¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

sábado, 28 de abril de 2012

LECTURAS Y HOMILIA DEL CUARTO DOMINGO DE PASCUA + 29 de Abril del 2012

    Saludo 
     No hay otro nombre por el que nos salvemos que el nombre de Jesucristo, crucificado, pero resucitado de entre los muertos.
    Que Jesús, el Señor Resucitado, esté siempre con ustedes.

    Introducción por el Celebrante

    Siempre esperamos que gente que está a cargo de otros, especialmente en tareas de liderazgo y servicio, como médicos, trabajadores sociales, sacerdotes y ministros sagrados, se dediquen responsablemente a los que confían en ellos. Pero desgraciadamente en muchas ocasiones es todo lo contrario.Los cristianos no tienen otro modelo que Jesús, el Buen Pastor. Él era todo corazón para con las personas, y estuvo dispuesto a ir tan lejos como hasta dar su vida por ellas. Todos los que tienen responsabilidad para con otros debieran ser como él: no fríos funcionarios, no gente que se contenta sólo con hacer su trabajo, o quie trabaje por conveniencia.. sino, ya sean laicos o ministros ordenados, pastores , etc...deben ser liderez totalmente dedicados y comprometidos aun a costa de sí mismos. Y no olvidemos que todos tenemos confiado el cuidado mutuo, unos de otros como hermanos. Que Jesús, en medio de nosotros, nos inspire y nos guíe, dandonos un verdadero espiritu de servico al projimo.

    Nos sorprendemos gratamente cuando a la vuelta de muchos años alguien nos reconoce y nos llama por nuestro nombre. “¡Él / ella todavía me recuerda!”, decimos. Jesús nos asegura hoy: “Yo conozco a los míos, y los míos me conocen a mí”. Por medio de Jesús, que es uno de nosotros, Dios nos conoce y nos ama y nos llama hijos suyos. Con gratitud celebremos esta eucaristía con Jesús, nuestro Buen Pastor, que nos conoce y nos ama.
Acto Penitencial

Pidamos al Buen Pastor, Jesús, que nos perdone.
Él busca la oveja perdida y no la condena.
Confiamos en su amor y misericordia.
(Pausa)

  • Señor Jesús, nuestro Buen Pastor, tú entregaste tu vida por tus ovejas, por todos los hombres a quienes viniste a salvar: R/. Señor, ten piedad de nosotros.
  • Cristo Jesús, nuestro Buen Pastor, tú conoces a tus ovejas, a toda tu gente, y los que te acogen también te conocen a ti: R/. Cristo, ten piedad de nosotros.
  • Señor Jesús, nuestro Buen Pastor, tú tienes todavía otras ovejas que están fuera y quieres que se integren y pertenezcan a tu rebaño: R/. Señor, ten piedad de nosotros.

Ten misericordia de nosotros, Señor, ven en nuestra búsqueda y otórganos a todos la paz de tu perdón y tu amor.
Y llévanos a la vida eterna.

Oración Colecta
Oremos para que Jesús sea el pastor de nuestras vidas.
(Pausa)

Oh Dios, Padre nuestro:
Por su propia libre voluntad
Jesús entregó su vida por nosotros
para que viviéramos y nos salváramos.
Danos valor para escuchar su voz
y para seguirle en nuestro caminar hacia ti.
Que nosotros también
sepamos reflejar el amor que nos ha mostrado,
preocupándonos los unos por los otros
con la misma generosa amabilidad
que él nos ha mostrado a nosotros.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Primera Lectura (Hch 4,8-12): Salvados en el Nombre de Jesús Resucitado
Pedro profesa sin miedo alguno su fe en Cristo Resucitado, en cuyo nombre ha curado de su discapacidad a un lisiado. Jesús es el nombre por el que todos nos salvamos.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (4,8-12):
En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo: «Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido en nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 117,1.8-9.21-23.26.28-29

R/.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular


Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes. R/.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R/.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor.
Tu eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia. R/.

Segunda Lectura (1Jn 3,1-2): ¡Realmente Hijos de Dios!
Que somos hijos de Dios no es sólo un pensamiento bonito, sino la más profunda realidad, ya que estamos unidos a Jesús, Hijo querido de Dios. Solamente cuando veamos a Dios en nuestro interior seremos capaces de entender esto.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,1-2):
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aun no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Palabra de Dios

Evangelio (Jn 10,11-18): Jesús, Nuestro Buen Pastor
La imagen de un Pastor y sus ovejas no es familiar para muchos de nosotros, pero podemos comprender esto: Jesús ha entregado su vida por nosotros; como nuestro Señor Resucitado nos conduce y nos une, no por la fuerza sino por conocimiento personal y por amor para cada uno de nosotros.
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,11-18):
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»
Palabra del Señor
 
HOMILIA
¿Con quién podemos comparar hoy día al pastor de Palestina en los tiempos de Jesús?No exageramos si decimos que a un cristiano que vive en profundidad su fe.
En nuestras sociedades urbanas es difícil captar en toda intensidad lo que representaba la figura del pastor de antaño. El pastor cuidaba, acompañaba, guiaba, compartía, defendía, en una palabra, se desvivía; daba su vida por las ovejas.

Jesús se nos presenta como el Buen Pastor llevado a su máximo grado. Jesús no es un asalariado. Los que trabajan sólo por lo que puedan sacar no piensan nada más que en su interés, en el dinero que va a sacar. Pero el que trabaja por amor, piensa en aquellos a los que está tratando de servir. El Buen Pastor que amaba tanto a sus ovejas daría un día su vida por salvarlas.

El pastor de aquella época era el único y absoluto responsable de las ovejas. Si algo le sucedía a alguna él tenía que demostrar que no había sido por su culpa. Para aquellos pastores era lo más natural del mundo tener que exponer su vida por defender su rebaño. Algunos morían luchando contra las fieras o ladrones y bandidos que intentaban hacer daño a sus protegidas.
Al lado de esto había también pastores no fiables que no se preocupan ni mucho menos se arriesgaban por su rebaño. Simplemente eran asalariados. Jesús se pone de ejemplo como el Buen Pastor, o sea, el mejor de los pastores que puede existir. Cristo es sólo y único pastor, como es también el solo y único Redentor.

Es en el oficio de pastor de aquella época donde se describe todo lo necesario para una labor de liderazgo. El pastor tiene que ser valiente, entregado, radical, que quiera a su rebaño, que sea capaz de dar su vida por él. Esto es lo que hace Jesús con nosotros, pero no sólo por los cristianos que ya estamos bautizados. El Señor se ha entregado por todos los seres humanos.

Los judíos de los tiempos de Jesús pensaban que Dios era de su propiedad. Yahveh era el Dios exclusivo de Israel; los demás, los gentiles, no disfrutarían de la salvación del Dios de Israel. Jesús rompe con esos esquemas; a partir de ahora todo el mundo sea de la raza que sea, será para Dios. El texto no hace referencia a lo que nosotros hoy llamamos "ecumenismo", pero sí destaca la unidad del género humano en un solo rebaño, unidad que significa lealtad a Cristo.
Cuando afirmamos que Jesús "dio su vida por nosotros", decimos bien. El Señor no perdió su vida por nosotros sino que la "entregó" por nosotros. Este matiz es muy importante de resaltar. Podemos perder la vida en un accidente, por un mal paso, por no calcular bien lo que hacemos, etc. pero entregar la vida por alguien sólo lo podemos hacer consciente y libremente.

