¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

jueves, 17 de abril de 2014

Hoy amados hermanos y hermanas en este Jueves Santo 2014 debemos de ir al rescate del centro de nuestro cristianismo y de nuestra vida espiritual…Nuestra Santa Eucaristia!!



Es para nosotros cuestión de vida o muerte que nuestras Eucaristías puedan definirse como "la Eucaristía de Jesús", que en ellas sea reconocible su Presencia, su protagonismo. Y que nadie ni nada -que no sea Él- se adueñe de la celebración, como desgraciadamente pasa hoy en dia.

La homilía no es más importante que la proclamación de la Palabra. El presbítero o el obispo no deben suplantar la Palabra y su sentido, con sus palabras personales y temas sociales. Quien reparte el Cuerpo del Señor, no debe suplantarlo con otro alimento. ¡Dejar que la Palabra actúe como Palabra de Dios y servirla en actitud de profunda atención al momento histórico y al espacio geográfico en que es proclamada!
¡Solo el Espíritu Santo convierte una misa en la Eucaristía de Jesús! ¡Sólo el Espíritu Santo hace resonar la Palabra como Palabra de Dios, convierte los dones en Cuerpo y Sangre del Señor, une a la comunidad como "cuerpo de Cristo"! Sí el Espíritu y no la letra vacia y trivial.

Las comidas que Jesús ofrecía o a las que se refería en sus parábolas, generaban espacios de reconciliación y amistad. Si la Eucaristía mantiene espacio de irreconciliación, de discriminación entre unos hermanos y otros, unos que comulgan y otros que no pueden comulgar, ¿en qué medida evocarán a Jesús? En las comidas de Jesús ninguno de los invitados era excluído: ¡ni siquera Judas! Y si alguien se excluía -el hijo mayor de la parábola del hijo pródigo, o Judas a partir de un determinado momento- lo hacía por propia iniciativa. En la multiplicación de los panes se dice que "todos comieron hasta hartarse"; en la comunión con la copa de la Alianza se dice también "y bebieron de ella todos". El Jesús que celebra la Cena con sus discípulos el Jueves Santo, celebró su penúltima cena el día anterior en Betania con ellos, pero también Lázaro, Marta y María -con un especial protagonismo de estas mujeres respecto a la fe en Jesús y la atención a su cuerpo!

El alimento por excelencia de las comidas de Jesús era "el pan bajado del cielo", o el "pan del mañana", o la "carne o la sangre del Hijo del Hombre", o el cuerpo entregado y la sangre derramada. En ese alimento y bebida irrumpe en nosotros todo el misterio de Dios,! nos invade!.
 Tanto nos ama nuestro  Abbá Padre que nos entrega a su Hijo para sanarnos, liberarnos, incorporarnos a su Vida. El pan "nos es dado" y al mismo tiempo que alargamos la mano decimos: "¡perdónanos nuestras deudas, así como también nosotros perdonamos!". La carne del Hijo del Hombre es amistad hasta la muerte, es amor verdadero y sin reservas: nadie tiene amor mayor que quien da la vida por sus amigos. Él Cuerpo y la Sangre de Jesús nos son entregados incondicionalmente.

La actitud más noble ante este inmenso Dios que en su Hijo se nos regala, no es pensar que unos son dignos y otros no. Antes de comulgar evocamos las palabras del Centurión: "oh Señor. no soy digno de que entres en mi casa"; "apártate de mi, que soy un pecador"... La conciencia de tan inmenso regalo nos hace estremecer y nos debe de llevar a la adoración mas profunda, para asi poder sentir la amistad más entrañable. No lo llamamos ya Señor. sino Amigo.

No hay evocación de la última Cena sin lavatorio de los pies. El ministerio ordenado pierde credibilidad si no queda situado a los pies de los fieles, de las hermanas y de los hermanos. Si se crean distancias, desigualdades. ¿Cómo decir entonces, "vosotros sois mis amigos"? ¿Cömo proclamar que la Eucaristía nos hace "uno", "un solo cuerpo", "un solo espíritu"? Cualquier tipo de lavatorio de los pies, de atención a los hermanos, de acogida y hospitalidad, que en la Eucaristía tenga lugar, hace de ella un acontecimiento más protagonizado por nuestro Señor Jesús. "Lo que hicísteis a uno de éstos, a mí me lo hicísteis... tuve hambre y me dísteis de comer". Rescatemos el verdadero mensaje de nuestras Eucaristias y demos sentido correcto a esta vivencia diaria y dominical que nuestro Padre nos regala con tanto amor y entrega total!! Alimento purifcador que nos llevara a unirnos al Espiritu Santo de Dios y preparara nuestro espíritu para trascender en Cristo Jesus Resucitado!!


Rvdo. Hno. Juan Pablo ICJDM+Obispo Juan David Falcon.

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