¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

viernes, 31 de agosto de 2012

Lecturas y Homilia del Domingo 22º del Tiempo Ordinario_ 02 de Septiembre del 2012

Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (4,1-2.6-8):

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. No añadáis nada a lo que os mando ni suprimáis nada; así cumpliréis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy. Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: "Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente." Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy?»


Palabra de Dios

Salmo
Sal 14,2-3a.3bc-4ab.5

R/.
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?

El que procede honradamente

y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R/.

El que no hace mal a su prójimo

ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R/.

El que no presta dinero a usura

ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R/.

Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (1,17-18.21b-22.27):

Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra. Por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas. Aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo.


Palabra de Dios

Evangelio Lectura del santo evangelio según san Marcos (7,1-8.14-15.21-23):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.)

Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?»
Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.»
Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.»

Palabra del Señor

Homilia

Los seres humanos necesitamos para cualquier actividad de la vida una serie de reglas o normas para llegar a un resultado preciso. Tenemos normas de tráfico, académicas, legales, médicas... pero también tenemos normas religiosas...

El Evangelio de hoy es un tanto delicado porque se mueve entre el ideal que Dios nos propone y la fragilidad humana que muchas veces no llega a conseguirlo.
¿Tienes una fe en el Señor tan grande que esa fe puede transformar realmente tu vida? ¿Qué significa para Jesús la pureza?
La fe en el Resucitado que ha transformado la vida de millones de seres humanos a lo largo de la historia, ¿tiene fuerza en tu interior para cambiar la tuya? ¿Cómo, de qué manera?

Una vez más, Jesús se enfrenta con las costumbres equivocadas de los antepasados. Él no se mete contra la ley de Moisés, sino contra las normas impuestas por los hombres y que intentaban tener la supremacía sobre ella. Dios quiere el interior del ser humano. Lo que vale no es sólo lo que haces sino la raíz interior que produce ese buen fruto...LA INTENCION.

Los maestros de la Ley en el transcurrir de los siglos habían elaborado miles de normas de tipo práctico que abarcaban todos los momentos de la vida humana. La vida del creyente judío estaba determinada por miles de preceptos que en lugar de acercar a Dios lo que hacían era quedarse en mera apariencia.
Lavarse las manos antes de comer no tenía en la época de Jesús un sentido higiénico, sino de limpieza ceremonial. Antes de cada comida, y entre los distintos platos, había que lavarse las manos y de cierta manera concreta. El dejar de hacer este ritual era a los ojos de los judíos de la época, estar impuro a los ojos de Dios. Jesús en cambio no concedía ninguna importancia a todas esas reglas. Los más legalistas dirán hoy: ¿Entonces Jesús era un anarquista...? Por supuesto que no. Lo que el Señor intentaba es que los seres humanos no nos quedásemos en lo meramente externo actuando solo por compromiso o porque los demas nos ven, porque los demas lo hacen etc.Como sucedia y sucede desgraciadamente en la actualidad El reto que nos propone es que la  raíz de nuestros actos esté fundada en un corazón con buenas intenciones, y que ese acto lleno de amor produzca frutos de bondad.
Los fariseos de la época creían que por cumplir tan amplio catálogo de normas, aunque su corazón y su pensamiento fuesen por otro lado y sus intenciones no fueran las correctas ya eran mejores que los demás. El legalismo tiene en cuenta las acciones externas de una persona, pero no sus sentimientos interiores. Se puede creer que se está sirviendo a Dios en cosas externas, y sin embargo desobedeciéndole en las internas. Eso es la hipocresía.

Y, ante el reclamo de los Escribas y Fariseos, nuestro  Señor les responde con fuerza y determinacion :  “¡Qué bien profetizó de ustedes Isaías! ¡hipócritas!  cuando escribió:  Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de Mí ... Ustedes dejan de un lado el mandamiento de Dios para aferrarse a las tradiciones de los hombres”.
A juzgar por la respuesta de Jesús, definitivamente se habían agregado cosas humanas a la Ley divina.  No habían cumplido lo que Moisés, por orden de Dios, había instruido:  no quitar ni agregar nada a la Ley.  Y por eso habían puesto cargas tan pesadas que ni ellos mismos cumplían.  Y cada vez que le reclamaban a Jesús el incumplimiento de estas cargas absurdas, con gran severidad les iba tumbando todos los legalismos y anexos que habían ido agregando a la Ley de Dios.

En otra oportunidad fue Jesús mismo quien se sentó a la mesa, precisamente casa de un Fariseo, sin la rigurosa purificación exigida.  Al anfitrión reclamarle, Jesús no se midió en su respuesta, ni siquiera por ser el invitado:  “Eso son ustedes, fariseos.  Purifican el exterior de copas y platos, pero el interior de ustedes está lleno de rapiñas y perversidades.  ¡Estúpidos! ... Según ustedes, basta dar limosna sin reformar lo interior y todo está limpio” (Lc. 11, 37-41).   Ver también Mt. 23, 1-37.
Por eso Jesús les insiste en este Evangelio que lo importante no es lo exterior sino lo interior.  Lo importante no son los detalles que se habían inventado, sino el corazón del hombre.  Es hipocresía lavarse muy bien las manos y tener el corazón lleno de vicios y malos deseos.  Es hipocresía aparentar por fuera y estar podrido por dentro.  Lo que hay que purificar es el interior, lo que el ser humano lleva por dentro:  en su pensamiento, en sus deseos.  Los pecados brotan del interior, no del exterior.. 
Por eso, para corregir el legalismo absurdo, dice Jesús:  “Escúchenme todos y entiéndanme.  Nada que entre de fuera puede manchar al hombre;  lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro, porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad.  Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre”.  Son todas cosas que nos ensucian y que debemos expulsar de nuestro interior para no estar manchados.

La Segunda Lectura de la Carta del Apóstol Santiago (Stgo. 1, 17-18; 21-22.27) nos recuerda la importancia de “aceptar dócilmente la palabra que ha sido sembrada” en nosotros, y que no basta escucharla, sino que hay que ponerla en práctica, sobre todo en obras de justicia, caridad y santidad:  “visitar a huérfanos y viudas en sus tribulaciones, y guardarse de este mundo corrompido”.


Por lo mismo amados hermanos es un error el identificar y medir la bondad de las personas con el hecho de que realicen ciertos actos que se consideren religiosos. El ir a la iglesia con frecuencia, ya sea a misa, reuniones,retiros, el impartir catequesis, platicas, servicios parroquiales... el leer la Biblia, el dar limosnas e incluso orar,no hacen por sí mismo que nadie se haga buena persona o sea buena persona. Es en el interior, en lo que denominamos "el corazón", es donde habita la bondad verdadera. Jesús nos dice que nuestros actos tienen que proceder de un buen corazón. La cuestión fundamental es cómo está el corazón de la personas en relación con Dios y con sus semejantes...Como esta hoy tu corazon?!...cual es la verdadera intencion en cada una de tus acciones?...podras ENGAÑAR a todos y a veces hasta a ti mismo...pero a Dios, JAMAS!!!


Ante estas palabras tan claras y contundentes, creo que no es necesario explicar mas, verdad hermanos?!!...pues a trabajar! y sacar de una ves por todas toda esa basura e inmundicia que hay en nuestro interior...en nuestro corazon...

EL QUE TENGA OIDOS...QUE OIGA.

HERMANO JUAN PABLO CORC_OBISPO JUAN DAVID FALCON.


viernes, 24 de agosto de 2012

Lecturas y Homilia del Domingo 21º del tiempo ordinario+26 de Agosto del 2012

Primera lectura
Lectura del libro de Josué (24,1-2a.15-17.18b):

En aquellos días, Josué reunió a las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los ancianos de Israel, a los cabezas de familia, jueces y alguaciles, y se presentaron ante el Señor. Josué habló al pueblo: «Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir: a los dioses que sirvieron vuestros antepasados al este del Éufrates o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis; yo y mi casa serviremos al Señor.»

El pueblo respondió: «¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros! El Señor es nuestro Dios; él nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la esclavitud de Egipto; él hizo a nuestra vista grandes signos, nos protegió en el camino que recorrimos y entre todos los pueblos por donde cruzamos. También nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!»

Palabra de Dios

Salmo
Sal 33,2-3.16-17.18-19.20-21.22-23

R/.
Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Bendigo al Señor en todo momento,

su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Los ojos del Señor miran a los justos,

sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R/.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha

y lo libra fe sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R/.