Todos necesitamos algún guía en nuestra vida; muchas personas se han perdido en la infelicidad por no haber encontrado a nadie que le proponga caminos eficaces de superación. Jesús es nuestro guía definitivo.
El rebaño es la Iglesia de Cristo y este rebaño se encuentra amenazado por un doble peligro: desde el exterior, con los ladrones, los lobos,etc. Pero también desde el propio interior por los falsos pastores. La Iglesia no es un grupo de amigos que se han reunido para disfrutar de logros espirituales. Ser Iglesia es responder a la llamada del Pastor y caminar juntos en el mismo rebaño espiritual. Atender a las indicaciones del pastor es saber que el camino que tenemos por delante ya ha sido transitado por Aquel que nos guía, ello nos da seguridad y firmeza en el seguimiento sincero de nuestro Señor.
Y todo esto es así porque Jesús nos anunció: "Yo soy el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas" (Jn. 10, 11-17). Y Jesús cumplió, porque su vida la dio, pero la recuperó. Y la recuperó con gloria, porque resucitó. Y con su resurrección nos dará a todos los que le seguimos y le imitamos, la gloria que El tiene y que da a las ovejas de su rebaño. ¿Quiénes son las ovejas de su rebaño? Los que conocen su voz, porque lo conocen a El y le siguen. Esos resucitarán como El resucitó y serán semejantes a El, porque tendrán la gloria que es suya y que conoceremos cuando lo veamos cara a cara, tal cual es.

El que tenga oidos...que oiga.

Oración de los Fieles
Estamos salvados en el nombre de Jesús, nuestro Buen Pastor, que vive y ruega al Padre por nosotros. Con esta convicción digámosle:
R/. Señor, guárdanos en tu amor.
  • Por todos los ministros de la Iglesia, para que cuiden a sus encomendados con generosa dedicación, siempre altruista, roguemos al Señor.
  • Por los líderes de las naciones y por todos los servidores públicos, para que pongan los intereses de sus encomendados por encima de su medro y ganancia personal y de su propio bienestar, roguemos al Señor.
  • Por todas las iglesias cristianas, para que trabajen sin descanso para llegar a ser un solo rebaño bajo el único Pastor, Jesucristo, roguemos al Señor.
  • Por los que todavía no conocen a Cristo, para que puedan encontrarlo y escuchar su voz a través de misioneros y de otras personas que hagan a Cristo visible por la forma como ellos reflejan Su vida, roguemos al Señor.
  • Por los abandonados, por las víctimas de injusticia y pobreza, y por todos los demás que sufren, para que se encuentren con hermanos dedicados y generosos, que les den esperanza y dirección, roguemos al Señor.
  • Por todas las comunidades cristianas, para que vivamos según creemos y así hagamos creíble el evangelio en nuestro tiempo, roguemos al Señor.
Señor Jesús, pastor y hermano nuestro, guárdanos en tu amor. Que te conozcamos siempre, y respondamos siempre a tu llamado, pues tú eres nuestro Señor por los siglos de los siglos.

Oración de Ofertorio

Señor Dios nuestro, Padre amoroso:
Tu Hijo Jesucristo entregó su vida por nosotros
como Buen Pastor;
él se entregará de nuevo por nosotros
en estos signos de pan y vino, en esta eucaristía.
Que reconozcamos su voz
en el grito de nuestros prójimos en necesidad
y les demos lo mejor de nosotros mismos
como él hizo por nosotros,
porque él es Hijo tuyo y Señor nuestro,
por los siglos de los siglos.

Introducción a la Plegaria eucarística
En la Plegaria Eucarística damos gracias a Dios por habernos hecho sus hijos e hijas por medio de Jesús, nuestro Buen Pastor, quien murió por nosotros para ser nuestra luz y nuestra vida. Sentimos una auténtica alegría diciéndole al Señor de corazón “¡Gracias!”

Introducción al Padrenuestro
Como hijas e hijos queridos de Dios
oramos a nuestro Padre
con la oración de Jesús, nuestro Buen Pastor.
R/. Padre nuestro…

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todos los males,
ya que nos has dado a tu Hijo como nuestro Pastor,
para liberarnos del pecado y de la perturbación
y para unirnos a todos como tu pueblo.
Guárdanos en tu amor,
mientras esperamos con gozo
la venida gloriosa de nuestro Salvador Jesucristo.

Al Partir el Pan
Jesús se dejó “romper” por nosotros
para que fuéramos uno en él.
Como él, nosotros también deberíamos “rompernos”
y compartirnos a nosotros mismos
unos con otros.

Invitación a la Comunión
Éste es Jesús, el Buen Pastor,
que entregó su vida por nosotros
y que nos conoce por nuestro nombre.
Dichosos nosotros invitados a su mesa.
R/. Señor, no soy digno…

Oración después de la Comunión

Señor Dios, Padre amoroso:
Te damos gracias por el pan de sí mismo
que nuestro Buen Pastor nos ha dado
en esta eucaristía.
Que él sea la piedra angular, el fundamento,
sobre el que construyamos nuestras vidas
y tu reino en la tierra,
un reino de justicia y amor, de fraternidad y paz.
Y que aprendamos de él
a vivir los unos para los otros.
Te lo pedimos en nombre de Jesús, el Señor.

Bendición
Hermanos: Dios nos ama. Estamos seguros de ello.
No somos extraños a él.
Él está cerca de nosotros en todo lo que hacemos.
Que él nos dé la gracia de no ser extraños unos a otros; que seamos personas que nos edifiquemos mutuamente
con la bendición del Señor.
Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.
AMEN!!

HERMANO JUAN PABLO CORC+OBISPO JUAN DAVID FALCON

CRISTO VIVE!!

sábado, 21 de abril de 2012

lecturas y Homilia del Domingo 3º de Pascua +22 de Abril del 2012

Saludo

Dios ha glorificado a Jesús, su siervo,
el Santo, el Justo,
el príncipe de vida.
Dios le resucitó de entre los muertos
y nosotros somos testigos de ese acontecimiento.
En su nombre estamos reunidos aquí.
Que el Señor Resucitado esté siempre con ustedes.


 
Introducción por el Celebrante

Nuestra fe en el Señor Resucitado es una fe concreta, una fe en alguien que ha resucitado, sí, pero que no es un “fantasma”, ni un producto de la imaginación, sino alguien real y totalmente como nosotros en todo menos en el pecado, sin excluir heridas, cicatrices y dificultades. ¿Es éste el Cristo en quien creemos, que camina con nosotros en el camino de la vida, que nos sostiene con su amor y fortaleza cuando tenemos problemas y nos sentimos heridos? Él ha resucitado realmente, y viene con nosotros para ayudarnos a levantarnos ahora ya en esta vida por encima de nuestros problemas, temores y cobardía, hasta que nos acoja en su eterna alegría y felicidad. Que sea este Jesús el que esté con nosotros, con el que nos podemos identificar y del que damos testimonio en la vida de cada día.



¿Acaso no tenemos todos, con frecuencia, experiencia en nuestra vida de cometer disparates y compensarlos, de dar un traspié y ponernos firmes otra vez, de caer y levantarnos de nuevo? Esto no es sólo una imagen o metáfora, sino que es básicamente la realidad misma como resurrección; para un cristiano esta vida es ya un repetido morir y resucitar con Cristo. La resurrección no es meramente algo que nos ocurrirá en el juicio o cuando entremos a la morada de Dios después de la muerte. La resurrección está aquí con nosotros, de forma bella y repetida. Por la gracia de la Resurrección de nuestro Señor seguimos, incluso ahora, muriendo y resucitando. Compartamos en esta eucaristía el banquete de resurrección con nuestro Señor Resucitado.


Acto Penitencial
Si tuviéramos más fe en la cercanía del Señor Resucitado caeríamos menos en el pecado.
Imploremos el perdón del Señor.
(Pausa)



  • Jesús, Señor resucitado, tú nos muestras tus manos y tus pies, pues estás cerca de nosotros.
    R/. Señor, ten piedad de nosotros.
  • Cristo Jesús, Señor Resucitado,antes de resucitar sufriste y te entregaste a la muerte para traernos perdón y vida.
    R/. Cristo, ten piedad de nosotros.
  • Jesús, Señor Resucitado, tú nos invitas a comer contigo para compartir con nosotros tu fuerza y tu vida.
    R/. Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, por el poder de tu amor transfórmanos, perdona todos nuestros pecados y acompáñanos en el camino que nos conduce a la vida eterna.


