¡NO TENGAIS MIEDO!!! YO ESTOY Y ESTARE PARA SIEMPRE CON VOSOTROS! (cf Jn 14, 16-17).

miércoles, 29 de septiembre de 2010

La seducción de Jesús


"El verdadero cristiano es alguien que ha experimentado, como Jeremías, una seducción: la seducción de Jesús. Y que pretende alcanzar a Cristo, como San Pablo, porque reconoce que ha sido previamente alcanzado por El "( Flp 3, 12)


«Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?» (Mt 16, 15).

Saber preguntar es todo un arte. Y el buen maestro conoce y tiene el arte de saber preguntar. Para abrir camino, para inspirar confianza, para dar seguridad al alumno, normalmente comienza haciendo una pregunta fácil.


Asi se comportó Jesús muchas veces. En Cesarea de Filipo, hizo una primera pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?»(Mt 16,13). La pregunta era fácil de contestar. Por eso, los discípulos respondieron a coro. Pero a Jesús esta pregunta sólo le interesaba como «pretexto» y como punto de partida para otra, mucho más importante y comprometedora. Una vez que los discípulos le manifestaron las distintas opiniones que corrían acerca de él, Jesús pasó a la pregunta decisiva: «Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?»(Mt 16, 15).


Ahora los discípulos se callaron. Sólo Pedro respondió. e hizo una verdadera profesión de fe, afirmando sin vacilaciones la «identidad» de Jesús: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16). Esta confesión y este reconocimiento explícito de la verdadera «identidad» de Jesús fue, para Pedro, una auténtica vivencia, en el sentido riguroso de esta palabra. Y le llevó a conocer su propia «identidad» y su misión, revelada por el mismo Jesús. Conocer de verdad a Cristo fue, para Simón Pedro, conocerse también a sí mismo. La revelación de Jesús supuso, de hecho, su propia revelación.

Preguntas actuales

Las preguntas de Jesús siguen siendo actuales. Son preguntas dirigidas a cada uno de nosotros, que resultan insoslayables, estrictamente personales, y que nadie puede responder por otro, sino que cada uno tiene que contestar desde sí mismo y por sí mismo. Pero con una respuesta no aprendida de memoria, sino nacida de la propia experiencia, como en el caso de Pedro.


Tampoco nadie puede negarse a contestar, porque sería lo mismo que responder mal, como sucede en un examen. No definirse, en el ámbito de la fe, es la manera más cobarde de definirse en contra.


La total indiferencia y la absoluta neutralidad son realmente «imposibles» con respecto a Jesucristo. Frente a Él, sólo caben la aceptacion o el rechazo. No hay término medio. «El que no está conmigo, dijo abiertamente Jesús, está contra mí. Y el que conmigo no recoge, desparrama» (Mt 12, 30). Jesús se dirige hoy a cada hombre -a cada uno de nosotros- con la misma pregunta, personal e insoslayable: «Y tú, ¿quién dices que soy Yo?». ¿Quién soy Yo para ti? ¿Qué soy y qué significo Yo en tu vida?


Y cada uno tiene -tenemos- que saber dar a esta pregunta una respuesta convencida y convincente, aprendida del Padre que está en los cielos (cf Mt 16, 17), que es el único que conoce la verdadera identidad de Jesús (cf Lc 10, 22).

«Y tú, ¿quién dices que soy Yo?» …puedes responder?

Si no podemos responder, como Pedro, desde una vigorosa experiencia personal, con verdadera conviccion, respondamos desde la fe de la Iglesia, que cada uno de nosotros gratuitamente hemos recibido; y convirtamos esa misma pregunta en petición y en súplica hacia el Senor…y en una oración confiada, intima, personal, pidamos a Cristo nos conceda la gracia de experimentarlo de verdad. Distinguiendo cuidadosamente entre CREER-que es conocer con certeza, pero sin evidencia- y SABER -que es conocer por una íntima y verdadera experiencia…y asi sin seguir traicionando y engañando a nuestro Corazon, con una elemental honradez reconocer ante El nuestra realidad espiritual, disponiendonos y abandonandonos en sus manos, para que El, con libertad total pueda infundir en nosotros, por medio de su Santo Espiritu, esa Fe inquebrantable que nos permita ver , reconocer y gritar con cabal certidumbre: Que Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre, que Cristo es el Amor, la Verdad, la Vida, la Libertad, la Salvacion, que es el sentido ultimo y la razon total de nuestra existencia…vamos! Que es nuestra Felicidad plena y verdadera!.
Asi sea…
El que tenga oidos …que oiga.


Cristo vive!! Revdmo. David Falcon

lunes, 27 de septiembre de 2010

Lc 20,27-38: "¡Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Él todos están vivos!"


Algunos saduceos acudieron a ver a Jesús. Los saduceos niegan que haya resurrección de los muertos, y por eso le preguntaron a Jesús: Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre casado muere sin haber tenido hijos con su mujer, el hermano del difunto deberá tomar por esposa a la viuda para darle hijos al hermano que murió. Pues bien, había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó, pero murió sin dejar hijos. El segundo y luego el tercero se casaron con la viuda, y lo mismo hicieron los demás, pero los siete murieron sin dejar hijos. Finalmente murió también la mujer. Así pues, en la resurrección, ¿cuál de ellos la tendrá por esposa, si los siete estuvieron casados con ella?



Jesús les contestó: En este mundo, los hombres y las mujeres se casan; pero los que merezcan llegar a aquel otro mundo y resucitar, sean hombres o mujeres, ya no se casarán, por lo mismo que tampoco podrán morir. Serán como los ángeles, y serán hijos de Dios por haber resucitado. Hasta el mismo Moisés, en el pasaje de la zarza ardiendo, nos hace saber que los muertos resucitan. Allí dice que el Señor es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. ¡Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos están vivos!


REFLEXION


Se acerca ya la fecha (noviembre) en la cual el ambiente se impregna de aroma de flores, inciensos…vemos los cementerios iluminados con velas y una multitud de hermanos y hermanas rezando y velando a sus muertos… Pero la sagrada escritura nos declara muy tajantemente que "Dios es un Dios no de muertos, sino de vivos..."


Jesús nos dijo: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia..." Es tal la grandeza de la Vida que el Señor nos da , nos trae, que nos sirve para esta vida y para la otra. Sí; escucharon bien, y para la otra...


Resulta que muchas personas que dicen tener mucha fe, creer en Dios, y todas las demás cosas propias de los cristianos, dicen tener miedo a la muerte y, si le recuerdas la otra vida, te dirán que eso nadie lo sabe, que nadie ha vuelto...


Es verdad que los sacerdotes predicamos poco sobre la vida eterna. Sera que cuando se hacía con gran empeño las personas optaron por afianzarse tanto a esa vida venidera que se olvidaron de la que nos amanece cada día? O sera que no hemos entendido el mensaje central de nuestro Amado Cristo?.


Saben… la vida cristiana es una cuestión de equilibrios constantes entre el "ya pero todavía no”...Hoy por hoy, a mi mismo me han preguntado, (y aprovecho para agradecer sus comentarios, preguntas y sugerencias) si estoy obsesionado por la inmortalidad, por la vida, por la resurreccion…pues en esta web, toda la predicacion y reflexiones, hasta ahora estan relacionadas y centradas en estos temas…yo les pregunto, hay algo mas importante que la vida?


Se acercan a Jesús un grupo de saduceos que negaban la resurrección de los muertos. Se acercan con una pregunta con doble intención. Ya saben ustedes que las personas que están predispuestas a negar las verdades religiosas, en muchas ocasiones, tratan de ridiculizarlas. Así hicieron nuestros amigos saduceos.


Citan a Jesús la "Ley del levirato" (Dt 25, 5-10) y le ponen un ejemplo práctico para la aplicación de esta ley. Siete veces quedó viuda una mujer.


