¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

sábado, 12 de enero de 2013

Lecturas y Homilia del Bautismo del Señor - Domingo 13 de Enero del 2013


Primera lectura
Lectura del libro del profeta Isaías (42,1-4.6-7):

Así dice el Señor: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el dereho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan en las tinieblas.»

Palabra de Dios

Salmo
Sal 28

R/. El Señor bendice a su pueblo con la paz

Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R/.

La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica. R/.

El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!»
El Señor se sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno. R/.


Segunda lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (10,34-38):

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (3,15-16.21-22):
En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.» 
En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.»

Palabra del Señor

Homilia

El propio ritmo del año litúrgico nos trae esta fiesta como continuación de la Navidad  y  de la Epifanía; llega esta festividad en orden a la mentalidad cristiana actual: el niño hace poco que ha nacido... ahora vemos su bautismo... La mayoria  de la gente creyente o no creyente asocia este bautismo de Jesús con el de los niños actuales, pero en realidad su simbolismo es totalmente otro.

¿Por qué se bautizó Jesús? ¿Acaso tenía pecados? ¿Acaso necesitaba convertirse?

Los primeros cristianos tuvieron sus grandes debates sobre este tema. Hubo explicaciones para todos los gustos, pero el bautismo de nuestro Señor tiene unas referencias que bien nos pueden servir para darnos cuenta de la hondura de este gesto. Jesús no tenía necesidad de purificación pero tenía que cumplir la voluntad del Padre.

Después de los días de adviento aparece de nuevo Juan el Bautista. Ahora tiene ante sí mismo a quien había anunciado.  La gente estaba expectante y se preguntaba si Juan era el Mesías. Él lo desmiente exaltando al Señor por encima de su persona y de su actividad.

 En la vida diaria del cristiano la labor que hacemos es como la de Juan el Bautista. Tenemos que estar anunciando a los alejados y a los convertidos la grandeza del Dios que te espera. Ha venido, pero muchos no le han aceptado en su vida. Juan es hoy el que proclama, el que realiza gestos, el que mira al futuro que Dios nos trae.

El Evangelio de hoy tiene un aroma conmovedor. Juan puede ver a quien anunció. Algo parecido nos ocurrirá en el momento de nuestro encuentro con la eternidad. En aquel último momento veremos a Dios tal cual es, y, nosotros seremos ante Él tal y como realmente somos. En el fondo lo que vivió Juan el Bautista fue un ratito de cielo. Él se despojó de sí y aceptó la grandeza de Dios de una manera plena.

El bautismo de Jesús le sitúa entre los pecadores. Dios no sólo se hizo carne sino que tomó sobre sí el peso de la carne. El Señor no tuvo ningún pecado, pero estuvo muy en contacto con aquellos a los que el pecado había poseído. Pasar por el bautismo era experimentar el arrepentimiento, sentir lo que una persona conmovida podía percibir en su espíritu cuando se acercaba al agua.  Muchas veces no nos damos cuenta que en la vida humana sólo hay un dolor, un sufrimiento solidario que atraviesa cada alma y cada historia personal. En la vida sólo hay una felicidad que ilumina el ser de cada persona. Jesús se metió de tal manera en la realidad del ser humano doliente que pasó, sin merecerlo , por las cavernas del dolor para que el dolor no hundiese al ser humano, por eso los cristianos vemos también en el dolor y en el sufrimiento de cada persona la mano redentora de nuestro salvador.
Juan dice a la gente que él sólo puede bautizarlos con agua e invitarles al arrepentimiento, pero él personalmente no puede concederles el perdón; su bautismo es externo y físico, mientras que el de Cristo sería interior y espiritual. Juan hace que la gente vuelva los ojos a Jesús sin despistarles con otras cosas que siendo importantes pueden ocultar la presencia de su creador.

Todos hemos asistido a numerosos bautismos, nos hemos incluso cuestionado muchas cosas sobre este primer sacramento. Hemos juzgado interiormente a los padres, a los padrinos, al sacerdote celebrante. Nos hemos preguntado sobre la conveniencia de los mismos: ¿para qué bautizar a los hijos de los alejados? ¿para qué bautizar a alguien que no ha tomado la decisión de seguir a Cristo? Son tantas las preguntas y las cuestiones que nos surgen que muchas veces olvidamos que el bautismo de Jesús otorga la presencia de Espíritu Santo. Vemos a la hora de bautizar cómo son los padres y los padrinos, vemos su lejanía de nuestras celebraciones e incluso una cierta indiferencia entre los invitados... pero ¿somos capaces de saborear la presencia del Espíritu que actúa y actuará en la vida de ese niño? Vemos con demasiada frecuencia las incoherencias de los demás y en cambio no saboreamos la presencia de Dios en aquello que no entendemos. Demos la oportunidad a nuestro corazón para que aquello que hacemos en el bautismo sea una continuidad de lo que Jesús hace cada día por nosotros.

A lo largo de mi vida sacerdotal he visto llegar a muchas personas sencillas que vienen para "echarle el agua al niño..." Necesitan el agua como señal de limpieza, de vida, de inclusión en la vida del Señor, pero se olvidan que junto al agua va el Espíritu de Dios que da vida y fuerza a nuestro ser, que alienta nuestro caminar. Siempre espero que algún día me llegue alguien pidiendo recibir para su hijo el Espíritu que Juan nos promete en el bautismo de Jesús...y sigo esperando.Vemos lo exterior pero no nos percatamos de lo interior. ¡Tremenda pena  da un cristiano que no sepa leer entre líneas los acontecimientos de la vida! Mientras tanto, espero sin juzgar a los demás, viéndo y comprobando que muchos hermanos muy a pesar de su recorrido y experiencia como cristianos comprometidos no siempre viven de acuerdo al agua y al Espíritu que un día recibíeron.

Cuando Jesús estaba orando dice la Palabra que se abrió el cielo y bajó el Espíritu Santo y se oyó la voz del Padre. Este párrafo me hace una invitación a mantener mi vida en constante oración para que el Espíritu tenga cabida en mí.

Los cristianos somos privilegiados y muchas veces no nos damos cuenta que la presencia del Espíritu nos hace ser seres nuevos, capaces de entender y ayudar a otras personas que un día recibieron o no el agua pero que no han terminado de aceptar a Dios en sus vidas. Me quedo orando, meditando, reflexionando. Intentaré no quedarme juzgando... Dejaré espacio en mi interior para que el Espíritu haga en mí su vivienda permanente...

 En conclusion amados hermanos y hermanas...Recordar el Bautismo del Dios-Hombre es recordar que somos pecadores y que tenemos necesidad de conversión, de cambiar de vida, de cambiar de manera de ser, de pensar y de actuar, para asemejarnos cada vez más a Jesucristo.  Es recordar la necesidad que tenemos de purificar nuestras almas en las aguas del arrepentimiento y de la confesión de nuestros pecados.  Es recordar que en todo momento y bajo cualquier circunstancia necesitamos la humildad y la docilidad que nos llevan a buscar la Voluntad de Dios por encima de cualquier otra cosa.
 Pensar en el Bautismo de Jesucristo, el Dios-hecho-hombre, nos debe llenar de gran humildad:  si todo un Dios se humilla hasta pedir el Bautismo de conversión que San Juan Bautista impartía a los pecadores convertidos, ¿qué no nos corresponde a nosotros, que somos pecadores de verdad?

El que tenga oidos...que oiga.

Hermano Juan Pablo CORC-Obispo Juan David Falcon.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario