Primera lectura
En aquellos días, uno de Baal-Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja.
Eliseo dijo: «Dáselos a la gente, que coman.»
El criado replicó: «¿Qué hago yo con esto para cien personas?»
Eliseo insistió: «Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará.»
Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.
Palabra de Dios
Salmo
R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias
Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente. R/.
El Señor es justo en todos sus caminos,
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.
Segunda lectura
Evangelio
Homilia
¿Qué aporta al creyente la fe en Jesucristo?
Buena pregunta en un mundo donde siempre la gente va buscando siempre que recibira a cambio de dar.
La gente de la época seguía a Jesús admirada por sus milagros y su fama, no porque creyesen en Él, era mas bien por curiosidad y por propio interés. Para muchas personas la fe tiene que tener un componente utilitario. Si no me sirve la fe para nada práctico, si no me aporta algo material, no es verdadera fe... Muchas personas han perdido el sentido gratuito y contemplativo del seguimiento de Cristo.
Aquellas personas seguían a Jesús pero a cierta distancia. El Evangelio nos habla de que ninguno se convirtiera porque Jesús le diese de comer; pero Jesús seguía haciendo el bien. Puede ser que no hayamos caído en la cuenta de que la mayoría de las personas que se encuentran con el Señor en los Evangelios no le siguieron, no se convirtieron.
¿Cuál es entonces el significado de dar alimentos a los que venían a Él?
De la misma manera que la vida necesita estar sustentada materialmente por los alimentos, así la vida en el Señor se sustenta con el encuentro personal con Cristo. Dar de comer es señal de querer que sigas adelante, vivo y con fuerzas. Dejarte encontrar y permanecer en el Señor es signo del amor que Dios nos tiene.
Aquellas personas fueron alimentadas por Jesús pero se quedaron en eso, en un alimento material, de ahí que su reacción no fuese la de proclamar su divinidad sino su papel de profeta. No supieron aceptarlo como Salvador de sus vidas sino querían hacerlo rey. En nuestro caminar en la fe encontraremos muchas personas que reaccionan igual ante Jesús.
Cuando intuyen que son ayudadas por Dios se sienten en plenitud. Si logran lo que quieren es que "Dios está conmigo...", pero sólo mientras siguen consiguiendo sus objetivos materiales... Y cuando no consiguen lograr sus ambiciones "me enfado con Dios..."
En este Evangelio encuentro una profunda reflexión sobre lo que debe ser mi vida de seguimiento del Señor. Sé que estoy en mejor situación que aquellas personas de antaño. Yo he experimentado la resurrección de Jesús; los comensales de ese día todavia no habían descubierto la fuerza de la presencia de Dios, por eso la lectura del texto me lleva a plantearme más en profundidad el sentido de aquella comida.
El alimento es algo prioritario para vivir, por eso los cristianos le damos tanta importancia a la Eucaristía. Los dos soportes de la vida cristiana son la Resurrección de Jesús y la Eucaristía. Todo lo demás debe girar en torno a estas dos grandes respuestas. En ambas realidades afloran la Encarnación, la Revelación, la entrega de Dios al ser humano.
Aquella comida quedó un tanto desvalida porque muchos de aquellos comensales no supieron captar la hondura del milagro. Se quedaron en lo grandioso ante la comida, pero no supieron ahondar en su significado. Algo parecido sucede hoy a muchas personas que se dicen creyentes.
La gente no entendió que aquella comida era compartida y era símbolo de la entrega de Jesús como salvación del ser humano. Se quedaron en el pan y los peces y no fueron capaces de descubrir quién y por qué se los daba.
Ya saben ustedes que las cosas de Dios hay que leerlas siempre en las entrelíneas de la vida...
Me quedo con una de las frases del Evangelio de hoy: "Jesús mismo sabía bien lo que iba a hacer." y me quedo contemplando la Resurrección y la Eucaristía en la seguridad de que si me dejo alimentar por Cristo, podré compartir siempre con los que me rodean, y de una manera especial con los más pobres y necesitados.
“Abres, Señor tus manos generosas y cuantos viven quedan satisfechos. Tú alimentas a todos a su tiempo” (Sal. 144).
EL QUE TENGA OIDOS...QUE OIGA.
HERMANO JUAN PABLO CORC+OBISPO JUAN DAVID FALCON.
Lectura del segundo libro de los Reyes (4,42-44):
En aquellos días, uno de Baal-Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja.
Eliseo dijo: «Dáselos a la gente, que coman.»