En la otra vida ¿Quién será su verdadero esposo?... ¿el primero? ¿el quinto...?


El Maestro les contesta que la condición de los hijos de Dios en el cielo, después de la resurrección, será muy diferente de la condición que tenemos en este mundo.


Hablar de la muerte, a muchos no les agrada…y es que desde pequenos, nuestros padres y la sociedad en general, la han relacionado con oscuridad, miedo, espanto…terminacion, fin, muchos ni querrian hablar del tema o escuchar de el, por temor a tener pesadillas por las noches...


Muchos otros la muerte la conocen porque la ven en otros, pero todos siguen sin entenderla y continua siendo una pregunta sin respuesta...


Hay muchas personas que esperan la otra vida con desesperación, dejando de vivir esta que ya tienen. Anhelan la otra porque la de aquí no les satisface. Se olvidan que ya el cielo (el estar con Dios) comienza desde aquí, ahora. Sólo tenemos que esperar después de la muerte que sea eterno. No se puede ambicionar la vida eterna cuando esta vida terrenal se vive lejos de Dios...


En la vida eterna ya no se morirá por eso no hace falta la reproducción. Donde no hay muerte, no se necesita sucesión.


Allí los seres humanos serán "como ángeles". No dice que serán ángeles, pues el cuerpo resucitado y glorioso no dejará de ser cuerpo, mientras que los ángeles son espíritus incorpóreos.


Tendremos un "cuerpo espiritual". No significa que el cuerpo se convierta en espíritu, sino que será totalmente gobernado y movido por el Espíritu.


Los cristianos tenemos un convencimiento profundo: Existe otra vida después de ésta. Pero sería absurdo explicar aquella realidad con los elementos de nuestra vida presente. Tenemos que entrar en la terminología de Dios para ver y entender estas realidades espirituales.


Es una pena que nuestras Iglesias se llenen para los funerales, muchas veces como compromiso social y otras para agarrarse a algo. Nuestros templos, en cambio, se quedan medio vacíos cuando celebramos la Resurrección. No es fácil hablar de estos temas cuando no se tiene en el corazón la seguridad de la presencia de quien nos espera más allá de la frontera del dolor de la separación.


Toda la existencia de Jesús estuvo llena de Vida. Su nacimiento y milagros, sus Palabras y acciones, sus intenciones y deseos, todo respiraba vida. Hoy nuestra fe en Él tiene que revitalizarse y eso lo podemos y tenemos que hacer desde el Espíritu que da Vida y Vida en abundancia.


Tenemos necesidad de encontrarnos con Cristo en el camino de esta vida para que cuando estemos en su presencia en la otra no nos resulte un desconocido. El infierno comienza cuando en esta vida estamos ante la presencia de Dios y no le reconocemos por nuestra humana mediocridad.


Sólo la fuerza de la fe, el impacto de la Palabra y el fruto de las obras del Espíritu serán capaces de irnos revelando quién está detrás de todos los misterios.Y nos daran asi la seguridad que necesitamos para enfrentar nuestra muerte y la de nuestros seres queridos, con dignidad, alegria y esperanza. Sintiendonos preparados para disfrutar de la vida eterna, que Cristo nos promete.


Nuestro "yo" profundo que llamamos "alma", ya desde el momento de la muerte, va a reunirse con Cristo en una vida glorificada y feliz. Tal es nuestra condición de peregrinos en la Tierra.


Los frutos del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, positivismo, union, bondad... nos irán mostrando el camino para ese encuentro gozoso con el Señor. Los sacramentos serán auxiliares imprescindibles en el caminar junto a Jesús.


Mientras tanto, siguen resonando en mi interior una de las palabras de Jesús dijo en la cruz: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso". Toda mi vida he intentado mantener ese "Hoy" en la presencia de Jesús. Cuando llegue ese encuentro definitivo no quiero que Dios me encuentre en el ayer de mi vida. Sólo hoy, en este día que estoy viviendo, sé que puedo ser feliz con mi Señor. La eternidad me espera y yo la espero en el Señor.

Estoy obsesionado por la vida?...estoy loco y obsesionado por mi Amado Dios, que es Vida…y Vida en abundancia…Vida Eterna!!!. Amen.


El que tenga oidos…que oiga.


Cristo vive!! Revdmo. David Falcon
 +++

1. ¿Cómo concibes la muerte? ¿Con miedo, pena, rabia...?

2. ¿Crees en la vida eterna? ¿Qué es para ti?
3. ¿Puede una persona ser cristiana sin creer en la resurrección?
4. ¿Cómo te da vida Jesús cada día en tu vida?
5. ¿Cómo das testimonio de tu fe en esta vida?

sábado, 25 de septiembre de 2010

Lectura y Homilia del Domingo 26 de Septiembre del 2010

DOMINGO 26 DE SEPTIEMBRE DEL 2010
 Primera lectura
Lectura de la profecía de Amós (6,1a.4-7):
Así dice el Señor todopoderoso: «¡Ay de los que se fían de Sión y confían en el monte de Samaría! Os acostáis en lechos de marfil; arrellenados en divanes, coméis carneros del rebaño y terneras del establo; canturreáis al son del arpa, inventáis, como David, instrumentos musicales; bebéis vino en copas, os ungís con perfumes exquisitos y no os doléis del desastre de José. Pues encabezarán la cuerda de cautivos y se acabará la orgía de los disolutos.»
Palabra de Dios


Salmo
Sal 145,7.8-9a.9bc-10
R/.Alaba, alma mía, al Señor


Él mantiene su fidelidad perpetuamente,
él hace justicia a los oprimidos,
él da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.


El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R/.


Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (6,11-16):
Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos. En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él honor e imperio eterno. Amén.
Palabra de Dios


Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (16,19-31):
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahám. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahám, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahám, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahám le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahám le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahám. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahám le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."»
Palabra del Señor


HOMILIA


Salvando distancias, uniendo personas
Los bienes de este mundo nos dan placer y gusto. Con ellos disfrutamos más. O eso nos parece. O de eso nos intenta convencer continuamente la publicidad que nos rodea por todas partes. Se nos asegura que usando el coche A o el perfume B o la ropa C vamos a ser más felices, los demás nos van a respetar más, etc. En definitiva, se supone que los bienes nos dan la seguridad de que carecemos; sentirnos respetados y admirados por los demás, tener un estatus en la sociedad, disponer de los recursos necesarios para satisfacer nuestras necesidades y deseos, todo eso nos hace sentir seguros y confiados.


Los pobres son los que carecen de todo eso. Tienen nada o muy poco. Carecen de seguridad y no disponen de los recursos que les permitirían labrarse un futuro mejor y más seguro. Entre los pobres y los ricos se abre una gran brecha. Aunque vivan en las mismas ciudades, unos y otros saben muy bien dónde está su lugar y entienden que es mejor que no frecuenten los lugares de los otros. Un rico en un barrio muy pobre se sentiría inseguro; pero lo mismo sucedería con un pobre que se hubiera metido en una fiesta de los ricos.


Los de arriba y los de abajo
¿Se acuerdan de la película “Titanic”? Allí se habla continuamente de arriba y abajo. Los de arriba viven en lujosos camarotes y reproducen en el barco la vida que hacen en sus magníficas mansiones de tierra firme. Pasean, toman el te, cantan himnos en la Iglesia y se tratan con toda educación. Los de abajo están hacinados en camarotes miserables, comen mal y hacen fiestas muy poco educadas. Cuando el protagonista, que pertenece abajo, es invitado a participar en la cena de los de arriba, se ve perfectamente que está fuera de lugar; de hecho, no se le deja volver. Cuando la protagonista, que es de arriba, baja a la fiesta de los de abajo también tarda en situarse y sentirse como en casa.


