un lugar a otro sino precisamente de un modo de vivir a otro. Nadie está excluido de la posibilidad de cambiar. Nadie puede ser dado por irrecuperable.
Cada uno de los que creemos en Dios tenemos que ser a la vez higuera y cuidador de la viña. Los demás no necesitan de tus convicciones ni tus grandes cualidades. Aprende que en la vida lo que va buscando cada corazón humano es un corazón que le comprenda y ame, y en eso Dios es el Maestro.

Hay cristianos que están más que preocupados por los frutos (recuerda el salmo: "qué llevaré en las manos cuando me presente ante el Señor...").Yo la verdad más que de los frutos me preocupo de la higuera de mi vida. Sé que estoy plantado en la viña de la Iglesia; el abono que poseo es el mejor: la Palabra y los sacramentos; tengo un buen cuidador, Jesús; y las otras higueras que están conmigo plantadas en esta viña me dejan disfrutar de su agua y de su tierra con su ejemplo y con su profundidad espiritual y con su sentido común...

Estoy preocupado por la higuera de mi vida porque un árbol bueno sólo puede dar frutos buenos...Por todo esto nuestro mejor abono es la Santa Eucaristia, la oracion,la palabra y el Amor...

El que tenga oidos que oiga.

Hermano Juan Pablo CORC-Obispo Juan David Falcon.

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