¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

viernes, 24 de diciembre de 2010

Lecturas y Homilia del Viernes 24 de Diciembre del 2010

Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel (7,1-5.8b-12.14a.16):

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: «Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.»

Natán respondió al rey: «Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.»
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."»
Palabra de Dios

Salmo
Sal 88

R/.
Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,

anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R/.

Sellé una alianza con mi elegido,

jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.» R/.

Él me invocará: «Tú eres mi padre,

mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. R/.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,67-79):

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»

Palabra del Señor

HOMILIA

“NOS HACE A NOSOTROS
ETERNOS”


¡Si pudiéramos imaginar realmente cómo era la situación de la humanidad antes de la venida de Cristo! ¡Si pudiéramos penetrar realmente lo que sentía la gente que esperaba al Mesías prometido! Es tan fácil -ahora que ya Cristo vino- tomar su venida como un derecho adquirido, y hasta darnos el lujo de rechazar o de no importarnos lo que Dios ha hecho para con nosotros: todo un Dios se rebaja desde su condición divina para hacerse uno como nosotros. ¿Nos damos cuenta realmente de este misterio que además de misterio, es el regalo más grande que se nos haya podido dar?

¿Cómo podemos acostumbrarnos a esta idea tan excepcional? ¿Cómo podemos no conmovernos cada Navidad ante este misterio insólito? ¿Cómo podemos no agradecer a Dios cada 25 de diciembre por este grandísimo regalo que nos ha dado?

Los Profetas del Antiguo Testamento, especialmente Isaías (Is. 9, 1-3 y 5-6) nos hablan de que la humanidad se encontraba perdida y en la oscuridad, subyugada y oprimida, hasta que vino al mundo “un Niño”.. Entonces “el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz ... se rompió el yugo, la barra que oprimía sus hombros y el cetro de su tirano”.
 
Podemos imaginar, entonces, la alegría inmensa ante el anuncio del Angel a los Pastores cercanos a la cueva de Belén: “Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido en la ciudad de David, un salvador, que es el Mesías, el Señor” (Lc. 2, 1-14).

¿Hemos pensado cómo estaríamos si ese “Niño” no hubiera nacido? Estaríamos aún bajo “el cetro del tirano”, el “príncipe de este mundo”. Pero con la venida de Cristo, con el nacimiento de ese Niño hace dos mil años, se ha pagado nuestro rescate y estamos libres del secuestro del Maligno.

Con su nacimiento, vida, pasión, muerte y resurrección, Cristo vino a establecer su reinado, “a establecerlo y consolidarlo”, desde el momento de su nacimiento “y para siempre”. Y su Reino no tendrá fin.

Y ese Dios que se rebaja hasta nuestra condición humana, levanta nuestra condición humana hasta su dignidad. En efecto, nos dice San Juan al comienzo de su Evangelio (Jn. 1, 1-18) que Dios concedió “a todos los que le reciben, a todos los que creen en su Nombre, llegar a ser hijos de Dios”
.
Esto que se repite muy fácilmente, pues de tanto oírlo sin ponerle la atención que merece, se nos ha convertido en un “derecho adquirido”, es un inmensísimo privilegio. ¡Hijos de Dios! ¡Lo mismo que Jesucristo! El se hace Hombre y nos da la categoría de hijos de Dios; nos lleva de nuestro nivel a su nivel de dignidad.
Y esto significa que “podemos compartir la vida divina de Aquél que ha querido compartir nuestra vida humana” (Oración Colecta).
Es así como “el pueblo que caminaba en tinieblas vio un gran Luz”. Y esa Luz que es Cristo nos hace, además de hijos de Dios, herederos del Reino de los Cielos y confiere a nuestra humanidad derechos de eternidad. 

Por eso, como reza el Prefacio de Navidad III: “resplandece ante el mundo el maravilloso intercambio que nos salva; pues al revestirse el Hijo de nuestra frágil condición, no sólo confiere dignidad eterna a la naturaleza humana, sino que por esta unión admirable nos hace a nosotros eternos”. 

!! Por eso aclamemos todos juntos llenos de alegría y gozo , con los coros celestiales…en este día de Navidad: !!

 ¡“Gloria a Dios en el Cielo”!   !Dicha y Felicidad para todos!

El que tenga oidos..que oiga.
Revdmo. David Falcon
CRISTO VIVE !!!

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