Se diría que entre arriba y abajo hay una gran distancia. Es lo mismo que se ve en el Evangelio. Pero es una distancia ampliada. Me explico: en la primera parte del Evangelio se ve la distancia que hay entre el rico que banquetea todo el día espléndidamente y el mendigo que está echado en el portal, cubierto de llagas. Es ya una distancia casi insalvable.


Pero esa distancia se encuentra también en la segunda parte del Evangelio. Ahí nos encontramos con que la suerte ha cambiado. Lázaro está en el seno de Abrahám. Ha ido al cielo. En ningún momento se ha dicho que fuera santo ni bueno, ni virtuoso. Simplemente se dice que la suerte se invierte en el otro mundo. Al que le tocaron males en este, le tocan bienes allá, y viceversa. Porque encontramos que el rico también ha muerto pero le ha tocado en suerte el descenso al infierno (de nuevo nos encontramos con un arriba y un abajo) con todos los padecimientos que eso comporta.


Urgente, aquí y ahora
La distancia sigue siendo grande,  pero no tanto que impida el diálogo entre el rico y Abrahám. El rico pide consuelo. En primer lugar, para él –una gota de agua que le refresque– pero sin obtenerlo. Abrahám es duro en su respuesta. No hay nada que recibir puesto que ya recibió todo en vida. Y además se nos aclara otra cuestión: la distancia en el más allá entre arriba y abajo, entre el cielo y el infierno, no es tanto como para impedir la comunicacion verbal o visual pero si como para que nadie pueda cruzar el abismo inmenso que separa las dos partes.


Ahí es donde el rico empieza a pedir que se mande aviso a sus hermanos que llevan el mismo camino que él –también les había tocado arriba en el mundo–. Abrahám vuelve a ser duro en su respuesta: ya tienen a Moisés y a los profetas. Ni un muerto resucitado les haría cambiar de vida.


No hay mucho más que decir. Estamos aquí y ahora. Nos ha tocado arriba o abajo. Posiblemente eso no depende de nosotros. Pero de nosotros depende salvar ese abismo mientras que es franqueable. Hoy y aquí podemos dejar el banquete y acercarnos a los que les ha tocado la peor parte y comenzar una nueva historia en la que se difuminen las fronteras.


Tenemos que preguntarnos en qué, dónde, hemos puesto nuestra confianza (primera lectura). Y aceptar el consejo de Pablo en la segunda lectura. Más nos vale practicar la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza... Todo eso es lo que nos abre al hermano, lo que rompe las distancias. Esa es nuestra tarea aquí y ahora. Eso es el Reino de Dios. Y es urgente…


O somos tan ciegos...que no hacemos caso...”ni aunque resucite un muerto”?


Pues ya resucito!!!...siii, o…todavia no lo sabes??  No lo sientes??...no lo vives??


El que tenga oidos..que oiga


Cristo vive!!              Revdmo David Falcon

martes, 21 de septiembre de 2010

PARABOLA :"¿Vas a tener tu envidia porque yo soy bueno?"


Aprendan algo del Reino de los Cielos. Un propietario salió de madrugada a contratar trabajadores para su viña. Se puso de acuerdo con ellos para pagarles una moneda de plata al día, y los envió a su viña. Salió de nuevo hacia las nueve de la mañana, y al ver en la plaza a otros que estaban desocupados, les dijo: Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo”. Y fueron a trabajar. Salió otra vez al mediodía, y luego a las tres de la tarde, e hizo lo mismo. Ya era la última hora del día, la undécima, cuando salió otra vez y vio a otros que estaban allí parados. Les preguntó: “¿Por qué se han quedado todo el día sin hacer nada?” Contestaron ellos: “Porque nadie nos ha contratado.” Y les dijo: “Vayan también ustedes a trabajar en mi viña. ”Al anochecer, dijo el dueño de la viña a su mayordomo: “Llama a los trabajadores y págales su jornal, empezando por los últimos y terminando por los primeros.” Vinieron los que habían ido a trabajar a última hora, y cada uno recibió un denario (una moneda de plata). Cuando llegó el turno a los primeros, pensaron que iban a recibir más, pero también recibieron cada uno un denario. Por eso, mientras se les pagaba, protestaban contra el propietario. Decían: “Estos últimos apenas trabajaron una hora, y los consideras igual que a nosotros, que hemos aguantado el día entero y soportado lo más pesado del calor.” El dueño contestó a uno de ellos: “Amigo, yo no he sido injusto contigo. ¿No acordamos en un denario al día? Toma lo que te corresponde y márchate. Yo quiero dar al último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a llevar mis cosas de la manera que quiero? ¿O será porque soy generoso y tú envidioso?”

Así sucederá: los últimos serán primeros, y los primeros serán los últimos.”


¿Qué voy a obtener por seguir a Jesús? ¿Qué voy a ganar por seguirle?
Estas preguntas bien se las puede hacer cualquier persona que en este tiempo sea invitada a la conversión al Señor. Ya saben ustedes que en el mundo de hoy nadie hace nada por nada…


En la parábola de hoy se nos explica las recompensas que recibiremos en ese seguimiento.


La jornada judía de aquel entonces comenzaba a las 6 de la mañana, al amanecer, y desde entonces se contaban las horas hasta las 6 de la tarde, que es cuando oficialmente empezaba el nuevo día.
La paga de los jornaleros de la época era el equivalente de nuestra moneda actual (unos seis centavos de dólar americano) al día. Esta era una cantidad, como hoy, totalmente insuficiente. Un día sin trabajo era una auténtica desgracia, ya que significaba que al vivir al día, esa jornada no podrían ni comer tanto el trabajador ni su familia. El Evangelio de hoy toca estos dos aspectos y los proyecta a la dimensión del reino de Dios.


Cuantas veces vemos en nuestra Iglesia, grupos cristianos, movimientos eclesiales, a personas, hermanos y hermanas en la fe, que llevan toda una vida trabajando por los demás; ya se han acoplado tan bien a la dinámica eclesial que se consideran dueños y señores de lo que hacen. Cuando se dan estos casos a los nuevos, los creyentes que están estrenando su fe, los ven como una amenaza, piensan…” me vienen a quitar el puesto con todo lo que yo he hecho por esto… “


Es una actitud muy humana, pero poco cristiana. Tenemos que acostumbrarnos a saber que nuestra vida entregada en cristiano, es desgastarse por los demás, sin encumbrarnos, sin creernos más que los otros, sin esperar nada a cambio, sin despreciar a los nuevos en la fe y sus inexperiencias… Tener un corazón acogedor es el primer requisito para trabajar en los campos del Señor.


Jesús en esta parábola nos ayuda a entender cuál debe ser nuestra actitud y cuál es la actitud de Dios.


La recompensa por la fe será dada al creyente, no según el tiempo en que se haya convertido, ni según la edad en que se convirtieron, sino según la medida o estatura espiritual que hayan alcanzado en Cristo. La Parabola de hoy nos habla de un contrato y de la paga estipulada.


¿Estás de responsable en alguna actividad eclesial? ¿La vives con espiritu de servicio? ¿Cómo te sientes a la llegada de algún miembro nuevo: intranquilo, con miedos, con celos, con envidias…?


Los jornaleros de la parábola se quejan no porque se les pagara menos de lo que les pertenecía, sino de que hiciese a los demás iguales a ellos. Eso es lo que ocurre con muchos agentes de pastoral de toda la vida. Ya va siendo hora que establezcamos los tiempos en nuestros grupos para que una persona deje paso a otra con la misma alegría con la que recibió el primer encargo.


El murmurador no tenía razón de quejarse de que los últimos hubiesen recibido el mismo pago, al haber venido tan tarde, pues no habían venido antes por la sencilla razón de que no habían sido llamados antes.