Aunque el justo sufra muchos males,

de todos lo libra el Señor;
él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará. R/.

La maldad da muerte al malvado,

y los que odian al justo serán castigados.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R/.

Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (5,21-32):

Sed sumisos unos a otros con respeto cristiano. Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres corno Cristo amó a su Iglesia. Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino
santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. «Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.» Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.


Palabra de Dios
Evangelio Lectura del santo evangelio según san Juan (6,60-69):

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»

Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.»
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.» Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los doce: «¿También vosotros queréis marcharos?»
Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»

Palabra del Seño
r

Homilia

Hay cristianos que entienden la fe como un conjunto de dogmas y creencias que les han venido inculcando y ensenando en la iglesia y que deben sumisa y ciegamente  creer y aceptar...!gran error entenderlo asi!!. Vivir así no es humano ni cristiano. Vivir la fe no es aceptar ideas sino experimentar la fuerza de la resurreccion , la fuerza de la vida  en nuestra existencia diaria.


¿Quién nos puede dar esa sensación de plenitud...de estar vivos verdaderamente, en nuestra vida de cada dia?


Sin lugar a dudas Jesús. El Evangelio no es para llorar o para conformarse. El Evangelio es "buena noticia" y una buena noticia que no acaba ni se extingue con el paso del tiempo. Esconderse tras la fachada del Evangelio para no afrontar la propia realidad de la vida, es un signo más que evidente de mediocridad espiritual.

El mensaje de Jesús aparece ante la gente y ante aquellos seguidores del Evangelio de hoy, no como un mensaje difícil de entender, sino difícil de aceptar. Su mensaje hasta el momento contenía estas afirmaciones:

  • Jesús se había presentado como la misma vida de Dios.
  • había bajado del cielo
  • para ir a la eternidad había que someterse a Él.
No es en el plano intelectual donde existe la dificultad para que muchas personas entiendan el mensaje de Cristo y se hagan cristianos, sino es en la demanda moral de Cristo. Aceptar unas ideas no nos complican la vida. El salto mortal y lo dificil es cuando esas ideas se tienen que hacer vida y asi transformar nuestro entorno.


Hay cristianos que piensan que seguir el mensaje de Jesús de manera intelectual, sólo en las ideas, es más que suficiente y no es cierto. El Evangelio sólo encuentra su verdadera razón de ser cuando una persona lo acepta para que transforme su vida. Cambiar las amarguras en gozo, la desesperanza en esperanza y el odio en amor, ¡menuda tarea nos deja el Evangelio!


Hay algunos que se atreven a afirmar que el mensaje cristiano no tiene una moral específica. Es algo así como unirse a una causa sin que me exija nada  en mi vida diaria, como si no fuera conmigo las exigencias de las palabras... El Evangelio nos tiene que llevar a una  vida moral de la más alta calidad.
Los desafíos actuales para la auténtica conversión al cristianismo no son los principios dogmáticos, sino los principios morales. Muchos rechazan a Cristo no por principios meramente intelectuales sino por todo lo que supone de cambio práctico en sus vidas. Aquellos seguidores de Jesús del Evangelio no tardan en darse cuenta que aceptar lo que Jesús propone, significa un cambio radical en sus vidas, en sus planteamientos, en su vivencia diaria. Ahí es donde la fe encuentra su plenitud: en la vida.



Hay personas que se han acostumbrado a pensar de una manera y a vivir de la contraria, ejemplos de estas situaciones las encontramos en la política, en la medicina, en la religión y en cualquier otra actividad humana. La fe en Jesús no es saber, es vivir dejándonos transformar por Él.
Jesús dice que creer en Él es garantía de salvación, pero aquellos que le escuchaban no terminaban de aceptarlo. Les dice el Señor: "¿Esto les ofende? ¿Qué pasaría si viesen al hijo del hombre subir adonde estaba antes?" Es el anuncio de la Ascensión. Con su resurrección Jesús garantiza sus credenciales de divinidad...y aun asi no le creemos??!!.Cada dia los cristianos debemos de preguntarnos sobre qué significa en mi vida práctica la aceptación de la resurrección de Cristo.