Oración Colecta
Oremos para que sepamos vivir la nueva vida de Jesús Resucitado.
(Pausa)



Oh Dios de los vivientes,
¿quién creerá que tu Hijo ha resucitado
si Él no vive entre nosotros hoy?
No permitas que la muerte del pecado nos atrape,
ya que él nos ha hecho libres por su sangre.
Que su vida se desborde en nosotros,
de modo que fluya sobre los que nos rodean
con obras de perdón compasivo y de generosidad sin medida.
Nútrenos con esa vida en la eucaristía,
banquete de Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor.
 
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (3,13-15.17-19):Pedro, Testigo del Señor Resucitado
En esta predicación, Pedro da testimonio firme de que Cristo resucitó de entre los muertos. Pide a sus oyentes volver a Cristo y permitirle que los renueve.


En aquellos días, Pedro dijo a la gente: «El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos. Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta manera lo que había dicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.»
Palabra de Dios
 
Salmo
Sal 4,2.7.9

R/.
Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor

Escúchame cuando te invoco,
Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración. R/.

Hay muchos que dicen:
«¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro
ha huido de nosotros?» R/.

En paz me acuesto
y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor,
me haces vivir tranquilo. R/.


Segunda Lectura (1Jn 2,1-5a): Fieles al Señor Resucitado
Cuando seguimos los mandamientos del amor de Cristo, somos fieles a Cristo Resucitado y crecemos en el amor de Dios.
 
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,1-5):

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él.
Palabra de Dios


Evangelio (Lc 24,35-48): Testigos del Señor Resucitado
Jesús se apareció a sus discípulos, que dudaban, para fortalecer su fe de que él había resucitado. Después los envió -como nos envía a nosotros- para dar testimonio de su perdón y de su nueva vida.
 
Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,35-48):
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros.»
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma.
Él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les mostró las manos y los pies.
Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo que comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo: «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»

Palabra del Señor
 
HOMILIA
 
Hay personas que opinan que la vida de cada ser humano está escrita. Dicen que el destino de cada uno ya está predeterminado. Los cristianos no creemos en esta afirmación. Nosotros no creemos en el destino. La vida de cada ser humano está basada en el amor y la libertad personal que nos hace realmente dueños de nuestra existencia. El Evangelio de hoy nos dice que "así estaba escrito..." pero no referido a un cumplimiento ciego de un supuesto destino. Jesús entregó su vida libre y conscientemente por la salvación de todos. Aceptar al Señor pide de nosotros esa entrega libre y consciente a la voluntad de Dios.

Muchas veces podemos pensar que el cristianismo es una religión complicada donde la filosofía se ha hecho teología y viceversa. Para algunos la filosofía les es suficiente para llenar sus vidas. Ya existen en muchas ciudades el "consejero filosófico" además de los consejeros espirituales y psicológicos... ¿Pero qué es lo que necesitamos realmente para encontrar al Señor en nuestra vida?


La resurrección del Señor es algo razonablemente increíble. Sólo desde la fe podemos penetrar en su hondura y su amplitud. Siempre nos quedaremos cortos a la hora de transmitir la trascendencia de este suceso que cambió la faz de la Humanidad. Necesitamos un asentimiento para descubrir la trascendencia de la resurrección.
Para muchas personas, incluso para algunos que se dicen cristianos , la resurrección es un tema incómodo. Es difícil de explicar y mucho más complicado el sentir interiormente esa experiencia. Pero todos estamos llamados, invitados, a experimentar esa resurrección.


Nuestra fe está basada en la resurrección. No recordamos y vivimos a Jesús porque hiciera milagros ni por sus parábolas, ni siquiera por su actitud de rebeldía... de todas esas situaciones tenemos innumerables ejemplos en la Historia. Recordamos a Jesús porque dio su vida por nosotros redimiendo nuestra debilidad espiritual y porque resucitó, todo lo demás debe girar alrededor de este gran acontecimiento. En la pastoral muchas veces hacemos justo lo contrario. Presentamos todas las exigencias de la fe, adoctrinamos más que evangelizamos, normatizamos más que liberamos y dejamos la cuestión de la realidad de la resurrección casi escondida. Llenos de miedos disfrazamos la vida auténtica (Jesús resucitado) como un personaje cargado de historia y de teología en lugar de vitalidad que ayude al ser humano a encontrar el sentido trascendente de su vida.


Hay que tener cuidado que nuestra tarea pastoral se convierta en un "contentar al personal". Decirles lo que quieran escuchar y de la forma que quieran escucharlo...no se nos vaya a ir la "clientela"....Cuantas veces las personas alejadas dicen que vienen a nuestras reuniones si no se les habla de "religión..." En otras ocasiones cristianos de buena voluntad adoctrinan bajo una espesa estela de "espiritualidad". Creo que ninguna de estas posturas ofrecen plenamente la densidad de la resurrección de Jesús. Para predicar sobre la resurrección hay que estar en caminos de resurrección. Tenemos que ir constantemente de la muerte a la vida y de la vida a la Vida. Nuestro mensaje tendrá que tener siempre estos referentes.


No es suficiente la realidad de la resurrección para seguir al Señor. Los amigos de Jesús cuando le experimentaron resucitado le confundieron. María Magdalena le confunde con el "hortelano". Los discípulos de Emaús con "un caminante". Algunos de sus discípulos con "un fantasma". También en nuestro tiempo a Jesús le podemos confundir con tantas y tantas cosas: "un revolucionario", "un justiciero", "un reivindicador de...", "un iluminado".
La única manera de no confundir a Jesús con alguien que no es, es precisamente zambullirnos el resto de nuestra vida en el misterio de su resurrección. Meditar, orar y vivir la resurrección es la mejor predicación que podemos hacer sobre ella.


Los apóstoles están reacios a conocer a Jesús resucitado. Cristo abre a los apóstoles el "entendimiento para comprender las Escrituras"....Entonces sólo Dios puede abrirnos la mente y el corazón para aceptar la grandeza de este mensaje!!.Pidamosle con humildad este Don!!!


Vivimos en una sociedad que se ha acostumbrado a vivir sin la grandeza de las palabras grandes y prefiere las mínimas realidades, la intrascendencia a la trascendencia. Este es el peaje que tenemos que pagar a nuestra debilidad humana. La resurrección es la redención de nuestra débil humanidad.
Cuando las luces se apagan y los sueños se acaban, vuelven una y otra vez los fantasmas a la vida, que nos traen la soledad. Cuando las puertas se cierran y las lágrimas quiebran y la incertidumbre de saber qué pasará, entonces es cuando no queda nada...


!! Resucitar es encender las luces, despertar de los sueños, despejar los fantasmas y recuperarnos de la soledad. Resucitar es abrir las puertas y secar las lágrimas y saber la seguridad de lo que pasará. Entonces es cuando lo tendremos todo !!.
La vida de cada cristiano es ir de la cruz a la resurrección y en el camino nos encontraremos con los auxilios de la Palabra, la Iglesia, los demás. Debemos hacer este trayecto sin miedos. Jesús va delante abriéndonos el camino.
Termina el Evangelio de hoy recordándonos que nosotros somos testigos de esto...Y SI ERES TESTIGO DE LA RESURRECCION...TU COMPROMISO ES ACEPTARLA Y VIVIRLA EN PLENITUD, GOZANDO DEL AMOR DE TU DIOS VIVO!! Y DE LA VIDA PLANA QUE EL TE OFRECE...HOY, DE FORMA REAL!!.


El que tenga oidos...que oiga.


Oración de los Fieles
Oh Dios, Padre nuestro, tú nos ayudas a los que acudimos a ti porque tu Hijo Jesucristo permanece con nosotros y habla en nuestro nombre. Te decimos:
R/. Señor, Dios nuestro, escucha a tu pueblo.
  • Te pedimos, Señor, que entre nosotros haya más fe, más confianza en el futuro, porque estamos seguros de que Cristo vive y está presente entre nosotros. Y así te decimos:
R/. Señor, Dios nuestro, escucha a tu pueblo.
  • Te pedimos, Señor, una actitud más positiva hacia toda clase de vida en la tierra, mayor comprensión y solidaridad entre los pueblos y culturas, sea cual sea su lengua, porque estamos seguros de que tú llamas a todos a la paz y a la amistad. Y así te decimos:
R/. Señor, Dios nuestro, escucha a tu pueblo.