Todas las personas son iguales ante Dios, da igual el que ha recibido la gracia de la fe en la infancia que en la edad adulta. Cada uno tendrá que dar un fruto proporcional al momento de ser llamado, no antes. Para quien sigue al Señor, la vida, el atardecer, no termina ni demasiado pronto ni demasiado tarde.


La paga final que nos dice la Palabra nos hace caer en la cuenta que no es la cantidad de servicio lo que cuenta, sino el amor con el que se hace.


Todo lo que Dios nos da nos lo da por su gracia, sin nosotros merecerlo. Lo que Dios da no es paga, sino regalo; no es un salario, sino una gracia.


El cristiano no va buscando un salario sino que debe trabajar por el gozo de servir a Dios y a sus semejantes. En el trabajo de evangelizador no se puede pensar en términos de compensaciones. Todos tenemos que aprender de la bondad de Dios y entregarnos a la pastoral y a la vida diaria con alegria , por el solo gusto de servir


Trabajar por el Evangelio es un honor. Es un honor sentirse llamado a participar en la aventura de acercar a los demás a la presencia de Dios.

1. Cómo trabajador o como empresario cristiano ¿Cómo te ves? ¿Eres una persona justa ?
2. ¿Te sientes dueño del trabajo pastoral que haces? o ¿Te sientes un enviado del Señor y de tu comunidad para servir a los demás?
3. ¿Eres una persona acogedora?
4. ¿Qué esperas recibir de Dios en tu vida?
5. ¿Qué haces por los demás de una manera verdaderamente desinteresada?


El que tenga oidos… que oiga


Cristo Vive!!! Rvdmo. David Falcon

sábado, 18 de septiembre de 2010

Lectura y Homilia del Domingo 19 de Septiembre del 2010

DOMINGO 19 DE SEPTIEMBRE DEL 2010



Primera lectura
Lectura de la profecía de Amos (8,4-7):
Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo:«¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?» Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo. Jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones.
Palabra de Dios


Salmo
Sal 112,1-2.4-6.7-8
R/. Alabad al Señor, que alza al pobre


Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R/.


El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se baja para mirar al cielo y a la tierra? R/.


Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo. R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2,1-8):
Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan cargos, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro. Eso es bueno y grato ante los ojos de nuestro Salvador, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: éste es el testimonio en el tiempo apropiado: para él estoy puesto como anunciador y apóstol –digo la verdad, no miento–, maestro de los gentiles en fe y verdad. Quiero que sean los hombres los que recen en cualquier lugar, alzando las manos limpias de ira y divisiones.
Palabra de Dios


Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (16,1-13):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido." El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa." Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?" Éste respondió: "Cien barriles de aceite." Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta." Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Él contestó: "Cien fanegas de trigo." Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta." Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.»
Palabra del Señor


HOMILIA


Parece evidente: lo que es de uno es de uno. Sin embargo, según el Evangelio, la propiedad privada no es para nadie un derecho incondicional y absoluto. Que esto es así, lo podemos ver este domingo en la parábola de San Lucas sobre el mal administrador, o también, sobre el dinero injusto. Seguramente, al escuchar la parábola, hay una serie de cosas que no se entienden y surgen interrogantes: ¿No se tratará de un despido improcedente? ¿Es justa la astucia del administrador que hace favores con dinero que no es suyo? ¿Qué significa eso de hacerse amigos con el dinero injusto? ¿Acaso tenemos un dinero que es injusto?


Ya de entrada la parábola nos presenta dos figuras clave: el dueño y el administrador. Al dueño le llega la denuncia de una mala gestión: El administrador derrochaba sus bienes. De cara a la práctica, surgen algunas preguntas:  ¿Puede uno quedar despedido (fuera de la comunión, fuera de la comunidad) por cuestiones de dinero? ¿Cómo me sitúo ante el dinero, como dueño o como administrador? O sea, lo mío ¿es mío?


En la parábola, la denuncia tiene fundamento y el despido es inevitable. El administrador se puso a echar sus cálculos: ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Y empezó a hacer rebajas a los deudores de su amo. ¿Debes cien barriles de aceite? Escribe cincuenta. ¿Debes cien fanegas de trigo? Escribe ochenta. Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido.
Está claro, el dueño es generoso, y además, alaba al administrador, que incluso hizo un buen negocio. Se enfrentan aquí el juicio del mundo y el juicio del evangelio. Si ante lo que -según la lógica del mundo- es mío, me sitúo como dueño, entonces, cuando doy algo, doy lo que es mío. Si me sitúo como administrador, entonces, cuando doy algo, doy lo que no es mío. Por eso dice el Señor: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.


La parábola concluye con esta reflexión: El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os fiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, lo vuestro ¿quién os lo dará? Podemos preguntarnos qué es lo importante para nosotros: ¿el vil dinero o lo que vale de veras? También podemos revisar si somos de fiar en lo ajeno, o sea, en lo que no es nuestro, de modo que lo nuestro (que otros tienen) se nos dé.
Al final, se nos plantea una opción de fondo: Ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. El dinero es un dios falso e injusto. El Evangelio nos invita a dar señales claras de que nuestro dios (nuestro dueño, nuestro amo) no es el dinero (ver Mt 6,24). Se da (hoy también) una actitud opuesta, la de los fariseos, amigos del dinero: oyendo estas cosas, se burlaban deJesús.


¿Un administrador injusto?
Esta parábola es bastante sorprendente. Jesús le da la vuelta a una situación paradójica para enseñarnos algo fundamental: que los bienes de este mundo o los utilizamos para crear lazos de fraternidad o son perfectamente inútiles. Pero para llegar a esa conclusión va por un camino del que cuesta entender bien las curvas . La mayoría de nosotros diría de entrada que no se puede alabar a ese administrador, que es un administrador “injusto” –de hecho así se ha denominado tradicionalmente la parábola: “del administrador injusto”– y que su comportamiento es reprobable. En nuestros días merecería que le juzgaran y le condenaran a devolver el dinero a su dueño y a pasar unos cuantos años en la carcel. Lo del dinero no es asunto de poca importancia en nuestro mundo. Tenemos perfectamente claro quién es el dueño y propietario. Siempre hay papeles que lo atestiguan. Nadie se debe apropiar de lo que no es suyo... según los papeles. Porque a veces la realidad es otra. A veces no son los mismos los derechos escritos que los derechos de verdad. Un ejemplo: cuando Kenia, en África, pasó a formar parte del Imperio Británico, la corona determinó que todas aquellas tierras eran de su propiedad. Y así se puso por escrito; Pero se “olvidó” de que en aquellas tierras había pueblos, personas, familias, que llevaban viviendo en ellas durante siglos. El único problema es que nunca habían hecho “papeles”. Aquello fue un robo descarado. Fue lo que desgraciadamente ha sido y es la historia humana; la historia del poder del más fuerte que se aprovecha de los más débiles, de los pequeños. Así fue aquel Imperio y todos los demás imperios que en la historia ha habido. Lo mismo se puede decir de las naciones, de los partidos políticos, de las empresas...
Ante una situación difícil, hoy meteríamos al administrador injusto en la cárcel. Pero Jesús no quiso hacer una parábola sobre la justicia. Jesús quiere siempre hablar del Reino. Toda su vida estuvo al servicio del Reino, sus palabras y sus obras. Lo de menos en esta parábola es de quién es el dinero o si el administrador está defraudando al amo.
Lo más importante es que el administrador, cuando se encuentra en una situación urgente y delicada –su patrón se había dado cuenta de que le robaba dinero y le echaba del trabajo– toma una decisión que le abre un futuro nuevo: va a utilizar el dinero de su amo no para quedárselo sino para hacerse amigos que le acojan cuando se encuentre en la calle.
Jesús pone al administrador como ejemplo del que se encuentra de golpe en una situación difícil y sabe encontrar una salida. Lo más interesante es que esa salida pasa por hacerse amigos, por construir lazos de fraternidad. En definitiva, la salida pasa por el Reino. Porque lo que salva la vida de una persona no es el dinero que tiene acumulado en el banco o las riquezas materials que pudieramos tener, sino la fraternidad que ha construido en su vida, el amor que ha dado y el que ha recibido. ¿Para qué quiere el administrador el dinero que robó? Probablemente ya se lo había gastado. Pero aquellos clientes de su patrón a los que perdonó parte de sus deudas le abrirían las puertas de su casa. El administrador encontraría una familia que le acogiese. Estaría salvado.


Conclusión: los bienes de este mundo o sirven para crear fraternidad o no sirven para nada, se apolillan y nos apolillan, se pudren y nos pudren a nosotros mismos. No hay banquete de la vida si no se comparte en fraternidad.


Crear fraternidad
Ahora es tiempo de volver a la primera lectura y escuchar la palabra dura del profeta Amós. No es agradable escuchar sus palabras pero son verdad. ¡Ay de todo el que abuse de su hermano! ¡Ay del que haga de los bienes una muralla que le impida la fraternidad! Es posible que se encuentre con una cuenta corriente llena de dinero, pero morirá en la soledad rodeado de sus tesoros, sin una mano amiga cerca. El Señor no olvidará sus acciones porque el Padre de todos no desea sino que vivamos en fraternidad. Romper e impedir la fraternidad no sólo es el mayor pecado sino que, además lleva consigo la peor de las condenas: la muerte en soledad, el aislamiento.


Es tiempo de levantarnos y ponernos en marcha. Es tiempo de usar lo que tenemos al servicio de la fraternidad. Lo mío no es mío sino nuestro y la necesidad del hermano vale más que cualquier título de propiedad. Claro, hay que saber ayudar, y verdaderamente apoyar al que lo necesite.... Aunque el hermano no tenga papeles que acrediten su propiedad, es hermano, hijo del mismo Padre, Dios, y ése es el mayor derecho que se puede tener en este mundo.


El que tenga oidos...que oiga


Cristo vive!!!!                              Revdmo David Falcon


martes, 14 de septiembre de 2010

PARABOLA DEL HIJO PRODIGO

Esta vez quiero detenerme nuevamente en el evangelio de este domingo, y bajo la guia e inspiracion del espiritu de Dios, contestar varias preguntas que seguramente muchos de nosotros nos hemos hecho al leer o escuchar la parabola del hijo prodigo...mucho todavia tenemos que aprender y disfrutar de este festin...de este buffet de sabiduria que nos regala con sus parabolas nuestro amado Cristo Jesus.


Cuando el hijo pródigo pide a su padre la parte de herencia que le corresponde, no hay detrás de eso un simple deseo de un hombre joven por ver el mundo; hay un corte drástico con la forma de vivir y de pensar en que había sido educado, una rebelión desafiante, una huida hacia lugares lejanos en busca de otros ideales. Esa huida representa la gran tragedia de la vida de quienes de alguna forma se vuelven sordos, o nos volvemos sordos a la voz de Dios que nos llama, y abandonamos el único lugar donde podemos oír esa voz, para marcharnos esperando encontrar en algún otro lugar lo que no somos capaces de encontrar en casa.

+ ¿Y por qué dejan, o dejamos ese lugar?
Porque hay muchas otras voces, fuertes, llenas de promesas seductoras, que nos ofrecen éxito, reconocimiento, liberación. Además, cuanto más nos alejamos del lugar donde habita Dios, menos capaces somos de oír su voz que nos llama, y cuanto menos oímos esa voz, más nos enredamos en las manipulaciones y juegos de poder del mundo, y más alejados nos sentimos de Dios.
Nosotros somos el hijo pródigo cada vez que buscamos amor donde no puede hallarse, cada vez que tomamos la vida y el talento que Dios nos ha dado y lo utilizamos para nuestro egoísmo, para reafirmarnos, para imponernos con un fondo de arrogancia, como le pasaba al hijo pródigo, que malgastó todo lo que le había dado su padre y dilapidó su fortuna en caprichos y en despilfarros hechos para impresionar, en vez de hacer rendir esos talentos en servicio de los demás.

+ ¿Y por qué su padre permite que actúe de modo tan irresponsable?
Su padre no podía obligarle a quedarse en casa. No podía forzar su amor. Tenía que dejarle marchar, sabiendo incluso el dolor que aquello causaría a los dos. Fue precisamente el amor lo que impidió retener a su hijo a toda costa, lo que hizo dejarle que encontrara su propia vida, incluso a riesgo de perderla.
 Así actúa Dios con nosotros, siguiendo ese misterio de amor y libertad por el que somos libres de abandonar el hogar de Dios, aunque Él siempre nos espera con los brazos abiertos.


El hijo pródigo, que dejó su casa lleno de orgullo y de dinero, decidido ir a vivir su propia vida, lejos de su padre, vuelve ahora sin nada. Ni dinero, ni salud, ni reputación. Lo ha despilfarrado todo. Solo trae vaciedad, humillación y derrota. Y solo se hizo consciente de lo perdido que estaba cuando nadie a su alrededor demostró interés alguno por él. Le habían hecho caso en la medida en que podían utilizarlo para sus propios intereses. Pero cuando ya no le quedaba nada, dejó de existir para ellos.
Entonces sintió toda la profundidad de su aislamiento, la soledad más honda que se puede sentir. Estaba realmente perdido, y precisamente eso fue lo que le hizo volver en sí; de repente, vio con claridad que el camino que había elegido le llevaba a la autodestrucción.

+ ¿Piensas entonces que hay que pasar por una cierta privación para valorar lo que se tiene, también en lo espiritual?
No es necesario, en absoluto, pero muchas veces es lo que hace despertar a algunas personas. El hijo pródigo tuvo que perderlo todo para entrar en lo profundo de sí mismo. Cuando se encontró deseando que le dieran la comida de los cerdos, se dio cuenta entonces de que tenía una dignidad y de que debía procurar recuperarla. La confianza en el amor de su padre, aunque borrosa, le dio fuerzas para reclamar su condición de hijo, aunque esa reclamación no estuviera basada en mérito alguno.
Su regreso está lleno de ambigüedades. Hay arrepentimiento, pero un arrepentimiento un poco interesado. Es un acercamiento a Dios en el que nos sentimos culpables, pero en el que nos cuesta recibir el perdón de Dios.
Luego, a su llegada, hay un hecho que ensombrece la alegría de la vuelta a casa del hijo perdido durante años. En medio de aquella escena de alegría y de perdón, hay una mirada sombría y distante, la del hijo mayor que no estaba en casa cuando el padre abraza a su hijo y le muestra su misericordia, y que, cuando llega y ve la fiesta de bienvenida en honor a su hermano, se enfada y no quiere entrar.


+ ¿Qué piensas que ocurría en el interior de aquel hombre?
Estaba tan perdido como su hermano. No solo se había perdido el hijo menor, que se marchó de casa en busca de libertad y felicidad, sino que también el que se quedó en casa se perdió. Aparentemente, hizo todo lo que un buen hijo debía hacer, pero interiormente, estaba también lejos de su padre. Trabajaba mucho todos los días, y cumplía con sus obligaciones, pero en su interior cada vez era más desgraciado y menos libre.
También es algo que puede suceder a quienes, como el hermano mayor, han permanecido aparentemente cerca de Dios, pero en realidad su corazón está tan frío como el del hermano menor. Es una tentación, la del hijo mayor, muy propia de quienes quieren cumplir con las expectativas de otros, y desean que se les considere cumplidores y ejemplares, pero que también experimentan, desde muy temprano, cierta envidia hacia esos hermanos pequeños que abandonan el hogar y viven en el despilfarro y la lujuria. Ellos siempre han actuado con corrección, y les asalta la idea deque lo hacen porque no han tenido el coraje de ser tan irresponsables como los otros. Les resulta extraño admitirlo, pero en el fondo tienen envidia del hijo desobediente, cuando le ven disfrutar haciendo cosas que ellos reprueban.
La vida de entrega a Dios les agrada, pero a veces la ven como una carga que les oprime. La obediencia y el deber se han convertido en una carga, y el servicio en una esclavitud.


