¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

sábado, 14 de mayo de 2011

Lecturas y Homilia del Domingo 4º de Pascua 15 de Mayo del 2011

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2,14a.36-41):


El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra: «Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías.»
Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué tenemos que hacer, hermanos?»
Pedro les contestó: «Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor, Dios nuestro, aunque estén lejos.»
Con estas y otras muchas razones les urgía, y los exhortaba diciendo: «Escapad de esta generación perversa.»
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil.
Palabra de Dios


Salmo
Sal 22,1-3a.3b-4.5


R/. El Señor es mi pastor, nada me falta


El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.


Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.


Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (2,20-25):


Si, obrando el bien, soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muerto al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas os han curado. Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.
Palabra de Dios


Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,1-10):


En aquel tiempo, dijo Jesús: «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.»


Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba.


Por eso añadió Jesús: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»


Palabra del Señor


HOMILIA


Son muchas las veces que en la Sagrada Escritura se nos compara a nosotros los seres humanos con las ovejas. ¿Por qué la insistente comparación con la oveja?


El comportamiento de la oveja nos resulta prácticamente desconocido, salvo por lo que hayamos podido ver en alguna película o en la televisión. Pero es interesante adentrarse en ciertos detalles sobre este dulce animal, para ver cuánto nos quiere decir el Señor al compararnos una y otra vez con las ovejas y al definirse El como el “Buen Pastor”.


La oveja es un animal frágil. Se ve ¡tan gordita!, pero al esquilarla, es decir, al quitarle la lana, queda delgadita y se le nota entonces toda su fragilidad. Es, además, un animal dependiente, no se vale por sí sola: depende totalmente de su pastor. Por cierto, no de cualquier pastor, sino de “su” pastor. Es tan incapaz, que con sus débiles y poco flexibles patitas, no puede siquiera treparse al pastor y necesita que éste la suba. No así un perro... o un gato. Si se queda ensartada en una cerca o en una zarza, no puede salirse por sí sola: necesita que el pastor la rescate. La oveja anda en rebaño, no puede andar sola. Si llegara a quedarse sola, no es capaz de defenderse: es fácil presa del lobo o de otros animales feroces. Su dependencia del pastor la hace ser obediente y atenta a la voz y a la dirección de “su” pastor. No obedece la voz de cualquier pastor, sino que atiende sólo a la del suyo. El pastor las lleva a veces a pastar guiándolas con una vara alta, llamada cayado, y a veces las reune en un espacio cercado, llamado redil o aprisco.


¿Qué nos quiere decir el Señor al compararnos con las ovejas? Y ¿qué nos quiere decir al definirse El como el “Buen Pastor”? El Señor nos dice que El es el mejor de los pastores, pues El da la vida -como de hecho la dio- por sus ovejas. Y sus ovejas lo conocen y escuchan su voz. Nos dice también que El conoce a cada una de sus ovejas por su nombre, y las ovejas reconocen su voz (cfr. Jn. 10, 1-10).


Nosotros, ovejas del Señor, somos también frágiles, aunque nos creemos muy fuertes y muy capaces. Somos, también, dependientes del Señor y, cual ovejas, tampoco nos valemos por nosotros mismos, aunque, engañados, podamos pasarnos toda nuestra vida, tratando de ser independientes de Dios, tratando de valernos por nosotros mismos.


Si nos enredamos en nuestra vida espiritual, necesitamos de nuestro Pastor y El nos rescata y nos coloca sobre su hombro, igual que a la oveja perdida, para llevarnos al redil (Lc. 15, 4). No podemos andar solos, “como ovejas descarriadas” (1 Pe. 2, 25), pues corremos el riesgo de ser devorados por los lobos que están siempre al acecho. Reconociéndonos dependientes, podemos ser totalmente obedientes a la Voz y a la Voluntad de nuestro Pastor. Debemos tener cuidado de no obedecer la voz de ladrones de ovejas, que no entran por la puerta y que saltan por un lado del redil y simulan ser pastores para llevarse a las ovejas. ¡Cuidado con las voces extrañas! ¡Cuidado con confundirlas con la Voz del Buen Pastor! Se parecen... pero no son.


Y confiamos tanto en nuestro Pastor que, aunque pasemos por cañadas oscuras, nada tememos, porque El va con nosotros; su vara y su cayado nos dan seguridad. En tiempo de “cañadas oscuras” es muy conveniente intensificar la oración. Y -en la línea de las ovejas y el Pastor- muy útil es la primera frase de ese Salmo favorito de muchos cristianos: “El Señor es mi Pastor, nada me falta” (Sal. #22).


El que tenga oídos…que oiga.


Revdmo David Falcon


CRISTO VIVE!!!






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