El Señor sigue diciendo que lo único absolutamente imprescindible es el poder vivificador del Espíritu. La carne no puede hacer nada... Hay personas que identifican "carne" con "cuerpo" y esto no es estrictamente así. En la Biblia "carne" significa "muerte y cobardía" y "espíritu" significa "vida y fuerza".

Desde aquí bien podemos afirmar que aceptar el Espíritu significa dejarse guiar y luchar con Él por un cambio real y efectivo de nuestra vida de cada día. Donde hay tristezas, amarguras permanentes, tensiones interiores... stress, depresion, ahí no está Dios. Donde existen todas esas realidades pero se lucha por superarlas, se está acogiendo la presencia del Espíritu y seguramente podra haber un cambio radical!...de otra forma, con solo fuerza humana, no...


Cristo es el único que puede darle  un verdadero propósito a nuestra vida, y además nos deja el poder para desarrollar ese propósito frente a la constante oposición que nos viene de dentro y de fuera. Él sabía que algunos lo iban a rechazar, pero bien es verdad que nadie le puede aceptar a menos que lo mueva el Espíritu de Dios. Por eso no es extraño que sea Pedro quien afirme con rotundidad el valor de sus palabras, reconociendo de verdad quién es Jesús. Buena y necesaria enseñanza para nuestra vida de cristianos de hoy.

En conclusion amados hermanos, esa elección que tenía que hacer el pueblo de Israel y que tuvieron que hacer los seguidores de Jesús en el momento de su discurso sobre el Pan Eucarístico, se nos presenta también a nosotros HOY. Y Cristo podría preguntarnos también:  “¿También ustedes quieren dejarme?”.   Y nuestra respuesta no puede ser otra que la de Pedro:  “¿A dónde iremos, Señor si sólo Tú tienes palabra de Vida Eterna?”.

Creer y vivir el misterio del “Pan Eucarístico” fue en ese momento el toque de distinción del verdadero seguidor de Cristo.  Y hoy también lo es...tu como le respondes a cristo hoy?

Yo confirmo mi fidelidad y Amor a Dios...pues solo El tiene palabras de vida Eterna...
"Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.”

EL QUE TENGA OIDOS...QUE OIGA.

HERMANO JUAN PABLO CORC+OBISPO JUAN DAVID FALCON


viernes, 17 de agosto de 2012

Lecturas y Homilia del Domingo 20º del Tiempo Ordinario+19 de Agosto del 2012

Primera lectura
Lectura del libro de los Proverbios (9,1-6):

La Sabiduría se ha construido su casa plantando siete columnas, ha preparado el banquete, mezclado el vino y puesto la mesa; ha despachado a sus criados para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad: «Los inexpertos que vengan aquí, quiero hablar a los faltos de juicio: "Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia."»

Palabra de Dios
 
Salmo
Sal 33,2-3.10-11.12-13.14-15

R/.
Gustad y ved qué bueno es el Señor

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R/.

Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor.
¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad? R/.

Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella. R/.
 
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (5,15-20):

Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu. Recitad, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor. Dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Palabra de Dios
 
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,51-58):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron;,el que come este pan vivirá para siempre.»

Palabra del Señor
 
Homilia

 
¿En quién está fundada nuestra fe?


Esta es una pregunta que nos tenemos que hacer con cierta frecuencia para no perder el verdadero camino de Jesús. Nosotros los que amamos a Cristo no fundamentamos lo que hacemos y creemos en una moralidad, ni en una doctrina ni, mucho menos, en una ideología. El fundamento de nuestra fe es el propio Señor.


Los líderes humanos sucumben con el paso de los años. Hay personas que tuvieron un protagonismo importantísimo en la historia de la humanidad y hoy son auténticos desconocidos para nuestra realidad cotidiana. A los líderes humanos se les seguían mientras vivieron, pero una vez fallecidos quedó sólo su doctrina, su ideología. Jesús no entra dentro de ese esquema. Podemos decir y asegurar que Jesús nunca se ha ido, siempre ha estado y estará entre nosotros. Los cristianos aún seguimos a Jesús por el camino de la vida.