Hay quizá bastantes hijos e hijas mayores que están un poco perdidos a pesar de seguir en casa. El extravío del hijo menor es visible y claro, pero se comprende e incluso se simpatiza con él. Sin embargo, el extravío del hijo mayor es más difícil de identificar; Al fin y al cabo, parecía hacerlo todo bien, era obediente, servicial, cumplidor de la ley y muy trabajador. La gente le respetaba, le admiraba y le consideraba un hijo
modelo. Aparentemente, no tenía fallos. Pero cuando vio la alegría de su padre por la vuelta de su hermano menor, un poder oscuro salió a la luz. De repente, aparece la persona severa y egoísta que estaba escondida y que con los años se había hecho más envidiosa y arrogante.

+ ¿Quieres decir con esto que quien se queda más cerca de Dios tiene más riesgo de caer en esa soberbia?
Quiero decir que todos tenemos que esforzarnos por ser mejores, y que el riesgo de perderse es un riesgo que nos afecta a todos. Todos estamos expuestos al peligro de acomodarnos y enfriarnos. Ninguno debemos considerarnos exentos de la tentación por el hecho de habernos entregado a Dios. Igual que el hijo menor se perdió por no escuchar la voz de su padre y marcharse, el hijo mayor se perdió igualmente por no escuchar esa misma voz, aunque estuviera más cerca; Porque, en determinado momento de la vida, una persona entregada a Dios puede sentirse como el hijo mayor, que ha trabajado mucho en la granja de su padre, pero en vez de estar agradecido por todo lo que ha recibido, se siente invadido por los celos de ese irresponsable hermano menor. Y el único remedio es reconocer que esos sentimientos proceden de la soberbia y el egoísmo.


+ ¿Y crees que el hijo menor que vuelve es más querido por Dios que el hijo mayor?
Pienso que el padre quiere igual a los dos, pero expresa ese amor de acuerdo con la trayectoria personal de cada uno. Conoce bien a ambos, y comprende sus cualidades y sus defectos. A los dos les habla con afecto y con claridad, sin enredarse en compararlos tontamente, y les invita a participar de la alegría de estar allí.


- Entonces, si ninguno de los dos fue fiel, no queda claro qué opción es la mejor.
La opción mejor es la de ser fiel a la voz de Dios. Esta escena del Evangelio narra dos formas de ser infiel, y, sobre todo, la posibilidad de volver cuando se ha desoído esa voz.


El hijo menor desoyó la llamada de Dios al principio. Si seguimos con aquella comparación, no atendió esa llamada telefónica que Dios le hacía, a pesar de resonar muchas veces, o la atendió pero enseguida cortó. El hijo mayor, en cambio, respondió que sí, pero con el tiempo se fue acostumbrando a oír esa voz y no actuar en consecuencia, y al final quedó tan ajeno a esa voz como su hermano pequeño. El efecto es parecido, uno por cortar y el otro por mal acostumbrarse o distraerse.
Son distintas formas de no ser fiel, y no se trata de ver cuál es mejor o peor, sino de aprender a detectar el daño que siempre produce alejarnos de la voz de Dios.


El que tenga oidos...que oiga.


Cristo vive!!!               Revdmo David Falcon.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Lectura y Homilia del Domingo 12 de Septiembre del 2010

DOMINGO 12 DE SEPTIEMBRE DEL 2010




Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (32,7-11.13-14):
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: «Anda, baja del monte, que se ha pervertido
tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les
había señalado. Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen
sacrificios y proclaman: "Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto."»
Y el Señor añadió a Moisés: «Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por
eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un
gran pueblo.»
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: «¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira
contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta? Acuérdate
de tus siervos, Abrahám, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo:
"Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que
he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre."» Y el
Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.
Palabra de Dios


Salmo
Sal 50,3-4.12-13.17.19
R/. Me pondré en camino adonde está mi padre.


Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/.


Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.



Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1,12-17):
Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió
este ministerio. Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero
Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía. El
Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús. Podéis fiaros
y aceptar sin reserva lo que os digo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los
pecadores, y yo soy el primero. Y por eso se compadeció de mí: para que en mí, el
primero, mostrara Cristo Jesús toda su paciencia, y pudiera ser modelo de todos los
que creerán en él y tendrán vida eterna. Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único
Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios


Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (15,1-32):
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle.
Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una,
¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la
encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al
llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he
encontrado la oveja que se me había perdido." Os digo que así también habrá más
alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos
que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una,
¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la
encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles:
"iFelicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la
misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»
También les dijo: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre,
dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos
días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí
derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por
aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto
le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos.
Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y
nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre
tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en
camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya
no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en
camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se
conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo:
"Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebramos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos,le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemosencontrado.
Palabra del Senor.


HOMILIA



A pesar de tanta informacion que hay al respecto y de tanto visitar museos, ver documentales o películas en television, nos creemos que lo de los ídolos pertenece nada más a civilizaciones antiguas o a culturas premodernas, hombres y mujeres con taparrabos, armados con lanzas y mazos en escenarios exóticos. Por mucho nos vamos al tiempo de los romanos, pensando erroneamente que este tema no tiene nada que ver con nuestra epoca y forma de vida actual. Pero los ídolos han existido y existen de siempre.
 ¿Qué o quiénes son? Es sencillo: todo aquello que ponemos en el lugar de Dios ...sin ser Dios.
Dejarse llevar por los ídolos, adorarlos, tiene un efecto curiosísimo: si el Dios de Jesús es el Dios de la libertad, el Dios que nos convoca a la vida y a la fraternidad, los ídolos nos terminan llevando exactamente a lo contrario. Exigen de tal manera nuestra adoración que nos convierten en esclavos suyos, perdemos la libertad y nos convertimos en una pura apariencia de aquello a lo que Dios Padre nos ha llamado a ser: personas libres, adultas, responsables, capaces de vivir y relacionarnos con los demás y con todo lo creado, de una forma armoniosa.
Lo que pasa es que los ídolos de las películas, los documentales y los museos se identifican con facilidad,  y los que seguimos en nuestra vida a veces son tan innumerables, que no es tan facil de identificar.
Pero, ¿no es idolatrar el trabajo cuando una persona, hombre o mujer se entrega de tal modo a su empleo, que se olvida de las relaciones humanas, de su familia, de sus amigos? ¿No es un idólatra de si mismo el que busca única y exclusivamente el éxito en su vida y para ello no duda en sacrificarlo todo; sin importar a quien o quienes pisotea y destroza, pensando solo en su bienestar? ...primero yo, luego yo, y al ultimo yo... Yque tal los idolos que tenemos en la musica, religion, politica etc, etc?...Podríamos seguir poniendo ejemplos; Pero no habria suficiente espacio. Basta con releer la primera lectura y darnos cuenta de que no sólo el pueblo de Israel en el desierto se fabricó un ídolo hecho de metal y lo adoró. También nosotros tenemos nuestros ídolos, los adoramos, sacrificamos en su altar demasiadas cosas y al final nos encontramos pobres, esclavos y habiendo perdido lo mejor de la vida: nuestra libertad. Y todo eso por habernos dejado llevar por los cantos de sirena de esos ídolos que nos prometían libertad, riqueza, prestigio, felicidad... pero que luego sus promesas se convierten en cenizas que nos manchan las manos y nos dejan hundidos en la miseria.