  • Te pedimos, Señor, el espíritu de amor cristiano y de perdón hacia todos y cada uno de nuestros prójimos, pues estamos seguros de que todos están invitados en Cristo a participar de tu infinita felicidad. Y así te decimos:
  • Te pedimos, Señor, por los bautizados en nombre de Cristo, para que sigan las huellas del mismo Cristo; y por todos los matrimonios, para que sean fieles a ti y a sí mismos, ya que tenemos la certeza de que tú eres fiel a ellos. Y así te decimos:
  • Te pedimos para nosotros humildad, ya que estamos seguros de que Cristo no ha completado todavía su obra en nosotros y de que tenemos todavía que crecer en esta vida. Y así te decimos:

Oh Dios Padre amoroso, que tu Hijo Resucitado viva entre nosotros, en nuestras palabras y acciones. Oye las súplicas de tu pueblo, a causa de Aquél que permanece contigo y con nosotros, Jesucristo, nuestro Señor, por los siglos de los siglos.


Oración de Ofertorio

Oh Padre bondadoso, fuente de vida:
Con pan y vino celebramos en esta eucaristía
la presencia de tu Hijo en medio de nosotros,
aquí alrededor de esta mesa
y en la vida de cada día.
Que le podamos experimentar aquí
como el gran don que tú nos brindas
y que permanezca con nosotros
en nuestra inacabada búsqueda
de ser tu pueblo libre de pecado
y de vivir la vida nueva
de Jesucristo Resucitado, nuestro Señor.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística
¿Dónde puede Jesús estar más cerca de nosotros que aquí en la eucaristía? Él nos habla y le escuchamos; le comemos y bebemos. Aquí él nos asegura que él nos acompaña en nuestro caminar, a veces agotador. Demos gracias al Padre por darnos a Jesús su Hijo.



Introducción al Padrenuestro

Jesús está con nosotros
y vive en la presencia del Padre
para interceder por nosotros.
Con él oramos a nuestro Padre del cielo:
R/. Padre nuestro…
 

Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos la fe y la paz en nuestros días
por medio de la presencia de tu Hijo Resucitado.
Que él esté con nosotros en nuestras penas y temores
para que con él podamos superarlos.
Que él esté también con nosotros
en días de risa y de alegría,
para que él haga más profunda nuestra felicidad.
Que la esperanza crezca en nosotros
mientras anhelamos el día de su venida gloriosa
como Señor y Salvador nuestro, Jesucristo.
R/. Tuyo es el reino…
 

Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo .
Él murió por nosotros, pero vive para siempre.
Dichosos nosotros de tocarle
y de recibirle como nuestro pan de vida.
R/. Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión
Oh Dios de vida y de amor salvador:
Hemos gozado de la presencia de tu Hijo entre nosotros
porque nos hemos reunido en su nombre.
Él nos ha proclamado su palabra de vida
y hemos participado en su banquete de salvación.
Que él siga viviendo en nuestra comunidad
por nuestra presencia atenta hacia los otros,
por nuestra fe común expresada
en nuestras obras de amor y servicio,
de gratitud y perdón,
por nuestros esfuerzos en crear un mundo mejor
donde haya justicia y esperanza para todos.
Y de este modo queremos caminar juntos hacia ti
y dar testimonio de que Jesucristo
es Señor y Salvador nuestro, por los siglos de los siglos.

 

Bendición
Hermanos: Cristo nos llama a dar testimonio de su presencia entre nosotros como nuestro Señor Resucitado.
Vivamos, pues, como nuevo Pueblo de Dios, llenos de fe, esperanza, amor y perdón mutuo.
Y, para que podamos llevar este don al mundo, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo
descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

AMEN!!


HERMANO JUAN PABLO CORC+OBISPO JUAN DAVID FALCON


CRISTO VIVE!! 

domingo, 15 de abril de 2012

Lecturas y Homilia del Domingo 2º de Pascua+15 de Abril del 2012

Saludo
 
A los discípulos reunidos como comunidad
se les apareció Jesús y les deseó la paz.
A todos ustedes, reunidos aquí
como comunidad del Señor,
les saludo con el mismo deseo
y con las mismas palabras de Jesús:
“¡Que la paz esté con ustedes!”
 
 
Introducción por el Celebrante
 Sabemos lo desalentados y deprimidos que estaban los apóstoles y discípulos del Señor después que Jesús murió en la cruz. Cuando experimentaron que había resucitado, supieron que estaba vivo y presente entre ellos. Su fe en el Señor Resucitado los unió a todos como “un solo corazón y una sola alma” y les movió a preocuparse los unos por los otros. Y nosotros ¿qué? Nos hemos reunido aquí en la presencia del Señor Resucitado. ¿Somos todos uno en él? ¿Nos preocupamos los unos de los otros?.

 
Creemos que Cristo ha resucitado y vive para siempre. ¿Qué significa esa fe para nosotros? ¿Está Jesús tan vivo para nosotros de forma que podemos encontrarle personalmente en oración, escuchándole y hablándole como de amigo a amigo, de corazón a corazón? ¿Tocamos sus heridas en los hermanos heridos por la vida, en sus cuerpos o en sus corazones? ¿Le encontramos en nuestras propias tristezas? ¿Le encontramos en nuestras alegrías y en las alegrías de nuestros amigos? ¿Está Jesús vivo en nuestra comunidad cristiana, y le encontramos ahí? Pidamos al Señor en esta eucaristía que le encontremos vivo y real todos y cada uno de nosotros.

  Acto Penitencial
  
Pidamos perdón al Señor porque con demasiada frecuencia no somos conscientes de que él está con nosotros.
(Pausa)
 
  • Señor Jesús, tú viniste para eliminar nuestros pecados y todavía hoy nos brindas la paz de tu perdón, Señor y Dios nuestro:
    R/. Señor, ten piedad de nosotros.
  • Cristo Jesús, tú nos has otorgado vida eterna y todavía hoy nos colmas con tu vida, Señor y Dios nuestro:
    R/. Cristo, ten piedad de nosotros.
  • Señor Jesús, tú has resucitado y vives para siempre y nos haces resucitar contigo, Señor y Dios nuestro:
    R/. Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, derrama sobre nosotros tu Espíritu de paz que nos libre de todos nuestros pecados.
Haznos vivir con tu nueva vida y llévanos a la vida eterna.
 
 Oración Colecta
  
Oremos para que lleguemos a ser realmente una comunidad de fe y amor.
(Pausa)
 
Señor Dios nuestro, Padre amoroso:
Nosotros no hemos visto a tu Hijo Resucitado,
ni hemos metido nuestras manos en su costado,
pero creemos que él es nuestro Señor.
Que esta fe nos una en amor
y nos haga responsables
de cualquiera que esté necesitado entre nosotros.
Que seamos realmente una comunidad
“una en alma y corazón”,
creyendo, esperando, compartiendo,
partiendo el pan unos con otros con alegría,
y alabándote a ti, Dios nuestro,
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
 
 Primera Lectura Un Solo Corazón y una Sola Alma
Las miembros de las primeras comunidades cristianas creían firmemente que el Señor Resucitado estaba vivo entre ellos. A causa de esta fe, eran “un solo corazón y una sola alma” y compartían con los necesitados. ¿Tenemos también nosotros esta fe y este amor?

  
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (4,32-35):
 
 En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.
 
Palabra de Dios

  
Salmo
 Sal 117,2-4.16ab-18.22-24
 
R/.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia
 
 Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R/.
 
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.
 
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.
 
Segunda Lectura Una Vida de Fe y Amor
Los que creen en Dios y en su Hijo Jesucristo Resucitado también aman a su prójimo. Pertenecen a la familia de Dios, como nosotros, aun cuando a veces los otros nos parecen parientes extraños.
 
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (5,1-6):
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
 
Palabra de Dios
 
Evangelio De la Duda a la Fe
Para personas como nosotros, que no hemos visto a Cristo Resucitado, Juan nos relata la historia del incrédulo Tomás que se convirtió en el Tomás creyente y fiel.
 
 Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-31):

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegria al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos.
Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
 
Palabra del Señor

   
HOMILIA

Tenemos motivos más que suficientes para felicitarnos: Jesús, el mismo que murió en la cruz ha resucitado. Son muchas las situaciones que nos lo demuestran y son cientos y cientos de millones de personas, quienes a lo largo de los siglos nos lo garantizan con una vida plenamente consagrada a Él.

  
En la historia de las religiones hay fundadores a los que se les atribuyen milagros, curaciones prodigiosas, conversiones profundas de vida. En cambio, a ninguno de ellos se les atribuye la resurrección.
¿Qué es en realidad lo que creemos los cristianos cuando hablamos de resurrección? ¿Qué es lo que creemos cuando afirmamos la resurrección de Jesús?
La resurrección no es la reanimación de un cadáver, no es poner en marcha un corazón que se había parado; no es una vuelta a esta vida de debilidad y muerte para alargarla unos años más. No. Resucitar no es eso para nosotros los cristianos. La resurrección es la total transformación de toda la persona, su realización plena, su entrada en la Vida, en la Vida de Dios. Decir que Jesús ha resucitado es decir que ha triunfado, que ha sido constituido por Dios en Señor, en Hombre Nuevo. Y, por lo tanto, es afirmar que el Reino que Él predicaba es realmente posible. O sea: ¡Hay esperanza para los pobres, los marginados, los crucificados de la tierra tal como Él les anunció!

  
Al lado de esta afirmación de la resurrección de Jesús el evangelio nos desconcierta. En lugar de la alegría y del gozo los apóstoles estaban abatidos, desconcertados. Lo que les mantenía unidos era el miedo no la alegría de la resurrección. No es nada extraño que el primer saludo de Jesús para ellos sea el de "Paz con vosotros". Jesús no les reprocha sus cobardías y su falta de confianza en Él. El encuentro con el resucitado fue para los primeros creyentes una experiencia que reanimó su fe y su vida.
Muchos cristianos de hoy día pueden que sean perfectos y escrupulosos seguidores del Señor: cumplen las normas con eficiencia, se prodigan en los actos litúrgicos... todo esto es maravilloso siempre y cuando contribuya a crear auténticos testigos de la resurrección.
Tomás era también apóstol, hizo el mismo proceso que los demás, pero no estuvo en comunidad cuando el Señor les visita por primera vez. Fue a la comunidad de los discípulos a quienes el resucitado se aparece para que hagan una profunda experiencia de fe.

  
Tomás en solitario sólo cobija la duda y el temor. Esto mismo pasa a los cristianos que son alérgicos a la vida de comunidad. No significa que tenemos que perder nuestra identidad individual y dejar que se funda en la comunidad. Dios nos llama a cada uno, individualmente, pero nos llama para que hagamos la experiencia de fe en la comunidad de la Iglesia. La comunidad de la Iglesia tiene el privilegio de comunicar el mensaje de perdón de Dios a la humanidad y continuar la labor del Señor. Para vivir y experimentar al resucitado la primera experiencia se dio en fraternidad.

  
Con las apariciones del resucitado da comienzo nuestra fe. Creemos porque el Señor resucitó. Para que aparezca la vida tiene que ser removida la muerte. No hay prueba más grande que el superar el vacío de la muerte, de ahí que algo tan grandioso sea difícil de captar y de aceptar sin fe.
Cuando dudamos de la fe es que no hemos pasado por la experiencia de la resurrección. Pedimos "ver" para creer cuando lo que necesitamos es experimentar para ver. El poder ver al resucitado es un don de Dios, que Él concede al que quiere.
La confesión de fe de Tomás es la auténtica confesión de fe del creyente. Nosotros no hemos visto y creemos, por eso Jesús nos llama bienaventurados.
La bienaventuranza de los que no hemos visto se basa en la confianza en la Palabra antes que en las pruebas. La Palabra no se ve y en cambio tiene el poder de transformarnos para experimentar la conversión y la resurrección. Ser cristiano es acoger la Palabra con plena confianza.

  
Las apariciones no eran subjetivas, imaginativas, sino reales. No es una creación de la fantasía humana, sino el cuerpo real del Señor.
Cuando la gente alejada pregunta dónde está Dios bien le podemos decir que dejándose ver por todas las partes de la vida. Para verlo hacen falta los ojos de la fe y la confianza en el amor.
 
El que tenga oidos...que oiga.

  
 
Oración de los Fieles
Confiemos y encomendemos a Cristo, nuestro Señor Resucitado, a su Iglesia y al mundo entero con todos los hombres y sus necesidades. Y digamos:
R/. Señor, que tu paz esté con nosotros.
  
  • Para que Cristo sea realmente para todos los cristianos su Señor y su Dios en quien confíen, a quien sigan y amen, roguemos al Señor.
  • Para que el Señor reúna en torno a este pan único y a esta copa de salvación de la eucaristía a todos los cristianos ahora divididos por sus creencias y por sus prejuicios; para que todos los cristianos aprendamos del Señor a compartir unos con otros lo que tenemos, roguemos al Señor.
  • Para que el Señor nos otorgue a nosotros y a todos los pecadores la paz de su perdón y su nueva vida; para que a todos los que se atarean en construir la paz y realizar la reconciliación les dé el necesario tacto, comprensión y paciencia para crear unidad, roguemos al Señor.
  • Para que Cristo pueda encontrarse en sus comunidades -pequeñas y grandes- y que las haga ser de “un solo corazón y una sola alma”, roguemos al Señor.
Señor Jesús, danos ojos para verte, oídos para escucharte, corazones que te comprendan y te amen, pues tú eres nuestro Señor por los siglos de los siglos.

  
Oración de Ofertorio
 
Oh Dios y Padre nuestro:
Te pedimos alimento y bebida,
y tú nos das a tu Hijo.
Que nadie en nuestra comunidad pase hambre
o se sienta abandonado en miseria y aflicción,
sino que aprendamos de tu Hijo
a ser compañeros fieles de todos los que nos necesitan.
Que, junto con nuestro solaz y apoyo,
nos demos a nosotros mismos,
como hizo y sigue haciendo Jesús por nosotros,
él que es nuestro Señor por los siglos de los siglos.

  
Introducción a la Plegaria Eucarística
Cada vez que celebramos la eucaristía profesamos nuestra fe en Jesús, nuestro Señor Resucitado, por la aclamación después de la consagración. Hagámoslo hoy conscientemente y con alegría.

  
Introducción al Padrenuestro
Como comunidad de fe y amor
hecha “un solo corazón y una sola alma” por el Espíritu
podemos orar al Padre de todos
con la oración de Jesús nuestro Señor.
R/. Padre nuestro…

  
Líbranos, Señor

 
  
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos en nuestros días
la certeza y la paz
que tu Hijo Resucitado otorgó a sus discípulos
en su hora de temor y de ansiedad.
Con tu compasión conserva nuestra fe
libre de toda duda y vacilación,
mientras aguardamos con gozosa esperanza
la gloriosa venida de nuestro Salvador, Jesucristo.
R/. Tuyo es el reino…
  

Invitación al Signo de Paz
Nosotros intentamos ser una comunidad que tiene “un solo corazón y una sola alma”.
Expresemos esto con nuestro saludo de paz.

  
Invitación a la Comunión
San Pablo apóstol dice:
“El hecho de que hay un solo pan significa que, aunque seamos muchos, formamos un solo cuerpo,
porque todos compartimos de este único pan”.
Éste es el cuerpo de Cristo que viene a formarnos como su cuerpo, su comunidad viva.
R/. Señor, no soy digno…

  
Oración después de la Comunión

  
Oh Dios y Padre nuestro:
Con fe hemos encontrado a tu Hijo Jesús
en esta celebración eucarística.
Que, con él a nuestro lado,
seamos una comunidad de fe profunda
en la que el amor y el compartir
no sean palabras huecas;
una comunidad que siga soñando
en que podemos encontrarnos unos a otros como hermanos
y crear juntos un nuevo futuro
en Jesucristo, nuestro Señor Resucitado,
que vive y reina contigo y también con nosotros
por los siglos de los siglos.
  