El Evangelio de hoy nos recuerda nuevamente la presencia de Jesús en la Eucaristía. La Eucaristía es la continuación de la encarnación de Cristo a través del tiempo. Cuando san Juan habla de carne con respecto a Jesús, lo hace para designar ambos aspectos: Encarnación y Eucaristía.
Creo que la mayoría de los creyentes y muchos de los no creyentes, no saben bien que los cristianos creemos en la presencia real de Jesús en el sacramento de nuestra fe. Si lo intuyeran se escandalizarían como los judíos de la época del Maestro. No es fácil aceptar algunas realidades de la fe. Para aceptar sin resquicios ni dudas estas verdades hace falta precisamente la fe. Para el que no tiene fe, la Eucaristía se vuelve un mero rito con mayor o menor belleza, pero sin hondura, sin aportar nada al ser humano que participa en ella. Para el verdadero creyente en cambio, la Eucaristía se convierte en un espacio privilegiado de encuentro con el Señor. Hablamos con Él. Él nos habla. Compartimos su mesa y su sacrificio... son muchas las claves espirituales que podemos descubrir y sentir en una Eucaristía realmente vivida.


¿Nos damos cuenta de la grandeza de este misterio? Todo un Dios se da a nosotros para ser alimento de nuestra vida espiritual. ¿Cómo vemos la Eucaristía los hombres y mujeres de hoy? Tal vez algunos -la mayoría- la descartan como innecesaria o no creíble. Otros la toman como un derecho adquirido, sin detenerse a pensar en su grandeza, en el gran misterio que encierra. Unos y otros cuantos sentimos que estamos en deuda con el Señor que se da a nosotros con su infinita generosidad para ser nuestro alimento.


La Eucaristía es, ciertamente, un alimento especial -especialísimo. Mientras los demás alimentos son asimilados por nuestro organismo y pasan a formar parte de nuestro cuerpo y de nuestra sangre, Cristo recibido en la Eucaristía, funciona a la inversa: nosotros nos asimilamos a El.Nos fusionamos a El!!


En efecto, la Eucaristía está destinada a nutrir nuestra vida espiritual. Y de tal manera, que Cristo nos dice que “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en Mí y Yo en él”. Y el misterio llega a tal punto que Jesús compara la unión nuestra con El en la Eucaristía con la unión suya con el Padre. “Como el Padre posee la vida y Yo vivo por El, así también el que me come vivirá por Mí”.¡Qué misterio!

Pero cuando la misa aburre hermanos es que la fe no ha llegado a su madurez. Puede ser que algunos rechacen incluso la realidad de la propia fe. Pueden que digan que la fe es un invento. Se están perdiendo dimensiones fundamentales en el seguimiento del Señor. Puede ser que en nuestras parroquias las catequesis no tengan ya esa referencia explícita y central a la Eucaristía. No sé si a los niños se les transmite en profundidad el amor por el Señor en la Eucaristía. Hemos tenido épocas donde se han contrapuesto las realidades de Jesús-Eucaristía frente al Jesús-prójimo. Algunos se olvidan con frecuencia que nuestra propia entrega a los más pobres y necesitados, tiene que tener su origen y modelo en la entrega salvadora y sin condiciones de Jesús. Vamos a la Eucaristía para aprender a entregarnos como el Señor.


Me gusta mucho la naturaleza; en ella se refleja la acción amorosa de Dios. Si admiro un bello paisaje en ese momento no estoy "haciendo nada" por los más pobres y débiles. Sin embargo, la fuerza que imprime en mi espíritu tal contemplación renueva mis energías para una entrega más completa a los más débiles y necesitados. Luego entonces amados hermanos(a) nuestro paisaje tiene que ser siempre el Señor. Si miramos otras vistas nuestra tarea no tendrá el resultado querido por Jesús.


Comer su carne y beber su sangre es creer en Cristo. Es necesario alimentarnos de Cristo. Nuestro organismo necesita de todo para poder vivir: vitaminas, proteínas, etc. etc. para ello ingerimos distintos tipos de alimentos. Todo lo que necesita nuestra vida espiritual lo tenemos en Jesús. ¡Cuántas personas acuden en busca de alimento espiritual a muchos mesas y a muchos platos o sea muchos templos e diferentes iglesias,pero de ninguna salen satisfechos!...No nos equivoquemos!! solo Cristo podra saciarnos!!, pues recuerden: " Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él".