Nuestro Dios, el Dios de Jesús es liberador, nos ofrece la libertad liberándonos de nuestras más profundas e íntimas esclavitudes.
El Evangelio de hoy nos lo recuerda en esas tres parábolas que nos cuenta Jesus, dos breves –la oveja perdida y la moneda perdida– y una larga –la historia del hijo pródigo–. Pero no hay que olvidar el comienzo del relato. Jesús no hace sino responder a la acusación de los fariseos y escribas que le culpan de “acoger a los pecadores y comer con ellos.” ¡Claro! ¿Cómo podía Jesús actuar de otra manera?  Su misión consistía básicamente en acoger a los pecadores, tratarlos como personas, devolverles la confianza en sí mismos, hacer que se sintieran amados por Dios, que experimentaran la misericordia inmensa de Dios, que la reconciliación llegara hasta lo más hondo de sus heridas, que descubrieran e identificaran a los ídolos que les habían llevado a esa postración. Jesús por la sencilla razón de que ellos, los pecadores, son la oveja y la moneda perdidas de Dios, los aceptaba y se acercaba a ellos para sanarlos, pues son los que de una manera especial necesitan la cercanía y el cariño de Dios.


Por la compasión y la misericordia
No hay pecado que se resista a ese amor de Dios. No hay vida, por depravada que sea, que no se pueda curar, reconciliar, reconstruir ante el bálsamo del amor, la misericordia y la compasión de Dios. Y si no lo creemos, ahí tenemos el ejemplo de Pablo en la segunda lectura. Dice de sí mismo que era un blasfemo, un perseguidor. Pero también está convencido de que Dios tuvo compasión de él. Y nos invita a fiarnos de El, cuando nos dice que Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores. Lo dice con absoluta seguridad, porque se siente, por su historia, el primero de los pecadores. Pablo lo cuenta sin pudor porque para él es una forma de alabar y agradecer a Dios por el amor recibido.


¿Hemos experimentado ese amor y esa misericordia?
 La pregunta no es en balde y no esta por demas, porque sólo los que hemos experimentado la compasión de Dios, podremos hacérsela llegar a los demás. Y estoy seguro que en algun momento de nuestra vida, Dios nos ha regalado su perdon y hemos sentido esa misericordia y Amor de nuestro Padre Celestial; pues todos en algun momento hemos fallado... somos pecadores.



Hoy somos nosotros los brazos y las manos de Dios para aceptar y acoger a nuestros hermanos y hermanas. Hoy somos nosotros la lengua de Dios para comunicar al mundo que Dios no es Dios de muerte, sino de vida; no de opresión,de libertad; no de condenación, sino de salvación. Ahí está nuestro compromiso.
O, dicho de otra manera, nuestra forma de agradecer a Dios por el amor con que nos ha amado y nos ama cada día.



El que tenga oidos..que oiga


!!Cristo vive !!          Revdmo. David Falcon


martes, 7 de septiembre de 2010

PARABOLA: Mt. 21,33-43. "Arrendará la viña a otros labradores"


«Escuchen este otro ejemplo: Había un propietario que plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar y levantó una torre para vigilarla. Después la alquiló a unos labradores y se marchó a un país lejano. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, el dueño mandó a sus sirvientes que fueran donde aquellos labradores y cobraran su parte de la cosecha. Pero los labradores tomaron a los enviados, apalearon a uno, mataron otro y a otro lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores más numerosos que la primera vez, pero los trataron de la misma manera. Por último envió a su hijo, pensando: “A mi hijo lo respetarán”. Pero los trabajadores, al ver al hijo, se dijeron: “Ese es el heredero. Lo matamos y así nos quedamos con su herencia”. Lo tomaron, pues, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Ahora bien, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con esos labradores?»  Le contestaron: «Hará morir sin compasión a esa gente tan mala y arrendará la viña a otros labradores que le paguen a su debido tiempo.» Jesús agregó: «¿No han leído cierta Escritura? Dice así: La piedra que los constructores desecharon llegó a ser la piedra principal del edificio; ésa fue la obra del Señor y nos dejó maravillados.


Ahora yo les digo a ustedes: se les quitará el reino de los Cielos, y será entregado a un pueblo que le hará producir frutos.»

* ¿Cómo estamos cuidando la viña que Dios nos dejó?
* ¿Qué atenciones estamos dando al mundo que Dios nos ofrece?


El pueblo judío fue un pueblo privilegiado, y de esto sus ciudadanos eran muy conscientes. Es el pueblo donde quiso nacer el Mesías, el pueblo elegido, el pueblo que Dios creó.


La parábola de hoy nos describe los privilegios de la nación judía.


En todo la Biblia hay un diálogo constante entre Dios y el Pueblo.


El propietario de la viña es Dios, los labradores son los líderes religiosos del pueblo de Israel. Los mensajeros que se fueron mandando son los profetas que Dios enviaba y que eran a menudo rechazados y asesinados. El Hijo es Jesús.


Dios confía la viña a los hombres. El propietario de la viña se la confió a los labradores.


Los que creemos en Jesús somos hoy aquellos labradores que estamos al cuidado de la viña del mundo.


* ¿Qué hacemos para cuidar la viña?


Hay algunos que piensan que Dios ya se encarga de cuidarla y que, por tanto, no es necesario su participación. Es algo así como decir que el mundo está en buenas manos, las de Dios, y que no se necesita nada más por hacer.


Otro tipo de creyente es aquel que espera que la viña se mantenga con los mínimos cuidados, casi sin hacer falta mayores atenciones.


Un tercer grupo intenta vivir ese cuidado apasionadamente, con entusiasmo y entrega total.


* ¿A cuál de los tres grupos crees pertenecer?


Tenemos que darnos cuenta, que es el mismo Dios quien nos ha puesto el mundo que Él creó en nuestras manos. Un mundo siempre difícil y no propicio a ver con facilidad la mano de su creador; sin embargo, Dios no abandona lo creado y quiere que nosotros seamos eficaces viñadores en los senderos de la vida.


* ¿Cómo mantener nuestra fe en un mundo donde casi nadie confia, ni tiene fe, a veces ni en si mismos?.


Pues manteniendo alimentado nuestro espiritu con la sagrada escritura,con la oracion diaria, amando, respetando y cuidando nuestro mundo, a nuestros hermanos, a nosotros mismos y por supuesto a Dios, sobre todas las cosas.


Trabajando nuestra viña con alegria y confianza, codo a codo con el espiritu de Dios, cumpliendo cabalmente con lo que se nos ha encomendado, como hijos, hermanos, padres, amigos, y en el terreno que se nos ha confiado, con la confianza de que no estamos solos y que contamos con todas las herramientas para realizar perfectamente nuestra labor.


Ya no estamos en los tiempos donde el cristianismo era valorado por su propio peso histórico. Ahora la humanidad tiene infinidad de ofertas laicas que les promete lo que desde un punto de vista religioso ofrece la fe.

Si miramos a nuestro alrededor, parece como si el mundo no hubiese cambiado mucho desde Jesús, y probablemente en muchos casos así sea, pero hay algo que no ha estado ni estará nunca más en ningún momento de la historia,  ESE ALGO ERES TU Y SOY YO.


Trabajar la viña del Señor, requiere primero dejarnos labrar nosotros, ser nosotros arados, plantados y regados por Dios. Si un cristiano olvida esto muy probablemente se convierta en un buen animador de misas y retiros, pero en un creyente mediocre.


No estoy haciendo una división entre lo espiritual y lo humano, simplemente estoy reconociendo que si nos olvidamos del dueño de la viña, del mundo, no podremos cuidarla BIEN como nos lo confio el Señor.


