¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

sábado, 9 de febrero de 2013

Lecturas y Homilia del Domingo 5º del Tiempo Ordinario - 10 de Febrero del 2013

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (6,1-2a.3-8):

El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Y vi serafines en pie junto a él. Y se gritaban uno a otro, diciendo: «¡Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!» Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo. Yo dije: «¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.» Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: «Mira; esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado.» Entonces, escuché la voz del Señor, que decía: «¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?» Contesté: «Aquí estoy, mándame.»

Palabra de Dios
Salmo
Sal 137

R/.
 Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R/.

Daré gracias a tu nombre: 
por tu misericordia y tu lealtad, 
porque tu promesa supera a tu fama; 
cuando te invoqué, me escuchaste, 
acreciste el valor en mi alma. R/.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, 
al escuchar el oráculo de tu boca; 
canten los caminos del Señor, 
porque la gloria del Señor es grande. R/.

Tu derecha me salva. 
El Señor completará sus favores conmigo: 
Señor, tu misericordia es eterna, 
no abandones la obra de tus manos. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios (15,1-11):

Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe. Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mí. Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído. 

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,1-11):

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. 
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»
Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» 
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. 
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.» Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Palabra del Señor

Homilía

Hoy estamos con Jesús a la orilla del lago. Allí no hay ni inciensos ni flores ni ese ambiente de recogimiento que tenemos en nuestras Iglesias. Sólo hay una muchedumbre que rodea a Jesús apretujándolo. Se subió a una barca y comenzó a predicar.
Nosotros tenemos una vivencia de la fe muy distante de aquella en la que Jesús se movió. El paso de los años y la experiencia de siglos nos ha llevado a meternos en nuestras Iglesias y en muchas ocasiones a base de "¡¡aleluyas!!" queremos que el mundo se evangelice. Hay cristianos que se quejan con dolor y con pena de que la gente no va a la Iglesia y cuando van, están pensando en lo que tienen que hacer cuando salgan; las tareas sociales les ocupa tanto el corazón y la mente que no dejan espacio para Dios y la Palabra que les puede cambiar positivamente su vida. 
Hay que decirle a la gente que entre a nuestras Iglesias con su vida; que no dejen su vida en la puerta del templo. Tenemos que cuidar que le fe y la vida vayan siempre por el mismo camino. Si una persona tiene una fe que camina por un lado y la vida por otra, nunca podrá recibir el mensaje porque nunca sabrás si estás hablando a su vida o a su fe. En cambio, cuando fe y vida van juntas en la vida de una persona, hablar a una es escuchar la otra... Dedicamos mucho tiempo a nuestras Iglesias pero no debemos de olvidar que tenemos que salir al encuentro de los otros que no vienen. Tenemos que salir a los caminos, a los mercados, a la orilla del lago,

La pedagogía espiritual de Jesús fue muy clara. Él no se quedaba esperando que la gente se acercara a Él; aunque el Evangelio nos cuente muchas y profundas experiencias de lo que lograron los que se acercaron al Señor. El púlpito de Jesús fue la propia vida de la gente con sus miserias y grandezas. Cuando Jesús hablaba conectaba de tal manera con el corazón de la gente que aquel mensaje se convertía en respuesta interior a las preguntas de su corazón. Las Palabras de Jesús podían irritar, calmar, orientar, pero nunca dejaban a nadie indiferente. Las palabras de muchos cristianos de hoy pueden que estén llenas de sabiduría teológica, de piedad cristiana y de acciones de aparente conversión cuando no de exigencia moral, pero nada de esto conecta con los oyentes. Sólo un corazón con madurez espiritual puede hacer madurar la espiritualidad de otros. Hablar sobre Dios no es suficiente, hay que hablar desde Dios para que nuestros oyentes sean capaces de percibir el mensaje. HABLAR DESDE DIOS!!
En la orilla del lago había mucha gente que apretujaba a Jesús; querían escucharlo porque su Palabra estaba cargada de esperanza y de promesas de salvación. La palabra de muchos predicadores de hoy es de tristeza y de amargura. Hay muchos cristianos que hoy viven instalados en lo que yo llamo "la pastoral de la queja". Todo el día quejándose de todo lo quejable y, cuando terminan de quejarse, vuelven de nuevo a plantear la queja como forma de evangelización. El Señor aceptó la realidad de las personas y de las cosas y desde ahí supo transformarlas. ¡Cuánta energía pierden muchos cristianos derrochando en quejas por todo y de todos, cuando en realidad la deberían emplear en crecer en el Señor! Ya saben: es más fácil quejarse que convertirse...
Jesús se sienta en la barca de Simón y empieza a predicar. Cuando termina le dice a Pedro que eche las redes lago adentro. Pedro ,experimentado pescador, duda de la pericia profesional del Maestro, pero acepta la propuesta de Jesús. Algo parecido nos pasa a los demás seres humanos para con el Señor. Es como si nuestra experiencia anterior nos dejara ya inmunes a cualquier invitación de Dios. Los verdaderos predicadores del Evangelio tenemos que seguir echando las redes una y otra vez, aun cuando parezca que no recogemos nada. Evangelizar es escribir una historia invisible en el corazón de un ser humano visible. Pedro no veía los peces, sólo hizo caso de la Palabra...
Continúa el Evangelio diciendo que cuando lo hicieron, recogieron tal cantidad de peces que las redes se rompían. La fe no es algo estático. La fe es siempre un hacer. La fe cuando se estanca se muere. Una fe que no produce frutos de Dios es más que estéril, es simplemente un engaño. Cuando echamos las redes tras la Palabra de Dios, estamos asegurando la rapidez y la abundancia de la captura. UNA FE REAL QUE VIENE DE DIOS!
Jesús utiliza dos imágenes para ilustrar el deber de sus seguidores: la de los pescadores y la de los pastores. En ambas profesiones queda reflejada lo que debe ser la misión del evangelizador. En la Iglesia todos debemos ser pastores y ovejas, pescadores y peces. En la vida hay muchas personas que pasan por los momentos de tormentas y dificultades, para ellos nuestra misión será la de pescadores. Pero también nosotros pasamos por momentos duros en los que necesitamos la cercanía humana y espiritual de los demás.  Por desgracia algunos quieren ser más pescadores y pastores que peces y ovejas,! hasta donde llega su soberbia!. La conversión siempre nos invitará a mantenernos en estas dos realidades de ayudar y ser ayudados en el camino hacia Dios.
Termina el Evangelio reconociéndose Pedro un pecador. Cuando una persona percibe la mano de Dios en su vida no le queda más remedio que ver la grandeza del creador y experimentar la propia pequeñez humana. Jesús le dice que no tenga miedo. Desde ahora vas a pescar hombres. La pesca de personas para Dios es mucho más difícil que la pesca de peces y sin embargo Jesús le invita a que no tenga miedo. Buena enseñanza para todos los que tenemos alguna responsabilidad pastoral. Tener una acción evangelizadora sin miedo es señal de que Jesús navega con nosotros en la nave de la Iglesia, y, lo que es mucho más importante: que nosotros también navegamos con Él.

El que tenga oidos...que oiga.
Hermano Juan Pablo CORC-Obispo Juan David Falcon-

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