¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

sábado, 9 de abril de 2011

Lecturas y Homilia Domingo 5º de Cuaresma 10 de Abril del 2011

Primera lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel (37,12-14):

Así dice el Señor: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago.» Oráculo del Señor.
Palabra de Dios


Salmo
Sal 129,1-2.3-4ab.4c-6.7-8


R/. Del Señor viene la misericordia,


la redención copiosa
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz,
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.


Si llevas cuentas de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R/.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R/.


Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,8-11):


Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.
Palabra de Dios


Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (11,3-7.17.20-27.33b-45):


En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo.»
Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea.»
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa.


Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»


Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»
Jesús sollozó y, muy conmovido, preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?»
Le contestaron: «Señor, ven a verlo.»
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?»
Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa.
Dice Jesús: «Quitad la losa.»
Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.»
Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.»
Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, ven afuera.»
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar.»
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Palabra del Señor.


HOMILIA


Hoy la Palabra nos lleva a ver un Jesús humano y divino a la vez. Sus lágrimas y su cercanía a la familia en la muerte de un amigo ya nos dice la categoría humana del Señor. Sus Palabras se vuelven presencia de Dios entre nosotros.


Hay personas que cuando se acercan al tema de la muerte lo hacen para desesperanzarse, para destrozarse o para sumergirse en una fuerte depresión. Jesús se acerca para darnos la respuesta sobre cómo debemos de situarnos ante la separación física definitiva.


Jesús manda a sus apóstoles a que "resuciten muertos". Cada cristiano debe ser en Jesús un resucitador de otras personas abatidas por la muerte. Bien fácil es comprender que Jesús se está refiriendo no sólo a la muerte física. Se refiere a esas muertes interiores, presentes en la fragilidad humana y que lleva a las personas a perder cualquier ilusión por seguir adelante.A solo existir…no vivir.


¿Quiénes están muertos?


Los muertos son aquellas personas que han dejado de creer y de tener esperanza. Los que viven llenos de temores cuando una y otra vez el Evangelio nos dice: "¡No tengan miedo!" Las personas que han tirado la toalla con suma facilidad cuando Dios nos invita a la lucha. Estar muertos es no ser feliz, es dejar que el amor muera y que gane la batalla la soledad, la cobardía, la indiferencia...


Son muchas las razones que hacen que una persona pierda las ganas de vivir. Hay gente que ante los graves problemas que viven lo que quieren es morirse. Siempre me he dicho ante las dificultades que lo que tengo que hacer es luchar para superarlas.


Me llama mucho la atención el ver personas presas de la soledad, del desánimo y del desaliento, el ver cómo sufren día tras días. Se estancan, no se mueven ni exterior ni interiormente, y se quejan porque no son felices...


Tenemos que leer este Evangelio recordando la parábola del hijo pródigo (Lucas 11) ya que el hijo menor "estaba muerto y ha vuelto a la vida..." Volvió a la vida porque fue capaz de animarse, de volver sobre sus pasos, de moverse. De nada sirve (es anticristiano) el quedarse estancado sin hacer nada sino estar todo el día lamentándose. Hay que luchar por lo que se quiere, hay que sacrificarse por lo que uno desea.


El sufrimiento de muchas personas se podría evitar o aminorar si tuviesen la capacidad de cambiar, de levantarse y volver de nuevo a la casa del Padre. Pero no, están lamentándose constantemente de su pasado, presente y futuro... Morir es dejar que las distintas formas de muerte (pecados) presentes en el mundo nos ganen terreno interior. Resucitar es "levantarse" y volver a la casa del Padre.


Para estar con Dios no es necesario esperar la muerte física. En el camino físico de la vida Dios está con nosotros. Jesús se hizo uno de los nuestros para demostrarnos que en la vida podemos realizar el magnífico proyecto que Dios trazó desde el paraíso terrenal para el ser humano. Morir es caer en la tentación.


Entre Dios y las personas se establece una muy honda complicidad amistosa que sólo rompe el pecado. Seguir a Cristo es ser amigo de Dios. La amistad con Dios ni siquiera la muerte física la rompe ya que el amor es más fuerte que la muerte. Resucitar es establecer en esta y en la otra vida esa intimidad con Dios que nace de un corazón bueno y gracias a una comunicación continua.


La resurrección comienza ya aquí en esta tierra en las personas que son valientes, que creen en Cristo y su mensaje…en los que son capaces de ver sus errores y miserias y luchan por superarlos, en los que saben que el amor tiene el poder inmenso de cicatrizar el pasado y restaurar las limitaciones del presente.


Yo, no me fío de los que hacen de la muerte, la ruptura y la división la solución de sus problemas. Ahora está de moda la denominada "cultura de la muerte". La cultura que nos trae Jesús es la cultura de la vida; de la física y de la eterna.


La resurrección que nos propone Jesús es la de los corazones. La persona que está unida a Cristo colaborará con Él para que el interior de muchos seres humanos sean transformados y sean, a su vez, capaces de transformarse y trascender.


¿Por qué hay tantas personas que no descubren a Jesús en sus vidas?


Porque la fe es una gracia que Dios da y no todos tienen el corazón abierto para recibirla…pero también porque hay un buen número de seres humanas que viven más cerca de las muertes cotidianas que las vidas y la vida que nos ofrece Jesús. ¿Cómo puede dar vida a otros una persona que está muerta por dentro...?


La cruz y la resurrección de Jesús fue la respuesta de Dios en su amor a las personas. Con la resurrección del Señor ya no había que esperar la resurrección en la otra vida. Ya, aquí y ahora, en las esquinas del mundo, ha comenzado la resurrección. Ya todos los corazones pueden mirar el mañana sin temor porque en ese futuro es Dios quien está. Cuando llegue la hora de nuestra muerte física, la única diferencia es que se abrirá la puerta de la eternidad para la vida que en la temporalidad de la carne hemos entregado a Cristo.


Hoy estoy seguro que tengo más motivos para resucitar que para estar en la muerte, ¿Y tú...?


El que tenga oídos…que oiga.


Revdmo. David Falcon


CRISTO VIVE!!!

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