En la parabola de hoy tenemos un ejemplo claro del gran Amor y Misericordia que Dios nos tiene: Dios perseveró en su bondad y en su paciencia con respecto al mundo y a los demás ¿y tú?


El que tenga oidos..que oiga.


!! Cristo vive!! Revdmo. David Falcon


* * *

domingo, 5 de septiembre de 2010

Lectura y Homilia del Domingo 05 de Septiembre del 2010

Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría (9,13-18):
¿Qué hombre conoce el designio de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere? Los pensamientos de los mortales son mezquinos, y nuestros razonamientos son falibles; porque el cuerpo mortal es lastre del alma, y la tienda terrestre abruma la mente que medita. Apenas conocemos las cosas terrenas y con trabajo encontramos lo que está a mano: pues, ¿quién rastreará las cosas del cielo? ¿Quién conocerá tu designio, si tú no le das sabiduría, enviando tu santo espíritu desde él cielo? Sólo así fueron rectos los caminos de los terrestres, los hombres aprendieron lo que te agrada, y la sabiduría los salvó.
Palabra de Dios


Salmo
Sal 89
R/. Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación


Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia
Son un ayer, que pasó;
una vela nocturna. R/.


Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R/.


Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R/.


Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón (9-10.12-17):
Yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión; te lo envió como algo de mis entrañas. Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad. Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo.
Palabra de Dios


Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,25-33):
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar." ¿O que rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»
Palabra del Señor


HOMILIA

Dejarlo todo, ganarlo todo
No sé si en otros siglos el lenguaje de Jesús en el Evangelio de hoy les resultaría duro o muy duro o normal. De lo que estoy seguro es de que hoy suena en nuestros oídos extremadamente duro. La modernidad, el desarrollo a todos los niveles está orientado básicamente a hacer más fácil la vida humana. La medicina intenta liberarnos –aunque evidentemente no podrá vencer nunca la última batalla– del dolor y del sufrimiento físico y moral. Otras tecnologías han hecho más fáciles las comunicaciones a todos los niveles. Tenemos a nuestra disposición muchas más cosas para satisfacer nuestros deseos y hacer más cómoda nuestra vida. Los que han llegado a un alto nivel de desarrollo se sienten contentos y felices. Los que no han llegado todavía, desean llegar y trabajan para conseguirlo. Y nadie se los puede impedir. Entendemos que es un derecho de toda persona el intentar conseguir para él y para los suyos mejores niveles de vida, de bienestar, de salud... Así es nuestro mundo y es bueno que así sea.


Lo sorprendente es escuchar en medio de nosotros la voz de Jesús que nos dice que hay que dejarlo todo para ser su discípulo. Ese “dejarlo todo” no se refiere solamente a las cosas materiales. Se refiere también a las relaciones afectivas y familiares que tan necesarias son para el bienestar de la persona. Para seguir a Jesús hay que dejar atrás al marido o a la esposa, a los hijos y también –¿dónde queda el cuarto mandamiento?– al padre y a la madre. Pero no queda ahí la cosa. Además, hay que coger la cruz y ponerse en pie para seguir a Jesús. Se nos viene a la memoria la figura de Abrahám, al que Dios le pide que salga de su tierra y que vaya a otra tierra apoyado apenas en la promesa y en la fe.


Dejarlo todo para seguir a Jesús
Jesús no sólo nos pide que lo dejemos todo. Hay que seguirle. Hay que dejar los lugares conocidos y familiares y lanzarse al camino, a lo nuevo, a lo desconocido. Seguirle es toda una aventura, más, si se tiene en cuenta que su vida acabó en el Calvario. Todas son palabras muy duras para nuestros oídos. Estamos acostumbrados a algodones más suaves, deseamos una vida más cómoda. La cruz consideramos que es algo que hay que dejar abandonada en la primera esquina o en el primer rincón oscuro que encontremos. Y si para ello nos hace falta un poco de ayuda psicológica, pues se busca y ya está.


Pero a pesar de todo esto,  la propuesta de Jesús sigue ahí. Y Jesús nos dice la verdad. Hay que dejarlo todo para empezar una vida nueva. Porque el Reino supone una ruptura con nuestro propio pasado. Hay que perderlo todo para recuperarlo todo desde otro punto de vista: desde el punto de vista del Padre, desde el punto de vista de Cristo, que nos convoca a todos a la mesa de la fraternidad. A unirnos verdaderamente, sentirnos familia real, hijos del Altisimo...No se puede seguir enganchado al pasado y al mismo modo de vida que nos ancla y esclaviza a la superficialidad y materialismo, a todo aquello que cada vez nos aleja mas de lo verdadero, de lo espiritual, del Amor de Dios, es tiempo de seguir a Jesús!!! Pero sin cargar con nuestros titulos de propiedad, con nuestras posesiones que nos vuelven vulnerables e inseguros..que no nos permiten sentirnos ligeros y libres...


Hay algo que si podemos dejar si nos empeñamos un poco: los recuerdos, las heridas, las cicatrices de los combates que nos va dejando la vida –todo eso es la cruz que cargamos con nosotros y nos acompañan siempre. Es imposible decir que comenzamos una vida nueva y que el pasado queda olvidado si seguimos cargando con todo eso. Nuestra vida, lo que somos, es la acumulación de nuestras decisiones y de sus consecuencias (previstas o imprevistas, queridas o no queridas). Todo eso es lo que nos va haciendo lo que somos, lo que va rellenando con tinta indeleble el libro en blanco de nuestra vida, desde que nacimos y dábamos nuestros primeros pasos; pero eso ya cumplio con su cometido, ya no lo necesitamos.


Jesús nos pide que seamos valientes y agarremos esa cruz, Si!. no hay que negarla. Pero ninguna de esas cosas de nuestro propio pasado, puede, ni debe impedirnos seguir adelante caminando detrás de Jesús, hay que aligerar la carga...dejando todo...desterrando el pasado para siempre de nuestras vidas... sii!! Todo!! Y recuperarnos a nosotros mismos, y empezar de nuevo , con una cruz nueva... la de la vida, la de la esperanza.


El amor que abarca todos y todo
Construir el Reino, seguir a Jesús no es un juego de niños. Exige compromiso, dedicación, esfuerzo. Es gracia de Dios pero a la vez exige la participación de la persona. Es tarea de personas adultas, libres y responsables. Es tarea para los que han escuchado la Palabra de Jesús, la han acogido en su corazón y llegado a poseer la verdadera sabiduría, la que da la vida, la que nos devuelve la esperanza, como nos señala la primera lectura de este domingo.


Después, en el camino del seguimiento se descubren unas relaciones más profundas que las de la carne y la sangre. El Reino nos hace hermanos e hijos, hermanas e hijas, con un Padre común, con una familia a la que cuidar y atender, con un amor que no es exclusivo ni excluyente sino que se abre a todos, incluidos los marginados y los esclavos, como muestra el texto de la carta de Pablo a Filemón.


Al que sigue a Jesús de verdad, dejándolo todo, el corazón se le agranda hasta que se le hace tan grande como el mundo. Es cuando las cosas toman su real valor y nuestros seres amados, hijos, padres, hermanos, pareja, toman una dimension diferente y se vuelven hermanos en Cristo, Iglesia Santa de Dios...Ese es el momento paradójico en que HABIENDOLO DEJADO TODO..LO VUELVES A GANAR TODO,PERO EN LA DIMENSION REAL Y VERDADERA Y CON EL VALOR QUE LEGITIMAMENTE TIENE.


SI!! ES HORA DE SEGUIR A JESUS !...NO TE ARREPENTIRAS


El que tenga oidos..que oiga.


!! Cristo vive !! Revdmo. David Falcon.