Pero no se queda allí el misterio. Continúa Jesús diciendo: “El que come de este Pan vivirá para siempre”. Cristo es el Pan que alimenta nuestra vida espiritual mientras vivimos en la tierra. Pero, además, ese Pan que nos nutre ahora, nos devolverá el día de la resurrección la vida que perdemos con la muerte física. Pero será una nueva Vida; no una vida como la que ahora tenemos, sino una Vida en gloria y en eternidad.
 

¿No tendríamos que estar postrados en adoración continua ante tal generosidad … ante tal misterio? ¡Vivir en Cristo como El vive en el Padre! Tal es la unión que produce el comer este Pan Divino. Y luego vivir con El para siempre ... siempre ... siempre ... !!que privilegio!! ojala todos de corazon deseemos llegar juntos a gozar de esa Divina realidad..Asi sea!.

EL QUE TENGA OIDOS...QUE OIGA.

HERMANO JUAN PABLO CORC+OBISPO JUAN DAVID FALCON

domingo, 12 de agosto de 2012

Lecturas y Homilia del Domingo 19º del Tiempo Ordinario + 12 de Agosto del 2012

Primera lectura
Lectura del primer libro de los Reyes (19,4-8):

En aquellos días, Elías continuó por el desierto una jornada de camino, y, al final, se sentó bajo una retama y se deseó la muerte: «¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres!»
Se echó bajo la retama y se durmió. De pronto un ángel lo tocó y le dijo: «¡Levántate, come!»
Miró Elías, y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras y un jarro de agua. Comió, bebió y se volvió a echar. Pero el ángel del Señor le volvió a tocar y le dijo: «¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas.»
Elías se levantó, comió y bebió, y, con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.

Palabra de Dios
 
Salmo
Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/.
Gustad y ved qué bueno es el Señor

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno, es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.
 
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,30–5,2):

No pongáis triste al Espíritu Santo de Dios con que él os ha marcado para el día de la liberación final. Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.

Palabra de Dios
 
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,41-51):

En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían: «¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?»
Jesús tomó la palabra y les dijo: «No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios."
Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»

Palabra del Señor
 
Homilia
En nuestra sociedad valoramos los gestos y acciones que dan vida. Los periódicos nos citan ejemplos de personas que, perdiendo la vida, fueron capaces de salvar la de otros. También las donaciones de órganos para transplantes esta muy bien visto y es bastante divilgado en nuestra sociedad y es que colaborar a dar vida, a mantener el aliento vital, tiene un significado más que profundo.

En el Evangelio de hoy Jesús nos propone cómo encontrar la vida, pero no sólo la vida física sino la eterna.
En nuestro mundo de hoy la palabra "eterno" no esta bien aceptada. La inestabilidad ambiental hace creer a la gente que nada es eterno.
Dicen que "nada es eterno", que "no existen amores eternos", que "no hay amistades eternas..." Este déficit de eternidad en la visión de las personas quizás viene determinado por no entender bien el concepto. Cuando Jesús dice "Les aseguro que quien tiene fe, tiene vida eterna", nos está diciendo que la fe nos da un sentido profundo a nuestra existencia, que la vida se puede realmente vivir en plenitud.
Muchas personas se han ido acostumbrando a trastear con su vida pensando que la vida es para vivirla a medio gas, sin plenitud. Jesús nos recuerda que nuestra llegada al mundo es para que la vivamos felices, ahora, aquí, y más allá incluso de la propia muerte.

Para comprender esta realidad que Cristo nos plantea necesitamos la luz de la fe. Sin fe no podemos entender infinidad de oportunidades que la vida nos ofrece. ¿Acaso no hacemos actos de fe constantemente en nuestra vida diaria? Subirnos a un avión, un autobus, un taxi para hacer un viaje sin tener la absoluta seguridad de que el pilotoo chofer tenga la suficiente preparación para llevarnos felizmente a nuestro destino, y, sin embargo confiamos... ¿No es un acto de fe el que hacemos cuando vamos a un restaurante y nos ponen la comida y no pedimos garantía de la calidad de los productos...? Y así gesto a gesto diario, hacemos innumerables actos de fe.
La fe a la que se refiere Jesús es a la fe sobrenatural. Si me fío de los seres humanos, débiles como yo, ¿Por qué no me fío del Señor y de su Palabra? Vivir la fe significa hacer una síntesis real y viva entre lo divino y lo humano.