El criado replicó: «¿Qué hago yo con esto para cien personas?»
Eliseo insistió: «Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará.»
Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.
Palabra de Dios
Sal 144,10-11.15-16.17-18
R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias
Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente. R/.
El Señor es justo en todos sus caminos,
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,1-6):
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un solo baitismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
Palabra de Dios
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un solo baitismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,1-15):
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.
Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?» Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.»
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?»
Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo.»
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.»
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido.
La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.»
Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Palabra del Señor
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.
Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?» Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.»
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?»
Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo.»
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.»
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido.
La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.»
Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Palabra del Señor
Homilia
¿Qué aporta al creyente la fe en Jesucristo?
Buena pregunta en un mundo donde siempre la gente va buscando siempre que recibira a cambio de dar.
La gente de la época seguía a Jesús admirada por sus milagros y su fama, no porque creyesen en Él, era mas bien por curiosidad y por propio interés. Para muchas personas la fe tiene que tener un componente utilitario. Si no me sirve la fe para nada práctico, si no me aporta algo material, no es verdadera fe... Muchas personas han perdido el sentido gratuito y contemplativo del seguimiento de Cristo.
Aquellas personas seguían a Jesús pero a cierta distancia. El Evangelio nos habla de que ninguno se convirtiera porque Jesús le diese de comer; pero Jesús seguía haciendo el bien. Puede ser que no hayamos caído en la cuenta de que la mayoría de las personas que se encuentran con el Señor en los Evangelios no le siguieron, no se convirtieron.
¿Cuál es entonces el significado de dar alimentos a los que venían a Él?
De la misma manera que la vida necesita estar sustentada materialmente por los alimentos, así la vida en el Señor se sustenta con el encuentro personal con Cristo. Dar de comer es señal de querer que sigas adelante, vivo y con fuerzas. Dejarte encontrar y permanecer en el Señor es signo del amor que Dios nos tiene.
Aquellas personas fueron alimentadas por Jesús pero se quedaron en eso, en un alimento material, de ahí que su reacción no fuese la de proclamar su divinidad sino su papel de profeta. No supieron aceptarlo como Salvador de sus vidas sino querían hacerlo rey. En nuestro caminar en la fe encontraremos muchas personas que reaccionan igual ante Jesús.
Cuando intuyen que son ayudadas por Dios se sienten en plenitud. Si logran lo que quieren es que "Dios está conmigo...", pero sólo mientras siguen consiguiendo sus objetivos materiales... Y cuando no consiguen lograr sus ambiciones "me enfado con Dios..."
En este Evangelio encuentro una profunda reflexión sobre lo que debe ser mi vida de seguimiento del Señor. Sé que estoy en mejor situación que aquellas personas de antaño. Yo he experimentado la resurrección de Jesús; los comensales de ese día todavia no habían descubierto la fuerza de la presencia de Dios, por eso la lectura del texto me lleva a plantearme más en profundidad el sentido de aquella comida.
El alimento es algo prioritario para vivir, por eso los cristianos le damos tanta importancia a la Eucaristía. Los dos soportes de la vida cristiana son la Resurrección de Jesús y la Eucaristía. Todo lo demás debe girar en torno a estas dos grandes respuestas. En ambas realidades afloran la Encarnación, la Revelación, la entrega de Dios al ser humano.
Aquella comida quedó un tanto desvalida porque muchos de aquellos comensales no supieron captar la hondura del milagro. Se quedaron en lo grandioso ante la comida, pero no supieron ahondar en su significado. Algo parecido sucede hoy a muchas personas que se dicen creyentes.
La gente no entendió que aquella comida era compartida y era símbolo de la entrega de Jesús como salvación del ser humano. Se quedaron en el pan y los peces y no fueron capaces de descubrir quién y por qué se los daba.
Ya saben ustedes que las cosas de Dios hay que leerlas siempre en las entrelíneas de la vida...
Me quedo con una de las frases del Evangelio de hoy: "Jesús mismo sabía bien lo que iba a hacer." y me quedo contemplando la Resurrección y la Eucaristía en la seguridad de que si me dejo alimentar por Cristo, podré compartir siempre con los que me rodean, y de una manera especial con los más pobres y necesitados.
“Abres, Señor tus manos generosas y cuantos viven quedan satisfechos. Tú alimentas a todos a su tiempo” (Sal. 144).
EL QUE TENGA OIDOS...QUE OIGA.
HERMANO JUAN PABLO CORC+OBISPO JUAN DAVID FALCON.