Bendición
Hermanos: Nuestra tarea no es fácil.
Nosotros somos utópicos, gente que tiene grandes sueños de formar y ser una auténtica comunidad, y de construir un mundo nuevo y mejor en Cristo.
Sabemos que estos sueños nunca se verán realizados a la perfección porque somos limitados, humanos, débiles;
pero podemos seguir adelante intentándolo y creciendo.
Éste es el reto de nuestra fe.
Lo podremos realizar si Cristo vive realmente entre nosotros.
Que Dios nos bendiga para esta tarea y misión.
Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

  
HERMANO JUAN PABLO CORC+OBISPO JUAN DAVID FALCON

  
!! CRISTO VIVE!!
 

sábado, 7 de abril de 2012

Lecturas y Homilia del Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor+08 de Abril del 2012



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10,34a.37-43):


En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.»

Palabra de Dios
 
Salmo
Sal 117,1-2.16ab-17.22-23

R/.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo


Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R/.

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R/.



Secuencia

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
 
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,1-4):

Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.

Palabra de Dios
 
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9):

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.


Palabra del Señor
 
HOMILIA
 
¡¡Feliz Pascua de Resurrección!!


!!! Hoy estamos festejando el momento cumbre de nuestra fe, el acontecimiento que transformó la humanidad desvalida y nuestras pobres vidas lanzadas al pecado. Cristo ha vencido a la muerte y nosotros con Él somos resucitados !!!.


En la sociedad actual se está imponiendo la idea de la reencarnación como respuesta al más allá de la muerte. La resurrección parece hoy casi confinada a nosotros los creyentes en Jesús. Esta realidad en lugar de asustarnos o acomplejarnos, debe hacernos profundizar en el núcleo fundamental de nuestra fe.


¿Por qué creemos los cristianos en la resurrección? ¿Qué es la resurrección para nosotros?
Es el mismo Jesús quien afirma explícitamente la realidad de la resurrección de los muertos, pero dice muy poco sobre lo que esa realidad sea en sí misma.
Bien claro aparece en los textos bíblicos que la resurrección no es un volver a la vida de antes como fue el caso de Lázaro, de la hija de Jairo, etc. La resurrección es dar un paso adelante, definitivo a una vida totalmente transformada en Dios.


Explicar la resurrección en sí misma no es fácil pues entramos en categorías totalmente distintas a nuestra realidad humana. San Pablo en la Primera Carta a los Corintios (12,14,15,17) trata el tema y usa un simil para tratar de explicar el carácter corporal de la resurrección. Para san Pablo es como una semilla que para germinar muere. El cuerpo corruptible del que muere se hará inmortal, vivirá para siempre.


Toda la vida del cristiano está rozada constantemente por el pecado. El ansia de muchos hermanos y hermanas en la fe de estar y permanecer siempre en Jesús, se ve continuamente rota por la realidad de nuestra frágil existencia; para aquellos que desean de verdad estar con el Señor es Él mismo quien nos ofrece la resurrección, donde ya no habrá ninguna separación, ningún segundo momento de ruptura, ninguna presencia del pecado.


¿Por qué Jesús tomó la resurrección como gesto máximo de su divinidad?
En las religiones antiguas se nos habla de que sus fundadores también hicieron milagros, predicaron con dedicación absoluta, llevaron una vida de entrega a los demás… Sólo de Jesús se nos dice la realidad de la resurrección. Sólo Jesús resucitó y nos abrió a una vida nueva.
Un desafío tan grande como el reencontrar la vida más allá de la muerte, sólo Dios lo puede lograr. Otros hicieron maravillas en su vida: milagros, acciones grandiosas, predicaciones que lograron transformar vidas… Sólo Jesús, además de todo lo anterior, supo transformar nuestra muerte en vida, en una existencia que ya no tendrá nunca fin.


Siempre me ha llamado la atención que en muchos sectores de la vida cristiana , la fe sea referida casi exclusivamente al acontecimiento de la muerte. Es como si para el cristiano Dios tiene que estar sólo en el momento de la muerte, de la realidad del más allá. Esto en parte es verdad. Cuando nos llega el momento final de nuestra vida terrena sólo queda Dios y tú. Entre ambos se establecerá ese diálogo sin palabras, esa visión sin ojos, ese conocimiento más allá de la razón… La fe no es sólo para el momento de la muerte ni tampoco un refugio ante ella.

Una auténtica evangelización tratará de crear personas descubiertas por el amor misericordioso de Dios antes que temerosos del Dios castigador. Cuando alguien descubre el inmenso amor de Dios y se deja amar por Él, el alma se le queda abierta a la trascendencia y a la esperanza. Quien conoce a Cristo ya ha empezado a estar en el cielo y ha comenzado para él la resurrección.
Dice Jesús "Yo he venido para que tengan vida" y en la solemnidad de hoy vemos que esa vida no se queda exclusivamente en parámetros humanos sino que se abre a la trascendencia del infinito.
Gracias Jesús por la fe, gracias por tu resurrección que nos hace resucitar a todos.


Y HOY MAS QUE NUNCA!!!...NUESTRO SALUDO....NUESTRA INVOCACION...!! CRISTO VIVE!!... CRISTO VIVE!! !!ALELUYYA!!


HERMANO JUAN PABLO CORC+OBISPO JUAN DAVID FALCON.


Sábado Santo: 13º Estación: Jesús es bajado de la Cruz y puesto en los brazos de su Madre

 
 
Hoy no hay Palabra, hoy se ha hecho el silencio, la soledad estremece la estancia y al paso de la Pasión quedamos extasiados ante la Madre de Jesús; el gesto entrañable de la humanidad entera quiere acompañar al Hijo del hombre.


Hoy se detiene el proceso, el templo está vacío, la ausencia abisma el pensamiento. María, la madre de Jesús, atrae nuestras miradas y en ella sentimos la posibilidad de devolver a la Humanidad de Cristo el agradecimiento por su ofrenda.


Hoy es un "no-día", una noche que dura veinticuatro horas, una jornada no litúrgica. La Iglesia vela junto al cuerpo sepultado de Jesús. Es difícil entender esto porque hoy, precisamente hoy, es cuando muchos aprovechan la jornada para salir al campo, a la playa, divertirse, descansar un poco después de la intensidad del jueves y del viernes. Muchos le llaman" sabado de gloria" y enmedio del silencio y reflexion...hay agua, gritos desmanes, fiesta, borrachera...¿En qué consiste, pues, ese velar junto al Cristo sepultado? ¿No estaremos viviendo un abismo insalvable entre la liturgia y la vida cotidiana?


 Hoy Cristo para muchos hermanos está desaparecido. "No sabemos dónde lo han puesto". Hoy, día no litúrgico, celebramos la liturgia del Cristo desaparecido del mapa. Hoy es el día de todos aquellos que hace tiempo que no saben/no contestan cuando se preguntan por su fe en Jesús. Es el día de las culturas que han tenido a Cristo jueves y viernes como centro de sus vidas y que hoy no saben dónde lo han escondido, no se acuerdan de El... Es el día en el que muchos ya no se preguntan por su fe sino que simplemente están asentados en la indiferencia...indiferencia total!!


 ¡Cuántas equivocaciones en este sábado santo! ¡Cuántos deseos de que pase este dia y emerja ante nosotros esa luz matutina que es Cristo resucitado! Pero no nos precipitemos. Frente a los que vivirán el día de hoy en la total indiferencia, aprendamos nosotros a vivir en un silencio expectante...un silencio de esperanza y verdadero deseo de vivir...de cambiar...de RESUCITAR CON CRISTO!!!
 