En la mitología griega los dioses vivían lejos de los humanos, hacían su vida diaria a semejanza de las personas. Jesús nos ofrece el verdadero rostro de Dios. Es un Dios con nosotros.
Responder desde la fe significa vivir esas realidades de estos dos mundos, el humano y el sobrenatural, bien definidos en una sola existencia. Es por ello que el auténtico cristiano tiene siempre a Dios en el corazón, la eternidad en la mente, y el mundo bajo los pies... Rechazar el ofrecimiento de Jesús es perderse la vida en este mundo y en el venidero, mientras que el aceptarla es hallar la verdadera vida en este mundo y la gloria eterna en el venidero. A cada ser humano le toca elegir.

Jesús afirma que es "el pan que da vida".

A veces nosotros también confiamos más en nuestros razonamientos que en las cosas “imposibles”, que sólo se entienden y se aceptan en fe. Como la Eucaristía, ese “Pan” bajado del Cielo. A simple vista es una oblea de harina de trigo. Pero en esa hostia consagrada está ¡nada menos! que Jesucristo. Y está con todo su ser de hombre y todo su ser de Dios. Y está para ser nuestro alimento, un alimento “especial”.

Pero para creer hace falta la fe. Cierto que la fe es un don, como nos dice el mismo Jesús: “Nadie puede venir a Mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado”. Pero la fe también es una respuesta a ese don de Dios: “Todo aquél que escucha al Padre y aprende de El, se acerca a Mí”.

Ese alimento que es Cristo en la Eucaristía es muy “especial”, porque no funciona como los demás alimentos. Cuando ingerimos los demás alimentos, éstos son asimilados por nuestro organismo y pasan a formar parte de nuestro cuerpo y de nuestra sangre. Cuando recibimos a Cristo en la Eucaristía, es al revés: nosotros nos asimilamos a El, “nos unimos a El y nos hacemos con El un solo cuerpo y una sola carne” (San Juan Crisóstomo).

Además es un alimento “especial” porque nos da Vida Eterna. Bien le dice Jesús a sus interlocutores: “Sus padres comieron el maná en el desierto y sin embargo murieron. Este es el Pan que ha bajado del Cielo, para que, quien lo coma, no muera ... Y el que coma de este Pan vivirá para siempre” . Gran regalo que nos ha dejado el Señor. Ese Regalo es El mismo, para ser alimento de nuestra vida espiritual.

En el Antiguo Testamento hay varias prefiguraciones del Pan Eucarístico, entre ellas las más conocida tal vez sea la del maná. Pero hay un pasaje en la vida del Profeta Elías (1 R 19, 4-8) que también nos recuerda la Eucaristía. Elías estaba moribundo en el desierto. Pero Dios envió un Ángel que lo despertó para darle comida. Y “con la fuerza de aquel alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios”.Ese alimento divino que restauró las fuerzas de Elías para realizar esa travesía por el desierto hasta llegar al monte de Dios, recuerda el alimento eucarístico que nos da a nosotros fuerza para realizar el viaje hacia la eternidad, viaje que -por cierto- ya hemos comenzado todos los que vivimos en esta tierra.


En conclusion amadisimos hermanos la Eucaristía es para nosotros los cristianos el sacramento más importante, el central de nuestra vida de respuesta a Dios. Vivir la Eucaristía no es sólo lograr una comunidad de vida, sino una íntima unión con Cristo. El misterio de Dios no se puede conocer midiéndolo con sólo criterios terrenales. Hay que sumergirse en el océano de la fe.
Si cualquier vida necesita alimentarse para continuar, el pan que nos da Jesús es Él mismo. El pan es su misma carne; es el alimento espiritual que mantiene nuestra vida en Él. La Eucaristía es el signo decisivo del amor como entrega que Dios nos tiene. Alimentarnos de la Eucaristía es dejarnos hacer por Dios y vivir, ahora sí, una auténtica vida humana y espiritual en plenitud.


HERMANO JUAN PABLO CORC+OBISPO JUAN DAVID FALCON