HOMILIA
"Si me
aman, obedecerán mis mandamientos." Buen comienzo. Amar de verdad, a la
forma de Dios, es obedecer su voluntad. Pero ¿Cómo puede una persona obedecer a
quien no conoce o desconoce?
Hay
personas que "piensan" que creen en Dios. Otros dicen "que
tienen fe". Algunos que "creen en Dios más que nadie..." Pero la
experiencia vital de la fe va por otros caminos. No es suficiente creer que se
tiene fe; la fe hay que vivirla en lo profundo del corazón y en la vida diaria.
Vemos con frecuencia como personas que dicen tener fe viven en una realidad
inmadura, infantilizada, desequilibrada, atrapada en las vivencias del pasado.
Jesús nos promete un Defensor para que la vivencia de fe en nuestra vida se
purifique y se acerque más y más a Dios.
El Defensor
que Jesús pide para nosotros es "el Espíritu de la verdad, para que esté
siempre con ustedes."
No exagero
si digo que en muchos aspectos de nuestra vida personal y social la verdad ha
pasado a un segundo plano…segundo plano??!! Si! Por desgracia hay que
reconocerlo, asi es!.
¿De qué nos
defiende el Espíritu de la verdad que Jesús nos promete?:
En primer
lugar nos defiende de nosotros mismos, de nuestros temores y traumas, de
nuestro diario ocultamiento de la verdad personal. Disfrazamos lo que somos
ante los demás pero somos tan habilidosos que también nos montamos un teatro
interior y terminamos por creernos que eso es la verdad en nuestra vida…mentimos
y nos creemos nuestra mentira. Necesitamos un defensor de nosotros mismos. Los
cristianos somos conscientes de la fragilidad humana, de la nuestra y de los
otros. Sabemos que hacemos grandes proyectos en todos los aspectos de la vida,
pero muchas veces todo se queda en grandes decepciones.El Espíritu de la verdad
(Dios) nos sitúa en la realidad de nuestra naturaleza. No nos hace creer que
somos mayores de lo que somos ni menores de lo que en realidad somos.
Nos defiende
también del mundo que no quiere conocer ni ver a Dios.Un mundo sin Dios, que
termina envolviendonos y alejandonos de toda verdad y esencia divina La cuestión no es alejarse del mundo o no, el
tema es saber estar en el mundo según Dios quiere. El reto de los cristianos
continúa siendo "estar en el mundo sin ser del mundo."
Quien no
ama no conoce a Dios y esto trasciende la propia vivencia personal y se
convierte en algo público: una persona que no conoce a Dios es un eslabón de un
mundo donde lo que Dios nos viene a traer no existe. Un mundo sin Dios es el
fracaso de la profunda realidad humana.
Nos
defiende de las ideologías que intentan ocultar la propia realidad y dignidad
humana. Bajo el pretexto de la igualdad y la dignidad humanas se nos ofrecen una
y otra vez alternativas caducas que aparentemente dan respuesta al corazón
humano. Muchos cristianos pueden caer en esas tentaciones. El pensar que las
ideologías de las mentes humanas son más completas que la mente del Señor nos
puede llevar a un auténtico fracaso existencial. El ser humano no se explica sólo por la
psicología, la sociología o cualquier otra ciencia humana. Todas estas
disciplinas avalan y son notarias de una realidad, pero la respuesta al ser
humano siempre tiene que pasar y llegar por y a su corazón. Todo lo demás son
sólo buenas intenciones.
Nos
defiende de nuestra división interior. Ocurre que muchas veces no sabemos en
qué lugar de nuestra vida colocamos a Dios: ¿en los sentimientos? ¿en los
pensamientos? ¿en los razonamientos?... Dios tiene que ocupar pacíficamente
nuestra realidad interior. Es lo que llamamos la conversión. Pero la conversión
es un proceso donde muchas veces mi principal enemigo soy yo. El Defensor viene
para orientarnos en nuestro caminar diario.
Jesús no
nos abandona. Cuando oímos a una persona que "Dios se ha olvidado de
mí..." recordemos siempre estas palabras. Él sabe de nuestras miserias y
proyectos; el conoce el barro del que estamos hechos.El esta invadiendo nuestro
ser!...El sabe que necesitas y que hay en tu corazon.
No te
desesperes cuando todo en tu vida vaya mal o regular. No dejes que los
problemas hundan tu vida; deja que tu vida hunda los problemas. Siempre procuro
tener presente en mi vida que Dios va conmigo al ritmo que yo puedo andar. Si
camino, Él está a mi lado. Si me detengo, Él se para conmigo. Si me siento a
descansar, Él está reposando a mi lado. Si corro, Él corre a mi lado... Hay
personas que se pasan toda la vida frustrados porque quieren ir al ritmo de
Dios. Esto para las personas es poco menos que imposible. Su paso es mucho más
largo y profundo que el nuestro. La cosa está en caminar junto a Dios en
nuestra vida. Tratar de que siempre estemos a su lado y saber que Él se adapta
a nuestro caminar. Nuestro proceso es su camino. Dios se adapta a la realidad
de cada persona sin dejar de ser Dios.
No es un Señor a nuestra medida, sino que
somos nosotros quien dejándole acercar a nuestra vida lo hacemos caminante de
mi propio camino. Ni Él pierde su identidad ni yo la mía. Somos distintos pero
vamos juntos por los mares del mundo.
"El
que recibe mis mandamientos y los obedece, demuestra que me ama." A los
niños en el catecismo les enseñamos que los mandamientos son diez más uno. No
son once. Los mandamientos son diez, pero les recordamos aquello de "Un
mandamiento nuevo les doy; que se amen unos a otros como yo les amo."
Cumplir los diez mandamientos más uno es hacer presente a Dios en nuestra vida
y en la de los demás. El Señor nos asegura que viviendo esta realidad es como
el ser humano se realiza como persona y como creyente, para hacernos
"ver" esta realidad necesitamos de un Defensor porque muchas veces
nuestra mirada es insuficiente... y nuestro corazón también...
El Espíritu Santo está presente en la vida de
aquella persona que sigue a Cristo Resucitado. Fue el propio Jesús el que nos
presentó tan digno defensor. Sabe bien el Maestro que necesitamos ayuda y
cercanía en nuestro caminar por los senderos del mundo.
Revdo Hno
Juan Pablo ICJDM Obispo Juan David Falcon
CRISTO
VIVE!!