HERMANO JUAN PABLO CORC+OBISPO JUAN DAVID FALCON
 

viernes, 6 de abril de 2012

CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR+ VIERNES SANTO 06 de Abril del 2012



Introducción por el Celebrante


Estamos aquí para recordar con veneración la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Él está ante nosotros como el Hombre de Dolores, insultado, torturado, desfigurado, aplastado, finalmente muerto en una cruz con la muerte vil de un criminal. Sin embargo, al pie de la cruz, no estamos lamentándonos por un hombre cuya vida fue un fracaso, ya que para nosotros la cruz es signo de victoria sobre el pecado y sobre la muerte. Creemos que él es Hijo del mismo Dios, resucitado de entre los muertos y vivo en medio de nosotros. Ésta no es una mera historia acerca del pasado, ya que la pasión y muerte de Jesús continúa todavía hoy en la gente y en los pueblos que sufren, en los pobres, los hambrientos, en los drogadictos, en las víctimas de la guerra, en todos los que son crucificados de cualquier manera. Pero también creemos que Cristo resucita hoy en cristianos que luchan contra el pecado y contra el mal, en los que llevan esperanza y alegría a sus hermanos. Este es el modo cómo estamos unidos con nuestro Señor hoy, Viernes Santo.


Justamente antes de su muerte en cruz, Jesús dice: “Todo se acabó” o “Todo se ha cumplido”. ¿Qué es lo que “se acabó y está cumplido”? Se acabó su tortura en la cruz, su vida terrena y su tarea en el mundo. Cumplida queda en él la voluntad del Padre y su misión de traer perdón y vida a los hombres. Todo está cumplido por lo que respecta a la misión de Jesús en la tierra, y estamos seguros de que el mal nunca triunfará de nuevo sobre él: La victoria final pertenece a Dios. --- Pero… lo que todavía no está cumplido es el sueño de Dios para los hombres: el reino de justicia, fraternidad, compasión y amor aquí en la tierra. Porque somos nosotros, los discípulos de Jesús, los que tenemos que cumplir esa tremenda tarea sin terminar. Tenemos que aceptar al Espíritu de Jesús para que lleve a cabo esa misión en nosotros y con nosotros. Mientras haya hermanos que sufren de hambre e injusticia, ellos están añadiendo a lo que faltaba en el sufrimiento de Jesús, y nosotros, los discípulos, tenemos que eliminar esos males. Esta celebración de la pasión del Señor nos recuerda esta tremenda misión, de forma que podamos ayudar a nuestros hermanos a resucitar con él.


Oración Colecta
 
Oremos a Dios el Señor
para que nos haga hombres y mujeres nuevos
hechos a imagen y semejanza de su Hijo querido, Jesús.
(Pausa)
Oh Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
tu querido Hijo Jesús se hizo uno de nosotros,
fue como nosotros en todo menos en el pecado,
cuando nació de nuestra carne y sangre.
Por el sufrimiento de su pasión
tú nos salvas de la muerte que merecemos
por ser coresponsables del mal y del pecado
en nosotros y en el mundo.
Que su sufrimiento no haya sido en vano.
Llénanos con la vida y gracia
que ganó para nosotros en la cruz,
y ayúdanos a imitarle y ser semejantes a él,
nuestro Señor resucitado
que vive y reina contigo
por los siglos de los siglos.


Primera Lectura (Is 52,13 – 53,12): Jesús Tomó Nuestras Desgracias sobre Sí
Siempre es difícil aceptar el sufrimiento; y éste permanecerá siempre un misterio. Sin embargo es a través del sufrimiento cómo el Siervo Sufriente de Dios ganó su victoria sobre el mal y sobre el pecado. El sufrimiento es parte de la vida y una fuente de vitalidad, en nosotros igual que en Jesús el Siervo Sufriente.
 
Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio? ¿A quién se reveló el brazo del Señor. Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.
Palabra de Dios
 
Salmo
Sal 30,2.6.12-13.15-16.17.25

R/.
Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu

A ti , Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R/.

Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos;
me ven por la calle, y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cacharro inútil. R/.

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano están mis azares;
líbrame de los enemigos que me persiguen. R/.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor. R/.


Segunda Lectura (Heb 4,14-16; 5,7-9): Jesús Sintió Nuestras Debilidades y Compensó por ellas.
Jesús sufrió por nosotros para salvarnos. Desde la muerte y resurrección de Jesús, quienquiera que sufra puede unir sus propias penas a los dolores de él, y participar de su victoria sobre el mal.
 
Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente. Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.
Palabra de Dios


Pasión de Jesús (Jn 18,1 -19,42): Todo Está Cumplido
El apóstol Juan estuvo al pie de la cruz. Él quiere que el mundo sepa que Jesús no es un mero hombre que sufrió, lo condenaron a muerte y lo ejecutaron, sino que es el propio Hijo de Dios, que voluntariamente ofreció su vida por todos, de forma que podamos llegar a ser hijos e hijas de Dios.
C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:
+ «¿A quién buscáis?»
C. Le contestaron:
S. «A Jesús, el Nazareno.»
C. Les dijo Jesús:
+ «Yo soy.»
C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:
+ «¿A quién buscáis?»
C. Ellos dijeron:
S. «A Jesús, el Nazareno.»
C. Jesús contestó:
+ «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos»
C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste.» Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:
+ «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?»
C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo.» Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:
S. «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?»
C. Él dijo:
S. «No lo soy.»
C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó:
+ «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.»
C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaban allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:
S. «¿Así contestas al sumo sacerdote?»
C. Jesús respondió:
+ «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?»
C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:
S. «¿No eres tú también de sus discípulos?»
C. Él lo negó, diciendo:
S. «No lo soy.»
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:
S. «¿No te he visto yo con él en el huerto?»
C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:
S. «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?»
C. Le contestaron:
S. «Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.»
C. Pilato les dijo:
S. «Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.»
C. Los judíos le dijeron:
S. «No estamos autorizados para dar muerte a nadie.»
C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús le contestó:
+ «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»
C. Pilato replicó:
S. «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»
C. Jesús le contestó:
+ «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»
C. Pilato le dijo:
S. «Conque, ¿tú eres rey?»
C. Jesús le contestó:
+ «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»
C. Pilato le dijo:
S. «Y, ¿qué es la verdad?»
C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:
S. «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
C. Volvieron a gritar:
S. «A ése no, a Barrabás.»
C. El tal Barrabás era un bandido. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. «Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.»
C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color purpúra. Pilato les dijo:
S. «Aquí lo tenéis.»
C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:
S. «¡Crucifícalo, crucíficalo!»
C. Pilato les dijo:
S «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él.»
C. Los judíos le contestaron:
S «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios.»
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:
S. «¿De dónde eres tú?»
C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:
S. «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?»
C. Jesús le contestó:
+ «No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.»
C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S. «Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César.»
C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:
S. «Aquí tenéis a vuestro rey.»
C. Ellos gritaron:
S. «¡Fuera, fuera; crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «¿A vuestro rey voy a crucificar?»
C. Contestaron los sumos sacerdotes:
S. «No tenemos más rey que al César.»
C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.» Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:
S. «No, escribas: "El rey de los judíos", sino: "Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos."»
C. Pilato les contestó:
S. «Lo escrito, escrito está.»
C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:
S. «No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.»
C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
+ «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
C. Luego, dijo al discípulo:
+ «Ahí tienes a tu madre.»
C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:
+ «Tengo sed.»
C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
+ «Está cumplido.»
C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.» Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
Palabra del Señor
 
HOMILIA
 
La Liturgia de este día, el más triste día de todo el año, nos lleva a contemplar el misterio de la Pasión y Muerte de Jesús. El ambiente en el Templo está preparado para simbolizar el dolor de este día, mostrándonos los conmovedores sufrimientos a los que estuvo sujeto nuestro Señor, al cargar con nuestras culpas para redimirnos.

Recordemos que fue El -Cristo Jesús- Quien, siendo inocente de toda culpa, pagó nuestro rescate a un altísimo precio: su propia vida, para que nosotros -cada uno de nosotros- fuera liberado del secuestro en que estábamos a causa del pecado original y a causa de los pecados que nosotros mismos hemos ido añadiendo a la culpa inicial de nuestros primeros progenitores.

Todos estos sufrimientos descritos en las lecturas de hoy, pesaban sobre el corazón acongojado de Jesús, mientras oraba al Padre. A estas traiciones, negaciones y soledades, se añadían las faltas, culpas y pecados de cada uno de nosotros. Todo esto pesaba sobre el Corazón de Jesús y le llevaba a sentir esa “tristeza mortal” que le refirió a sus Apóstoles. Pero la mayor y más profunda tristeza fue la de saber cuán desperdiciados serían los sufrimientos de su Pasión y de su injusta y desgarrante muerte en la Cruz.

Y ¿por qué hablamos de desperdicio? Porque desperdicio es el desprecio que hoy muchos hacen a todas las gracias que Jesús obuvo para todos nosotros con su muerte en la cruz. Desperdicio es desaprovechar cualquiera de las gracias de salvación, todas esas gracias innumerables -infinitas- que nos regalo Cristo con su muerte ... gracias que nosotros dejamos de aprovechar cuando no queremos escucharlo … cuando no queremos seguirle ... cuando no queremos adaptarnos a la Voluntad de Dios ... cuando queremos hacer las cosas a nuestro estilo y de acuerdo a nuestros propios criterios ... al creernos tan grandes y tan importantes ... cuando creemos que podemos nosotros disponer nuestra vida a espaldas de El ... etc., etc., etc.

Y Jesucristo nos muestra lo contrario a todo esto con su Pasión y Muerte que hoy recordamos. El fue obediente hasta la muerte ... ¿Y nosotros? ¿Somos obedientes a la Voluntad de Dios? ¿Somos humildes, reconociéndonos que n a d a s o m o s ... sin Dios ... que nada podemos sin El?

Jesús se nos muestra abatido, vencido por la debilidad, para justamente destruir nuestro orgullo -esa tendencia tan fuerte que tenemos todos los seres humanos y que está en la raíz misma de cada pecado que cometemos … porque orgullo es querer hacer las cosas a mi manera y no a la manera de Dios … y eso precisamente es el pecado: yo hago lo que yo quiero, no lo que Dios quiere.

En cambio Jesucristo nos enseña otra cosa: El se mostró fracasado ante la injusta persecución a que fue sometido, para enseñarnos humildad y obediencia ante los designios de Dios Padre ...

¿Y nosotros? ¿Qué pensamos del sufrimiento? ¿Qué pensamos de ese mandato del Señor en que nos anuncia que nuestro camino debe ser igual al suyo? ¿Qué pensamos de aquellas palabras de Jesús “el que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”?

¿Qué pensamos de este mandato del Señor? ... ¿Lo seguimos? ... ¿Realmente? ... ¿Nos negamos a nosotros mismos y tomamos esa cruz que el Señor nos ofrece para seguir sus pasos? ... ¿O más bien al primer indicio de sufrimiento o de exigencia nos oponemos, cuestionamos a Dios, rechazamos sus designios y hasta lo rechazamos a El por considerar que es “injusto” con nosotros?

¿Pero ... es que no recordamos que el cristiano es seguidor de Cristo? ¿Y en qué debemos seguir a Cristo? ... Pensémoslo bien: seguir a Cristo es seguirlo en todo ... Y ¿qué nos muestra Cristo el Viernes Santo? Nos muestra que seguirlo a El es seguirlo también en el dolor y en el sufrimiento, en la exigencia.

Ciertamente, el sufrimiento humano no es querido por Dios. Recordemos que el sufrimiento entró en el mundo a causa del pecado del hombre. Sin embargo Dios permite el sufrimiento para la salvación del hombre. Y Dios puede sacar -como de hecho lo hace- un bien de un mal. Recordemos que los proyectos de Dios para cada uno de nosotros son infinitamente mejores que los que nosotros podamos proponernos ... pero a veces resultan incomprensibles, pues no estamos en sintonía con Dios, sino con nosotros mismos y con las cosas terrenas.

Recordemos que Dios nos ama ... y que nos ama infinitamente. Al estar seguros de ese Amor Infinito de Dios nuestro Padre ... y estando en sintonía con El a través de una oración sincera, a través de una oración entregada a su Voluntad, podemos estar confiados -incluso en los momentos más difíciles y más dolorosos de nuestra vida- porque aquella desgracia, aquella enfermedad, aquel contratiempo, aquella persecución, aquella exigencia -estamos seguros- forma parte del plan maravilloso de Dios para nuestra salvación.

El camino de Cristo hacia el Calvario y la esperanza de su Resurrección nos muestra el camino que hemos de recorrer nosotros: no es en el triunfo terreno, no es en las glorias humanas, donde está la salvación. Es en el sacrificio de uno mismo, en la muerte de uno mismo, donde está el triunfo de la Resurrección y de la Vida Eterna.



Introducción del Celebrante para la Oración Universal
Reunidos todos nosotros al pie de la cruz, rogaremos ahora por las grandes necesidades de la Iglesia y del mundo, ya que nos acordamos hoy de que Jesús dio su vida para que todos sean salvados y reunidos en su cuerpo, la Iglesia.


Introducción del Celebrante al Rito de Veneración de la Cruz
Vamos a venerar ahora la cruz del Señor. Quizás parezca bastante extraño, pero venerar la cruz no significa, aun en este Viernes Santo, llorar la muerte de Jesús. Es cierto, estamos tristes y afligidos porque nuestros pecados causaron su muerte; sin embargo hoy aclamamos y besamos la cruz, como el signo de la victoria de Jesús sobre el pecado y sobre la muerte, y, por lo tanto, la cruz se convierte para nosotros en el signo de nuestra liberación. Jesús resucitó de entre los muertos y está vivo y resucitado. Por tanto, nosotros podemos resucitar espiritualmente y estar vivos para el perdón y la alegría, para la vida y la esperanza.



Introducción al Rito de Comunión
Ante nosotros yace el cuerpo destrozado
de nuestro Señor Jesucristo.
Él no vivió para sí; tampoco murió para sí.
Vivió y murió por y para nosotros.
Él mismo nos invita ahora
a tomar y comer su cuerpo en su memoria,
a compartir su pasión y muerte
y a resucitar con él
a una vida cristiana más profunda.
Él nos invita también
a partir y compartir el pan unos con otros.
Oremos ahora con Jesús a nuestro Padre del cielo:
R/ Padre nuestro…


Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y danos la paz en nuestros días.
Por tu misericordia, guárdanos libres de pecado
y renueva con nosotros tu Alianza
por el amor con el que tu Siervo Sufriente
murió hoy en la cruz por nosotros,
con la alegre esperanza de resucitar de nuevo
como nuestro glorioso Salvador Jesucristo.
R/ Porque tuyo es el reino…


Invitación a la Comunión
Así dice el Señor:
Si el grano de trigo no se entierra,
permanece un solo grano;
pero si muere, produce abundante fruto.
(Alzando la hostia)
Éste es el cuerpo de nuestro Señor
que murió en la cruz
para ser nuestra fuente de vida.
Dichosos nosotros invitados
a la Cena de la vida y del perdón.
R/ Señor, no soy digno…

Oración después de la Comunión
Señor Dios, Padre misericordioso:
Te damos gracias por amarnos tanto
que entregaste a tu único Hijo Jesucristo
para regenerarnos con nueva vida
por su muerte y triunfante resurrección.
Continúa dándonos la fuerza
para vencer en nuestras luchas
contra el pecado y el mal;
y para llevar nuestras cruces en la vida
junto con tu Hijo.
Haz que creamos firmemente
que tú quieres que vivamos una vida nueva
y que te prestemos siempre fiel y dedicado servicio.
Ayúdanos a darnos generosamente unos a otros
por medio de Jesucristo nuestro Señor.


Oración de Bendición sobre el Pueblo
Señor Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo:
Bendice a tu pueblo reunido aquí ante ti,
en este Viernes Santo.
Que tu Hijo no haya muerto por nosotros en vano.
Envíanos a nuestros hogares con la certeza
de que nuestros pecados están perdonados,
de que podemos vencer el mal
y de que la muerte no es el final de todo.
Danos a tu Hijo glorioso y resucitado
como nuestro compañero en el camino de la vida,
para que nos ayude a crecer en tu vida eterna
y para dar testimonio a todo el mundo
de que él vive entre nosotros
como nuestro Señor y Salvador,
por los siglos de los siglos.
 
HERMANO JUAN PABLO CORC+OBISPO JUAN DAVID FALCON